Miguel Ángel Tobías Director y Productor de Cine
OPINIÓN

¿Quiénes somos?

Un ejecutivo.
Un ejecutivo.
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Un ejecutivo.

Vivimos en un mundo que está saturado de apariencia desde que nacemos. Ya de pequeños, en función de nuestras circunstancias, hemos sido protagonistas o receptores de frases del tipo: "mi padre es el director de…" o mi "madre es la jefa de…", como si eso otorgará al propietario de la sentencia de una identidad especial y le/nos colocara en una posición de superioridad con respecto al resto de la comunidad. 

Y así hemos crecido, con este perverso concepto grabado a fuego, de tal forma que al llegar a adultos lo hemos hecho nuestro. Y digo perverso porque, ¿acaso dicen algo bueno o malo de mí, los logros de mi padre?. Pero más aún, ¿acaso dicen quién soy?.

Al llegar a mayores, acabamos confundiendo nuestra identidad y la de los demás en función de lo que hacen o hacemos. Así, cuando conocemos a alguien, la segunda pregunta que le formulamos o que nos formulan después del nombre, es "¿en qué trabajas?", y en función de la respuesta catalogamos y cosificamos a esa persona, colocándola en una posición concreta de valoración, respeto y consideración, o de falta de ella. 

La adversidad, la enfermedad y la muerte nos iguala a todos los seres humanos

Qué vergüenza, ¿verdad?. Qué falta de inteligencia, de empatía, de comprensión del mundo y de la vida, de humanidad… incluso hacia nosotros mismos. Si reflexionáramos, nos daríamos cuenta de que, hasta quién nosotros considerásemos que es muy importante por su profesión o su cargo actuales, o nosotros mismos, y aunque nadie nos apee de nuestro pedestal en nuestros años profesionalmente útiles, en un tiempo pasaremos a ser jubilados. Ya sin el mismo poder, ni estatus, ni consideración por la sociedad que hemos creado. 

Por eso es muy importante, para nuestra propia salud psicoemocional y para no dañar a lo largo de nuestras vidas a otros seres humanos que tienen nuestra misma dignidad, que cuanto antes reflexionemos sobre la importancia de no confundir a la persona con "el personaje"; de no juzgar y clasificar a las personas por su trabajo; de no creernos más o menos que nadie por ocupar una posición determinada en esta vergonzosa y vergonzante escala social que hemos construido. A todos nos irá mejor y seremos mejores personas. 

Ojalá lo hagamos y seamos conscientes de que la adversidad, la enfermedad y la muerte nos iguala a todos los seres humanos, y no cometamos el triste, injusto, y penoso error de confundir quienes somos en función de cómo nos ganamos la vida.

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