Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Jubilalia, un viaje al futuro

La petanca, un deporte de futuro.
La petanca, un deporte de futuro.
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La petanca, un deporte de futuro.

Me entero de que existe Jubilalia. Voy a Jubilalia. Es lo que parece. Las cosas que acaban en alia, arte y aria son siempre lo que parecen. Jubilalia es una feria en una sala de un gran auditorio llena de espacios para jubilados. Dura tres días. Hay de todo: expositores, visitantes, actividades y bar. Se cumplen todos los tópicos sin excepción. Al entrar, una chica joven te sonríe y pulsa el botón de un aparato que tiene en la mano para contabilizar tu presencia. Dos señores mayores entran a la vez que yo y le preguntan qué hace con eso y por qué es tan guapa. La chica responde a lo primero con palabras y a lo segundo con paciencia.

En el primero de los espacios hay una serie de pedales portátiles de esos que se colocan en el suelo. Dos animadoras dirigen a un grupo de señoras que pedalean entusiasmadas mientras cantan “Quince años tiene mi amor”. De vez en cuando, levantan las manos y las agitan como en aquellos aplausos mudos del 15M, para que el ejercicio sea completo. Unos metros más adelante, puedes ponerte un traje con pesas en diferentes zonas que dificulta tus movimientos para ver qué se siente con ochenta años. Hay un muro de empatía en el que puedes contar tus sensaciones.

Alguien ha pensado que cumplir sesenta y cinco años equivale por definición a petanca, baraja y dominó.

Alguien ha pensado que cumplir sesenta y cinco años equivale por definición a petanca, baraja y dominó. Y esto es lo que uno puede ver en Jubilalia si sigue caminando. Una gran pista de petanca y unas mesas dispuestas en formación de a cuatro para jugar a las cartas. Al final de la sala hay una actuación con muchísimo público. Sevillanas, tango, pop-rock y lo que se tercie. Aplausos y un presentador que entre actuación y actuación insiste en que todo el mundo que entra y sale tenga cuidado de no tropezar.

He pensado en que estoy haciendo, quizá, un viaje al futuro. Un amigo me lo dice por mensaje y me sorprende que pensemos lo mismo. También pienso que hay gente mayor que no juega a la petanca, ni va a bailar y a jugar a las cartas al centro cívico. Pienso en el grupo de jubilados que trabajan, por ejemplo, en el banco de alimentos, en los que viajan al tercer mundo a ayudar y son tan respetados y eficaces, en los Rolling Stones delante de cien mil personas, en los profesores eméritos, en el Papa o en los abuelos que cuidan de tantos nietos.

Quizá todo sea compatible o sea simplemente una cuestión de elección libre  y respetable de cada uno. Tal vez, Jubilalia sea la parte recreativa de una vida en la que todavía queda mucho por hacer o en la que no se ha tenido tiempo para nada. Me gustaría pensar que este no es un sitio en el que aparcar la vida cuando se cumple una determinada edad, pero tengo algunas dudas. A otro amigo le digo que yo nunca me jubilaré y me responde con un certero y frío “nunca digas nunca”.

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