Desesperación, necesidad e incertidumbre: "Hay gente volviendo a casas con grietas y con riesgo de derrumbarse de un momento a otro"

Los terremotos siembran de desesperación Turquía y Siria.
Los terremotos siembran de desesperación Turquía y Siria.
20minutos
Los terremotos siembran de desesperación Turquía y Siria.

Barrios enteros prácticamente sin un edificio en pie y convertidos en un desierto de escombros. Es el desolador panorama que ha dejado el terremoto del pasado lunes en diversas ciudades del sureste de Turquía y el norte de Siria, donde el suelo no ha dejado de temblar y se ha registrado desde entonces una treintena de réplicas de más de cinco grados de magnitud. Entre las localidades más afectadas por los seísmos en territorio otomano se encuentra Gaziantep, donde residen Paula y María, dos jóvenes españolas.

Ambas pertenecen a la ONG de voluntariado internacional SCI Madrid y ya antes del temblor vivían en esta localidad turca, donde enseñaban a personas en riesgo de exclusión social a través de una asociación local. El terremoto las sorprendió de madrugada y, desde ese momento, el caos y la incertidumbre se han impuesto en su rutina, como en la del resto de sus conciudadanos. La única constante es que siguen poniendo su granito de arena. "La gente está siendo muy valiente y está luchando muchísimo. No solamente ayudamos nosotras, ellos también. Lo poco o lo mucho que tienen lo ofrecen al barrio, y eso es de agradecer siempre", relatan.

Mientras las excavadoras continúan retirando cascotes con la esperanza de hallar supervivientes, la situación para quien debe seguir adelante en Gaziantep es "precaria". "Ahora mismo en algunos barrios la electricidad está cortada. Por suerte, nosotros tenemos nuestro propio generador. Tampoco hay agua corriente ni gas porque puede ser peligroso, así se evitan explosiones. El agua la vamos a buscar a la mezquita, pero ya comienza a escasear y estamos teniendo más dificultades a la hora de encontrarla, al igual que algunos víveres esenciales", explican. 

Paula y María, dos voluntarias, en Turquía.
Paula y María, dos voluntarias, en Turquía.
CEDIDA

En estas condiciones, las dos chicas han activado el "modo supervivencia" y están tratando de socorrer a quien lo precisa: "Algunos voluntarios locales han perdido su hogar o su casa se encuentra en peligro y se están quedando con nosotros. También tenemos a una familia y se está uniendo la gente que necesita ayuda y estamos ofreciendo lo que podemos. Ahora mismo hay una batida para repartir comida y mantas".

Samir: "De los grifos no sale nada"

También en Gaziantep se encuentra Samir, un joven que trabajaba ya antes del seísmo en la ciudad para Solidarity Respect & Protect - SRP-NGO, una organización humanitaria que ahora está multiplicando sus esfuerzos para auxiliar a la población turca. Desde el primer temblor, este italiano duerme en la oficina, mucho más segura que su hogar, y lo mismo están haciendo buena parte de los habitantes de la localidad ante el temor a que nuevas réplicas derriben sus edificios.

"Algunas personas han vuelto a sus casas aunque todavía no haya autorización. Muchos edificios presentan daños evidentes y grietas, por lo que regresar representa un riesgo enorme"

"Quien ha podido ha dejado la ciudad y se ha ido a Ankara o a Estambul. Los que han tenido que quedarse están durmiendo en sus coches o en estructuras habilitadas, como escuelas, gimnasios, mezquitas... Algunas personas, cansadas, han vuelto a sus casas aunque todavía no haya autorización del Gobierno para hacerlo. Muchos edificios, todavía en pie, presentan daños evidentes y grietas, por lo que regresar representa un riesgo enorme. Bastan pequeños temblores para que caigan de un momento a otro, y se siguen produciendo bastantes movimientos, incluso de magnitud 5", incide.

La población sabe que volver a sus hogares está altamente desaconsejado, pero el frío y la "desesperación" a la que ha dado paso el "shock" inicial parecen empujarlos en esta dirección. Igual que subrayaban Paula y María, Samir remarca que la situación es extrema: "No hay agua corriente, de los grifos no sale nada. Desde hace días, la gente no se puede lavar. Hay agua potable, pero no todos los supermercados están abiertos. También existe mucha frustración por la comida".

Campo de evacuados a las puertas de la localidad de Islahiye.
Campo de evacuados a las puertas de la localidad de Islahiye.
CEDIDA

Por eso, ante la falta de alimento y otros productos, muchos restaurantes están distribuyendo comida caliente y otros centros hacen lo mismo con ropa y bienes de primera necesidad. Es el mismo motivo que ha llevado a Samir a dirigirse a la ciudad de Islahiye, donde la situación es "dramática". Con un campo de evacuados a las puertas de la localidad por la magnitud del desastre, la organización para la que trabaja ha decidido instalar un puesto en el que repartir comida.

Para poder costear esta ayuda, Samir -que se dedicaba a diseñar proyectos para SRP-NGO y a planificar cómo financiarlos- ha creado una campaña de crowdfunding para recaudar fondos. "Tenemos un presupuesto de partida porque hemos conseguido una donación, pero no es suficiente. Nos permitirá seguir adelante unos días, pero no más. Hasta que lleguen aportaciones mayores, hemos lanzado esta idea para proporcionar comida a la población", narra.

Ana y Neslihan

A poco más de 200 kilómetros hacia el oeste de Gaziantep, en Adana, se encuentra Ana Mora, especialista de comunicación internacional de la organización humanitaria Acción contra el hambre. Consiguió llegar a la ciudad tras el terremoto a pesar del "overbooking" en los aviones y del "temporal de nieve que ha obligado a retrasar y cancelar vuelos" en Estambul. "Aunque el terremoto se notó mucho aquí, no se han producido tantos daños como en otras zonas, y eso nos ha permitido llegar", señala.

Imágenes del primer rescate conjunto realizado por el ERICAM con el equipo de rescate del GEA turco en las operaciones tras el terremoto. (Fuente: Emergencias Madrid)

Precisamente en el aeropuerto, Ana se encontró con ciudadanos que habían perdido familiares o amigos o que iban en su busca. "Vimos a grupos de gente que parecían desplazados, personas a las que estaban sacando hacia otras zonas del país más seguras en las que quedarse temporalmente", destaca, mientras espera llegar cuanto antes a las zonas más afectadas y apoyar a su organización local, Support to life, con nuevos materiales.

"Había vivido seísmos antes, pero ninguno como este. La gente está en shock, psicológicamente mal"

Al este de Gaziantep, prácticamente en la frontera con Siria, se sitúa la localidad de Nísibis, donde los temblores también han causado estragos y han obligado a la gente a dormir en los coches. Lo explica Neslihan, profesora turca en una escuela, desde un centro donde preparan paquetes de ayuda humanitaria para los más afectados. "Había vivido seísmos antes, pero ninguno como este. La gente está en shock, psicológicamente mal. Además, el estado de las carreteras está complicando la llegada del material, pero esperamos recibirlo pronto y que todo mejore", confía.

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