Perros

Dogo español, lobito herreño, podenco orito... Razas caninas españolas en peligro de extinción o situación vulnerable

Un lobito herreño.
CEDIDA por RSCE.

En España tenemos 24 razas caninas autóctonas reconocidas. Trece de ellas están admitidas por organismos caninos internacionales como la Federación Canina Internacional (FCI), y once están admitidas solo por la Real Sociedad Canina de España. Razas que, una vez alcancen una serie de requisitos que exigen estas asociaciones internacionales, podrán ser propuestas para su reconocimiento fuera de nuestras fronteras, como es el caso del ratonero valenciano o gos rater valencià, que es la última raza española que ha alcanzado dicha condición y se encuentra en fase de reconocimiento por la FCI, título provisional que deberá ostentar durante 10 largos años, hasta su admisión definitiva.

Además de estas 24 razas reconocidas, hay otras nueve razas en fase de recuperación, como el can de palleiro o el villano de las Encartaciones, y la Real Sociedad Canina de España tiene otra categoría de Grupos Étnicos Caninos, que recoge poblaciones caninas nativas de nuestro país en proceso de reconocimiento de raza. Durante esta fase, se establecen programas de cría con la finalidad de alcanzar un número de ejemplares que garanticen la variabilidad genética y líneas de sangre sanas, hasta alcanzar el estatus de raza canina de pleno derecho. En el momento presente, hay cinco razas dentro de esta categoría, que son el dogo español, el lobito herreño, el podenco orito y el carea castellano-manchego.

 “En España ponemos especial atención a las razas caninas autóctonas que están en situación de desaparecer y cuyo baremo establecemos en menos de 100 registros de cachorros al año”, nos informa José Miguel Doval, el presidente de la RSCE, “el primer paso es mantener el contacto con los clubs de raza”, explica, “y crear programas conjuntos para que haya una tendencia en alza y garantizar la supervivencia de ese grupo étnico canino”. En el 2021, la RSCE pidió al Gobierno que declarase a todas las razas caninas autóctonas españolas Patrimonio Inmaterial, Cultural, Histórico, Genético y Etnológico para ayudar en la conservación, supervivencia y continuidad de nuestras razas, aprovechando que se trabaja en la nueva Ley de Protección y Bienestar Animal y la incorporación de un marco jurídico en el proyecto de ley aún puede ser viable.

Esta garantía de supervivencia sería alcanzar un número nada desdeñable de 400 a 500 ejemplares, pero existen otros problemas que hacen difícil mantener un registro fehaciente y actualizado de ejemplares al existir muchos perros de razas autóctonas y muy populares en sus comunidades o por su funcionalidad de trabajo pero que no están bajo ningún tipo de censo. José Miguel pone como ejemplo al perdiguero de Burgos —una de nuestras razas nativas reconocida tanto por la RSCE como por la FCI—, un perro de caza tipo braco cuya subsistencia está razonablemente asegurada, pese a que en asociaciones como la RSCE tan solo hay una media de 50 registros al año, “pero sabemos que existen muchísimos perdigueros de Burgos que no están controlados de forma oficial en el libro de orígenes”, puntualiza. De todas las razas autóctonas españolas en total, quince de ellas se encuentran bajo lupa al no alcanzar los 100 registros anuales, y por lo tanto, incluidas en los programas de recuperación y conservación.

La RSCE quiere facilitar que el censo de estas poblaciones caninas autóctonas se actualice y se oficialice, por lo que desde esta organización cinológica están desarrollando programas para acercar sus prácticas al campo y a zonas rurales de manera que los propietarios de estos ejemplares que viven al margen de los canales coordinadores los incluyan en los registros oficiales. “Ayudas económicas, descuentos en servicios en la RSCE... Estamos muy comprometidos en incentivar que estas razas españolas sean más conocidas. Hay que promocionar a las razas españolas”, reitera su presidente. También tenemos razas caninas autóctonas que en nuestro país de origen no tienen tanta demanda en comparación al extranjero, como es el ejemplo del mastín del Pirineo, muy apreciado en Estados Unidos y Canadá y el podenco ibicenco. Esta última, por cierto, fue la primera raza española que alcanzó el reconocimiento de otras organizaciones internacionales como la Federación Canina Internacional.

Que nos conste, hay dos razas españolas que se han extinguido definitivamente, que se tratan del perro de Punta español, que pudo ser el precursor de algunas razas de caza tan populares como el pointer moderno, y el gorgas, un perro de origen valenciano que era el favorito del monarca Carlos III. Aún existía a principios del siglo XIX, de donde conservamos escasísimas fotografías de este animal, pero desconocemos qué pudo suceder hasta su total desaparición.

Ante el arduo, prolongado y a menudo costoso proceso de recuperar y conservar una raza canina que se encuentra en situación vulnerable de desaparición, instituciones como la Real Sociedad Canina cuenta con su propia vocación, con el empeño de los clubs de raza y con las comunidades autónomas: “desgraciadamente, los perros están en una situación un poco rara a nivel administrativo en España”, comenta José Miguel, “la ayuda en los programas de cría son mayores desde las comunidades autónomas que a nivel nacional”. Ejemplos de ello es el compromiso que han mostrado públicamente el Ayuntamiento de Jerez con el ratonero bodeguero andaluz y el Ayuntamiento de Vila-real con su ratonero valenciano, ambas razas declaradas como Patrimonio Cultural y por ende, alcanzar un estatus protegido. También han dado un paso adelante para la protección de sus razas en el conjunto de las Islas Canarias, cuyo Parlamento declaró por unanimidad a todas las razas autóctonas —doce razas ganaderas, incluyendo una abeja melífera, el dromedario canario y cuatro razas caninas— como patrimonio cultural, genético y etnológico.

José Miguel Doval lo tiene claro, y poseemos un riquísimo patrimonio canino de razas autóctonas que deben contar con mayor visibilidad, “desde la Real Sociedad Canina de España estamos muy comprometidos para promocionar nuestras razas autóctonas y por ello hemos escrito un libro junto al Ministerio de Agricultura, España a través de sus razas caninas, hemos ampliado la superficie destinada a estas razas en las exposiciones caninas y realizado folletos informativos”.

Es más que probable que a la hora de adquirir un perro de raza específica porque encaja y es compatible en nuestro estilo de vida o por sus capacidades funcionales para la realización de una tarea, pasemos por alto razas españolas autóctonas que podrían cumplir sobradamente nuestras condiciones y que, por desconocimiento, no nos planteamos. Asociaciones como la Real Sociedad Canina de España puede ser un buen punto de partida para informarnos y, de paso, colaboraremos para conservar nuestro patrimonio canino.