Un agente con cresta y tatuajes anarquistas: las claves del caso del policía infiltrado al que cinco mujeres denuncian por abusos

Manifestación por el desalojo del centro 'okupa' de Can Vies
Manifestación por el desalojo del centro 'okupa' de Can Vies
EUROPA PRESS
Manifestación por el desalojo del centro 'okupa' de Can Vies

Abusos sexuales, tortura, revelación de secretos e impedimento del ejercicio de derechos cívicos. Este es el contenido de las querellas que han presentado esta semana en los juzgados cinco activistas del movimiento independentista catalán contra un supuesto agente de la Policía Nacional que se infiltró en este movimiento entre los años 2020 y 2022, y con las que presumiblemente mantuvo relaciones sexoafectivas sin ser conocedoras de que él era en realidad un policía que las estaba investigando. 

El caso ha  saltado a la luz mediática y ya ha hecho correr ríos de tinta e incluso políticos. El conseller de Interior de la Generalitat, Joan Ignasi Elena (ERC), ha pedido "explicaciones urgentes" sobre este asunto al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. 

Pero, ¿Qué se sabe hasta ahora de este caso con todos los ingredientes para protagonizar una trama de ficción? Recopilamos la información que ha trascendido hasta el momento de la historia.

Dani el activista antisistema

Le conocían como Daniel Hernández Pons, Dani, y entró a formar parte de los movimientos okupas independentistas en junio del año 2020. Estuvo infiltrado en este ambiente hasta octubre del año 2022 (cuando se desvinculó diciendo que se trasladaba a Dinamarca a trabajar) y en este tiempo trabó relaciones de amistad y también íntimas con hasta 8 mujeres, según ha trascendido. Ahora cinco de ellas se han querellado contra el que creían un compañero de causa cuando resultaba ser un policía. 

La actividad investigadora de Dani comenzó en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, donde comenzó a visitar con frecuencia el gimnasio del centro social okupado La Cinètika. 

Se fue integrando en la actividad reivindicativa y antisistema y llegó a participar en manifestaciones contra los desahucios y en algunos cortes de la avenida Meridiana promovidos por el independentismo. También en las protestas contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel. En una protesta contra el movimiento Desokupa durante un desalojo protagonizó enfrentamientos y fue multado.

Gran capacidad de mímesis

Dani se hizo rápidamente popular en el ambiente okupa soberanista de Sant Andreu por su personalidad extrovertida y bromista, y su estética no desentonaba con la del movimiento. Tenía tatuada en una rodilla una estrella del caos de gran tamaño que es un conocido símbolo anarquista. Lucía pendientes de aro, cresta y camisetas con mensajes antifascistas y contra la propia policía y participaba muy activamente en las fiestas y conciertos que se organizaban asiduamente.

Las acusaciones contra él

Estas mujeres se han sentido estafadas y lo han acusado esta semana por vía judicial de, entre otros, un delito contra la integridad moral y de abusos sexuales continuados bajo el argumento de que, si hubiesen sabido que se trataba en realidad de un agente de la Policía Nacional, no hubieran mantenido relaciones sexuales con él. 

"No he podido decidir", ha afirmado una de las denunciantes en una entrevista que ha concedido al semanario 'La Directa', el medio que ha destapado este caso. 

Las mujeres están siendo representadas por las abogadas de la entidad de lucha por los derechos humanos Irídia y el sindicato CGT Anaïs Franquesa, Mireia Salazar, Laia Serra y Sònia Olivella.

En el escrito remitido a los juzgados, las letradas exponen que el espionaje del agente como infiltrado en el movimiento soberanista al que pertenecen sus defendidas puede constituir un caso de "violencia sexual institucionalizada" al haberse valido de sus relaciones íntimas con ellas "para acceder a sus informaciones personales y políticas" dentro del independentismo catalán. 

Las abogadas argumentan además que el delito de agresión sexual se explica desde el mismo momento en el que "no puede haber consentimiento" para mantener dichas relaciones si este no es previamente "libre e informado". Este supuesto no se cumplió, aducen, en el momento en el que ellas no son conocedoras de la verdadera identidad del supuesto activista.

En sus textos, además, apuntan hacia una vulneración de derechos civiles de sus clientas, debido a que el objetivo real del policía infiltrado era "monitorizar movimientos sociales" y manifiestan que la infiltración de agentes únicamente tiene encaje legal "cuando se proyecta a la investigación de unos delitos tasados en el marco de la lucha contra el crimen organizado o el terrorismo". 

También argumentan tortura por parte del agente a sus defendidas al haberles provocado sufrimientos físicos y mentales y haber atentado "de manera directa contra su integridad moral" valiéndose de su identidad falsa, que ellas desconocían. 

Incluyen en sus acusaciones la de revelación de secretos, porque el policía obtuvo como infiltrado diversos datos personales de las activistas, entre ellos, sobre sus creencias, sexualidad y afiliación sindical, entre otros, que elevó a sus superiores jerárquicos en el marco de una investigación.

Explicaciones en sede parlamentaria 

El revuelo causado por este caso ha llegado hasta el Congreso de los Diputados. Las formaciones independentistas en el hemiciclo: ERC, Junts, PDeCAT, la CUP, BNG y Bildu, han exigido que el ministro de Interior Grande-Marlaska dé explicaciones en Comisión. 

Por su parte, el conseller de Interior catalán, Joan Ignasi Elena, se ha dirigido por escrito a su homólogo español para mostrarle su "extrema preocupación e indignación" ante "infiltraciones policiales en organizaciones sociales y políticas democráticas y legítimas", y ha exigido que se esclarezca «quién dio la orden de infiltración» y si esta fue bajo autorización judicial. 

Tras la reforma del Código Penal con la polémica ley del 'sólo sí es sí', se considera agresión sexual, "cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento".

Otro caso similar

El semanario 'La Directa' apunta a que el de Dani no sería el único caso de un policía infiltrado en el independentismo catalán y afirma que la Dirección General de la Policía ya infiltró a otro agente en los movimientos sociales de izquierdas catalanes que, curiosamente, se hacía llamar por el nombre falso de Marc Hernández Pons, compartiendo los mismos apellidos que con Dani. 

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