OPINIÓN

Fortuna

Mano de bronce del siglo I a. c.
Mano de bronce del siglo I a. c.
GOBIERNO DE NAVARRA
Mano de bronce del siglo I a. c.

El descubrimiento de la inscripción de la mano de Irulegi en Navarra ha conllevado muchas satisfacciones para aquellos que amamos la historia y la lengua: no solo es el primer testimonio escrito del vascónico, lengua predecesora del euskera, sino que sirve para confirmar la hipótesis de que existía una grafía que lo reflejaba, un sistema que nos remite al siglo I a. C. y que despeja algunas incógnitas acerca de si los vascones estaban alfabetizados o no. Hasta entonces se había encontrado algún nombre propio suelto, inserto en inscripciones en latín, pero esta plancha muestra un breve texto, apenas cinco palabras, de las que la primera palabra ya ha sido traducida.

Sorioneku. Afortunado. Fortuna. Suerte. Zorionak, felicidades, es una palabra que quizás suene incluso a quienes no saben euskera. La mano de bronce en la que se ha descifrado era, al parecer, un amuleto que colgaría en la puerta de la casa, más o menos del tamaño de una mano real, con un agujerito para su cuerda o para un clavo, una prenda de buena suerte. Desconocemos si alguien la compró o la fundió con sus proporciones de estaño y cobre, o si, como suele ocurrir con los objetos mágicos, era un regalo de alguien que quisiera bien a esa familia.

La mano se hundió con la casa cuando el poblado en el que ha aparecido se incendió y se destruyó: no sabemos qué ocurrió. Eran los tiempos de las feroces guerras sertorianas, con su táctica de tierra quemada, que llevaron a Calagurris al canibalismo por asedio. Quizás el amuleto cumplió su función y los habitantes de la casa huyeron y se salvaron. Las vigas y ladrillos protegieron este objeto que trae un mensaje de buen agüero: sorioneku. Ese buen deseo sobrevive al tiempo, encierra algo conmovedor, como si sorprendiéramos una imagen íntima congelada en el bronce. Lo primero que leemos en protovasco es, qué hermoso, una bendición. 

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