El escritor Mario Vargas Llosa no entiende el motivo por el que Isabel Preysler ha iniciado en su contra una campaña de desprestigio. Se lamenta de que el final de su relación haya estado marcado por filtraciones interesadas que buscan menoscabar su honor e intimidad. Él, que siempre ha intentado proteger su parcela más íntima, lleva semanas enfrentándose a comentarios insidiosos.

Si en un primer momento la reina del azulejo aseveró que rompió con el Nobel por su insoportable carácter y sus celos patológicos, ahora desliza que quiso romper con él hace dos años, pero que no lo hizo por pena. La filipina alude a la avanzada edad del peruano para justificar que aguantara tanto tiempo presa en una relación que la hacía totalmente infeliz.

El entorno de Vargas Llosa, por su parte, dice que fue él quien se planteó, hasta en dos ocasiones, escribir el punto final a su relación, pero que no lo hizo para evitar hacer el mismo ruido que ahora le ensordece.

El enfado comedido de Vargas Llosa

Le advirtieron. Le dijeron que haber decidido apartarse de la socialite le iba a costar más de un quebradero de cabeza. "Pero él quiso salir de allí y lo hizo completamente convencido de que no iba a volver. Cualquier otra versión es pura invención", dice a 20minutos la persona más cercana a él.

Ella, que maneja los tiempos de una prensa ávida de contenido, va destripando los entresijos de su noviazgo con una seguridad inquietante. Ahora ha bajado al barro para contar secretos de alcoba como que Mario Vargas Llosa le pedía que lo arropara y le diera un beso de buenas noches. Solo falta que cuente quién le llevaba el colacao a la cama para que Isabel Preysler acabe siendo la nueva Belén Esteban.