Miquel Ricart, el ebanista antisocial y único condenado por el triple crimen de Alcàsser, regentaba muy demacrado un 'narcopiso'

Miquel Ricart, en una foto de archivo.
Miquel Ricart, en una foto de archivo.
EFE
Miquel Ricart, en una foto de archivo.

Dirigía un 'narcopiso' en el Raval de Barcelona a sueldo de un clan dominicano. A eso se dedicaba ahora Miquel Ricart, el único de los convictos por el crimen de Alcasser que cumplió condena por torturar, violar y asesinar a tres adolescentes de ese municipio.

Una operación conjunta de Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona cuyo objetivo era desmantelar el narcopiso se topó con la sorpresa de que el objetivo de la actuación era un viejo conocido, condenado en 1997 y que salió en libertad en 2013 pese a que sus penas sumaban 170 años de prisión. 

A sus 53 años, sorprendió a los agentes que lo detuvieron precisamente por el importante cambio físico. Su experiencia con las drogas le ha dejado visiblemente demacrado.

Miguel Ricart, uno de los asesinos del crimen de Alcasser, era detenido este 20 de diciembre por liderar un narcopiso en el Barrio del Raval de Barcelona.

Ricart salió del centro penitenciario de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) en noviembre de 2013, tras ver reducida su sentencia a 21 años por la suspensión de la denominada doctrina Parot, que estableció la redención de penas aplicables a cada condena. Sin embargo, esta no es la primera vez que se le vincula con el mundo de las drogas.

Su detención se produce, además, un mes después de que el Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira, que dirige la investigación de la pieza separada del caso Alcàsser que permanece abierta, haya ordenado o autorizado varias pruebas de restos hallados en la fosa donde fueron enterradas las tres menores tras ser asesinadas.

Ricart ha pasado cerca de la mitad de su vida en prisión y sale en libertad tras 20 años encerrado, con la duda de si será posible su reinserción social.

Ricart fue el único procesado por los asesinatos de Toñi, Miriam y Desirée, cuyos cuerpos fueron hallados semienterrados en enero de 1993 -hace ahora 29 años- en un paraje montañoso de la localidad de Tous. 

Miquel Ricart presentaba al salir de prisión un aspecto más grueso y sin la barba rubia. Pero en esta última detención se le ha podido ver muy demacrado fruto del consumo de sustancias estupefacientes. En el pasado ha sido definido como agresivo, antisocial y narcisista.

Una infancia de desamparo

La vida de Ricart ha estado marcada por una carencia de afectos familiares desde la infancia.

Perdió a su madre cuando contaba con 3 años y ha tenido una mala relación con su padre que ha repercutido en su carácter, según uno de los informes psicológicos que le fue realizado.

También influyó en su vida un cambio de centro escolar (del colegio Juan Bosco a la Universidad de Cheste); el abandono de este centro al perder una beca por su bajo rendimiento, y la salida del hogar a los 18 años.

Todo ello generó en Ricart un deseo de ganar el afecto, quedar bien y sentirse querido por los demás, lo que unido a la influencia de determinadas compañías desde que abandonó el domicilio familiar, moldearon un comportamiento antisocial.

Fue consumidor habitual de heroína, aunque aseguraba no tener dependencia, pero en su personalidad se hace patente la tendencia a mentir y el narcisismo; a pesar de que no tenía ningún trastorno mental de tipo psicótico, sí rayaba el límite de la psicopatía.

Con la única familiar que guardó cierta relación fue con su hermana, mientras que con su pareja, con la que mantuvo durante poco tiempo una relación problemática, tuvo una hija que, según declaró, es un "punto central" en su vida y a la que quería "más que a sí mismo".

Vivió con Antonio Anglés

Ricart, quien tiene un coeficiente intelectual normal, era ebanista de profesión, aunque trabajó en todo lo que tuvo oportunidad, y residió un tiempo en casa de Antonio Anglés, el supuesto autor material de los asesinatos y en paradero desconocido.

Aunque el único encarcelado por el triple crimen confesó los hechos en su primera declaración, posteriormente atribuyó ese reconocimiento a las amenazas y torturas que afirmó haber sufrido, y sus últimas palabras en el juicio, celebrado a mediados de 1997, fueron para declararse inocente y afirmar que tenía la conciencia tranquila.

Desde entonces, la vida de Ricart ha transcurrido fundamentalmente en la prisión de Herrera de la Mancha, donde se le concedió un segundo grado que fue anulado después de que el fiscal lo recurriese por considerar que era un sujeto "agresivo y antisocial", que tenía altas posibilidades de reincidencia.

Vinculación con las drogas

La Asociación Clara Campoamor, que ejerce la acusación popular, destaca que Ricart no ha reconocido el crimen, no se ha arrepentido, no ha pagado las indemnizaciones ni ha pedido perdón, y además, fue un preso que ha protagonizado "faltas de disciplina".

El único condenado por el crimen de Alcàsser pasó cerca de la mitad de su vida en prisión. A su salida no ha logrado mantenerse en el anonimato. 

La prensa ha conseguido contactar con él en más de una ocasión. También la Policía. Hace un año Ricart fue descubierto dentro de un piso okupado del distrito de Carabanchel, Madrid cuando presuntamente iba a comprar droga. Y ahora, los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona lo han detenido como presunto encargado de un narcopiso del Raval. Está acusado de tráfico de drogas.

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