OPINIÓN

Sedición

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
EUROPA PRESS
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En el mundo trumpista de los Estados Unidos, de España y de Cataluña, la Tierra es plana. Ejemplo: la derogación del delito de sedición. Para Waterloo y toda su palmería lo pactado en la mesa de diálogo entre el gobierno de España y el de la Generalitat, es simple y llana traición. En otras palabras, es renunciar a la independencia y facilitar las cosas para que puedan ser extraditados los que están en Bélgica.

Ahora, como se sabe, PSOE y ERC están abordando la reforma del delito de malversación. Si llegan a un acuerdo, ¡ojalá!, también será traición.

¿Quién está a favor? La mayoría que hizo a Pedro Sánchez presidente del gobierno. ¿Quién está en contra? Los extremos: VOX, Cs, PP, Junts (Waterloo) i la CUP.

¿Los extremos están en contra? Bingo, Pedro Sánchez y Pere Aragonès (Oriol Junqueras) han acertado. Sin ninguna duda.

El problema de Waterloo y de la facción trumpista de Junts, que le hacen de palmeros, es que la estrategia de la “confrontación inteligente” que nadie, ni sus seguidores saben lo que es, no ha dado resultados. En cambio, la mesa de diálogo, sí: indultos y derogación del delito de sedición.

A los de la desobediencia que nunca desobedecen el anuncio de Sánchez les pilló con el pie cambiado. Antes del anuncio pedían la derogación y no una reforma. Cuando se anunció la derogación, dijeron que era una reforma. Como no pudieron continuar engañando a sus feligreses, pasaron a decir que lo que se pretende es salvar a “los líderes” y castigar “al pueblo”. Así, todo junto y sin ruborizarse.

Como no podía ser de otra manera, la ANC, el brazo de agitación de Junts, ya ha convocado una manifestación para el día 6 de diciembre.

El juguete de Waterloo, el Consell de la República -nótese la preposición “de”, que denota fantasía- acusó a los republicanos “de querer acabar con el activismo de base y con el exilio”. ¡Cómo pasa factura el realismo mágico

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