Entrevista

Bartolomé Seguí, autor de la novela gráfica 'Boomers': "Hay que aceptar que nuestro momento fue uno determinado"

Bartolomé Seguí fue Premio Nacional de Cómic en 2009.
Bartolomé Seguí fue Premio Nacional de Cómic en 2009.
Rolf Lundby
Bartolomé Seguí fue Premio Nacional de Cómic en 2009.

"Estoy recibiendo más atención por este libro que por el Premio Nacional", afirma durante la posentrevista Bartolomé Seguí (Palma de Mallorca, 1962), sobre el galardón que le otorgaron en 2009 y la manera en la que una palabra que ha vuelto con tanta visceralidad a la actualidad como boomer -sobre aquella generación nacida entre mediados de los años 40 y 1964- le está haciendo recibir una notoriedad que la novela gráfica, desgraciadamente, aún no tiene en nuestro país.

Cada vez más, eso sí, por eso se ha querido permitir el lujo de volver a sus antiguos personajes, Lola y Ernesto, para intentar comprender su presente y el de quienes, como él, sienten cómo el mundo va avanzando a su alrededor a pura zancada. Inteligencias artificiales, nostalgia, turistificación, First Dates o la opinión de los todólogos como frentes abiertos ante los que hacerse la eviterna pregunta de si no es ya tiempo de echar el freno.

Vuelve a Lola y Ernesto tantos años después de la primera vez. ¿Tendemos a relativizar el pasado, cuando se era joven, pero no el presente y a los jóvenes de hoy en día?Para mi generación es inevitable la mirada nostálgica de lo que hemos vivido. Tenía claro que no quería hacer de cuñado, la típica queja de que cualquiera tiempo pasado fue mejor y ahora todo es un desastre. Porque también yo discutí con mis padres. Cuando eres joven los tiempos te pillan empujando y ahora te empujan a ti. Es el momento de la gente que viene detrás. Hay que aceptar que nuestro momento fue uno determinado.

En el libro se habla de “apátrida temporal”. ¿Acaso ya no es este su tiempo?Te pasa el tiempo pero también pasa tu tiempo, tu época. Lo que reconoces como tuyo –la ciudad de tu infancia, tus referentes o los de tu edad- ya se empieza a caer. Y lo que pensabas que sería al final no ha sido, ha desaparecido lo que dabas por hecho. No te sientes apelado por el hoy.

¿El tiempo de alguien solo es suyo cuando es joven?Ya somos más pasado que presente, sí. Tienes la sensación de que has visto y vivido muchos cambios y puedo entender que uno se reconozca mejor en el pasado. Me he dado cuenta de que la memoria, que es lo que nos conforma a los boomers, pesa bastante. Pero he querido evitar ese dogmatismo de descalificar el momento actual.

Viñeta de 'Boomers', de Bartolomé Seguí.
Viñeta de 'Boomers', de Bartolomé Seguí.
Salamandra Graphic

Antes se veneraba la idea de la experiencia y ahora esa misma experiencia puede verse como estancamiento mental.Es que la experiencia cada vez sirve menos. Es una putada, pero es que hasta 1800 más o menos la experiencia sí servía para todo, porque apenas había cambios de una generación a otra, pero han ido a una velocidad en el último siglo brutal. Es que en los 90 casi nadie tenía Internet. Y veremos qué pasa en dos o tres años con la inteligencia artificial. Que antes quizá, en la educación, hacía falta memorizar más y ahora para qué lo vas a hacer si lo tienes todo a un clic. Que no hay que pasarle toda la inteligencia a las máquinas y que los humanos nos quedemos más tontos. Pero ahora se tiene más en cuenta la inteligencia emocional, por ejemplo.

¿Hay poca autocrítica entre los boomers?Es más fácil no entender los cambios que pensar. Y más si te pones a ti mismo de vara de medir. Cuando no se entiende algo el camino sencillo es decir '¡Qué barbaridad! Lo bueno era lo mío'. Yo creo que los boomers nos sentimos perdidos. Tienen que ver las capacidades, que con la edad se van perdiendo, pero ponerse continuamente al día es complicado. Solo con el tema de que todo sea online y sin ayuda presencial –los bancos, la compra- mucha gente de mi edad, de un día para otro, está absolutamente descolgada.

Y de ahí el título, certificando el relato generacional.Había cumplido sesenta, nos había pasado la pandemia por encima y yo perdí a mi padre. Tenía un par de años con ganas de explicar ese sentimiento. Pero no quería un libro sobre mí directamente, aunque sea en parte autobiográfico, y sabía que necesitaba unos personajes de fuera. Y ya Lola y Ernesto fueron unos álter ego en los 90 cuando llegué a Barcelona. Y a partir de ahí, pues una historia no lineal, fragmentos.

Hay una frase clave en el libro, sobre la falsa estabilidad precarizada: "Ahora sé que al trabajo acabado no le sigue la promesa de tiempo libre sino la urgencia de otro encargo".La historia de mi vida. Yo me he propuesto disfrutar el presente, algo que siempre me ha costado porque tenía delante la zanahoria –que nunca fue una zanahoria, sino el salario, la cuota, etcétera-. Siempre con algo por hacer y nunca con tiempo para disfrutar, siquiera tu propio descanso, porque algo venía después. Eso, con la edad, tienes que replanteártelo. Si no, estás siempre enganchado al trabajo. Y con eso de que somos nuestros propios jefes al final nos autocastigamos. El sistema nos ha dicho que lo somos y, obedientes, nos lo hemos creído.

Viñeta de 'Boomers', de Bartolomé Seguí.
Viñeta de 'Boomers', de Bartolomé Seguí.
Salamandra Graphic

¿Es duro darse cuenta de que hay gente a su alrededor que se niega a seguir aprendiendo?Como el sistema no es tan prometedor como nos lo habían vendido, uno frena, me niego a entrar en barrena. Yo me planteo si tengo que huir hacia adelante o aceptar que pase el tiempo y recuperar la posibilidad de vivir más tranquilo. Pero luego lo ves todo marketinizado: slow living, coworking… Le han puesto un lazo.

Hay ciertos temas controvertidos que tratas en el libro, como el tema del sexo en la tercera edad.Se habla poco y se camufla más. Sobre todo en el caso de la mujer. No profundizo, pero el simple hecho de nombrar las cosas ya es hacerlas visibles.

O First Dates como verdadera campaña de normalización.Sí, porque es toda una variedad de relaciones que ha entrado en las casas de una manera clarísima. Es visibilizar muchas formas de relacionarse, de amar. Hay que darle su mérito, una normalización de la sociedad en todos sus flancos. Y en el tema de feminismos o temática LGTB, yo tengo la suerte de que mi hija tiene 30 años y nos machaca. Yo soy de los jóvenes de mi generación y soy abierto. Mi única preocupación es si a veces nos enredamos con ciertos debates y nos olvidamos de lo esencial, que es la libertad: no estar precarizados, que las mujeres rompan el techo de cristal… Para los temas de género aún tengo que mirar Google, aunque incluso en ese tema sea tan sencillo como respetarlo.

Y también la turistificación de las ciudades.Quizá es de las cosas más dolorosas para con tus recuerdos. Ves cómo van desapareciendo los rincones con los que te identificabas y dejas de ser el target de tu propia ciudad. Por ejemplo, Palma de Mallorca es un decorado. Todo son hoteles y tiendas, porque te vienen 8 cruceros y eso son 20.000 personas al día y las arterias principales ahora son solo tiendas de bocadillos y heladerías. Paseas y no sientes que sea tu ciudad. Una parte de ti solo está ya en la memoria. Y claro, como en este país somos muy activistas de sofá… Mira en Francia, que no sé cuántas huelgas generales llevan en dos años, aunque siga saliendo Macron. Y aquí hace más de una década que no hay ni media y podríamos estar quemándolo todo.

En un momento dado dice que hay "demasiada información democratizada" y, a su vez, que "sobran opinadores".Sí. Y sonará a boomerada, pero las redes han democratizado la opinión. Y así ha acabado el mundo, como todólogos opinando de demasiados temas. Y antes tú veías la televisión y ahí estaba alguien a quien tú le dabas un crédito. Quizá nos engañaban, pero es que ahora es al revés: si tú no buceas buscando información fiable, que para los boomers es una odisea, no la encuentras. Tienes que ser militante de la información. Y conocer las fuentes. Es que hay quien se informa por WhatsApp.

Viñeta de 'Boomers', de Bartolomé Seguí.
Viñeta de 'Boomers', de Bartolomé Seguí.
Salamandra Graphic

Y Twitter y las redes como una forma de pacificar a la masa: en lugar de una huelga, mil memes.
Pan y circo. Tenernos contentos. Vía libre a tus frustraciones y tus odios. También es que somos de un país donde el humor nos domina. Pero es que el meme sale a los dos segundos. Que yo me río, pero piensas 'Joe, quizá valdría más la pena quemar algo'.

"La verdad cotiza a la baja" llega a decir un personaje.Es que ni siquiera sabes si los medios de fact check están o no dirigidos. Yo creo que la verdad la podemos dar casi por terminada. En un par de años, saber o no qué es verdad, con el tema de la inteligencia artificial, va a ser algo increíble: no vamos a poder distinguirla. ¿Y entonces cuál será la verdad? Porque es más fácil decir una mentira que demostrar que lo es. Y si una se dice aquí [coge su Smartphone] se multiplica por cien mil. Desmiéntela luego. Y ahí el periodismo tiene un trabajo importante para recuperar la credibilidad. Porque se ha polarizado todo y ahora cualquiera tiene a un medio o a alguien que le da razón, como los terraplanistas: hay quien les dice que eso es correcto y les da igual que se lo demuestres, ya han construido su burbuja.

Quizá todo se resuma en preguntarle a Siri por qué diantres nos cuesta tanto ser felices.En un trabajo tan solitario como el nuestro, es algo irónico que te sea más fácil hablar con una máquina que con otras personas. Yo es que odio los audios de WhatsApp, con lo fácil que es llamar y conversar. Y yo lo he hecho, ir conduciendo y hablar con Siri en el coche, para que te cuente algo y no sentirte tan solo. Esa incomunicación a la que nos dirigimos: más sencillo charlar con algo inanimado que con quienes nos rodean que, en el fondo, son los que nos hacen felices.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento