Contra este asteroide no serviría el impacto de la NASA, solo la bomba nuclear de Bruce Willis

  • El asteroide Itokawa, potencialmente peligroso, es una pila de escombros que no podría desviarse con un golpe.
  • Un estudio sugiere que una explosión atómica podría ser la solución en casos como este. 
Recreación del asteroide Itokawa.
Recreación del asteroide Itokawa.
Carlos Gámez
Recreación del asteroide Itokawa.

Es imposible no haber visto aquella de Bruce Willis en la que reclutaba a su cuadrilla de perforadores de petróleo para unirse a una misión destinada a romper de un pepinazo nuclear el asteroide que iba a borrar todo rastro de vida en la Tierra. Se cuenta que cuando Ben Affleck, coprotagonista (y que de tonto no tiene un pelo), le preguntó al director Michael Bay por qué era más fácil entrenar a un grupo de perforadores para ser astronautas que a un grupo de astronautas para ser perforadores, Bay le respondió que se callara “la puta boca”.

Armageddon es una de esas películas que se convierten en las más odiadas de la historia, pero que todo el mundo ha visto. Todo el mundo la ha visto porque, en el fondo, entretiene. Y es de las más odiadas porque nadie se atreve a reconocer (a riesgo de ser calificado como, digamos, poco sofisticado) que, en el fondo, entretiene. Aunque solo sea porque en raras ocasiones anteriores se había visto en una película tal acumulación de exceso visual que hacía temer que hasta el televisor explotara. Y al menos a la película le debemos una gran balada de Aerosmith, aunque fuera a costa de una de las escenas que podrían competir por el título de la más ñoña y cursi de la historia.

Pero en fin, esta no es la página de cine, sino de ciencia. Y para los interesados en ella, la pregunta tenía interés: ¿realmente sería posible destruir con una bomba nuclear un asteroide que amenazara la Tierra? Por lo que se leía por ahí, parecía que desde el principio se daba por hecho que no; se desechaba la idea como una americanada, como suele decirse.

No hay bomba tan grande

Un grupo de estudiantes de Física de la Universidad de Leicester hizo los cálculos y publicó un estudio concluyendo que lo de la película requeriría una bomba nuclear mil millones de veces más potente que el Gran Iván o Bomba Zar, el monstruo detonado en 1961 por la URSS. En un segundo estudio, los mismos autores calcularon que el asteroide de la película solo podría haberse detectado con el telescopio espacial Hubble, el más potente entonces, a menos de ocho mil millones de millas, la distancia mínima a la que habría sido posible hacerlo explotar para que sus fragmentos no colisionaran con la Tierra.

Pero si hay un mensaje que NO debe extraerse de todo esto, es que NO es posible utilizar una bomba nuclear para destruir un asteroide que amenace la Tierra. El de la película se describía como del tamaño de Texas, más grande que España, lo cual era una brutalidad adecuada al tono general excesivo de la película. Pero no hace falta llegar a tales extremos; un asteroide mucho más modesto podría causar una gran catástrofe en zonas densamente pobladas. Este mes se han cumplido 10 años del bólido de Chelyabinsk, de casi 20 metros, que causó daños en miles de edificios y dejó más de un millar de heridos en aquella región de los Urales rusos. El único más grande que este en la historia humana fue el de Tunguska (Siberia) en 1908, de diámetro unas tres veces mayor, y que por suerte cayó en una zona de bosques, arrasando más de 2.000 km2.

La amenaza existe. En octubre de 2022 se alcanzó el hito de los 30.000 asteroides cercanos a la Tierra ya registrados, y el número no deja de crecer. En lo que llevamos de año ya hemos tenido al menos una docena de aproximaciones o impactos. Un objeto como el 2023BU, que rozó la Tierra el pasado 27 de enero, por suerte era lo suficientemente pequeño para explotar en la atmósfera sin causar grandes daños. Pero no tiene por qué ser siempre así.

Ya se conocen más de 30.000 asteroides cercanos a la Tierra, y el número no deja de crecer

Y para asteroides más peligrosos que este, pero más humildes que el de Armageddon, la bomba sí podría ser una solución. De hecho, para algunos podría ser la única solución.

El 2 de septiembre de 2022 la NASA estrellaba la sonda DART (Double Asteroid Redirection Test) contra el asteroide Dimorphos, que no supone una amenaza para la Tierra pero que servía como prueba de la posibilidad de desviar un objeto de este tipo con un impacto directo. Dimorphos mide unos 170 metros y orbita en torno a otro mayor llamado Didymos. La misión fue un éxito; el impacto de DART logró modificar la órbita de Dimorphos en un grado mucho mayor que el objetivo del proyecto, lo que según la NASA permitiría desviar un asteroide potencialmente peligroso si se hiciera con suficiente tiempo.

Un cojín espacial gigante

Pero hay asteroides contra los que la estrategia de DART no serviría de nada. Un estudio de la Universidad Curtin de Australia publicado en PNAS pone como ejemplo el asteroide Itokawa, un objeto con forma de cacahuete descubierto en 1998 (casualmente, el año de Armageddon), que mide unos 330 metros y que en 2005 fue visitado por la sonda japonesa Hayabusa para recoger muestras que llegaron a la Tierra para su análisis cinco años después.

Ocurre que Itokawa no es un peñasco sólido como Dimorphos, sino una pila de escombros; una masa de rocas agregadas en la que, dice Fred Jourdan, director del estudio, casi la mitad es espacio vacío. Los autores calculan que, mientras que un asteroide monolítico de cierto tamaño puede perdurar unos cientos de millones de años, la edad del Itokawa supera los 4.200 millones de años; casi tan viejo como el Sistema Solar. Y que el secreto de la duración de estos asteroides es precisamente el hecho de que es difícil destruirlos; según Jourdan, es como un “cojín espacial gigante”. Y que, siendo tan duraderos y probablemente más abundantes de lo que se creía, “hay más posibilidades de que, si un gran asteroide se dirige a la Tierra, será una pila de escombros”, dice el coautor del estudio Nicholas Timms.

Y claro, intentar desviar un objeto de este tipo con un impacto cinético podría ser como combatir una riada a puñetazos. Afortunadamente, hay otra opción: según Timms, “un enfoque más agresivo, como utilizar la onda expansiva de una explosión nuclear próxima para desviarlo de su curso sin destruirlo”.

Quién sabe, puede que un día veamos de nuevo Armageddon con menos risas. Por suerte, al menos parece que lo de los perforadores podríamos ahorrárnoslo, que el pobre Bruce ya tiene bastante con esa cruel lotería de la edad.

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