Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La derecha vuelve a tomar las riendas en Israel

El líder del partido Likud y ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
El líder del partido Likud y ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
EUROPA PRESS
El líder del partido Likud y ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Las elecciones parlamentarias celebradas ayer en Israel –las quintas en cuatro años– han devuelto el poder a la coalición de derechas más radical y anti palestina que encabeza el incombustible Benjamín “Bibi” Netanyahu. En espera de que se cierren los recuentos y se reorganice la coalición, tarea ardua ante la proliferación de partidos religiosos exigiendo puestos en el Gobierno, las perspectivas de un cambio en la actitud de cambio de la situación de cinco millones y medios de palestinos que ocupan la mitad del territorio, se esfuman.

La coalición de centro izquierda que gobernó el último año, liderada por el actual primer ministro, Yair Lapid, se ha hundido y, como manifestó el propio aspirante a la elección, la esperanza es que algunos de los pequeños partidos que esperan el final del escrutinio –aún falta un 20%– acaben obteniendo escaños que den presencia activa a la oposición al radicalismo que se espera de Netanyahu y su mayoría aplastante.

Como es habitual desde hace mucho tiempo, la política de Israel compatibiliza un excelente nivel de desarrollo e influencia internacional con el problema que plantea la comunidad palestina y sus exigencias por consolidarse como un Estado. Cuenta para ello con un amplio apoyo internacional. En la última sesión plenaria de la ONU, celebrada hace dos meses, el primer ministro Lapid había apuntado en su discurso la vieja tesis de crear dos estados en el territorio como vía para poner fin al conflicto que cada algún se tiempo se recrudece con violencia.

Lapid se limitó a pronosticar de manera ambigua, aunque comprensible: “Podrán retrasarlo todo, pero no detenerlo”

Pero las tibias esperanzas creadas por sus palabras entre los palestinos se esfuman ante la clara derrota sufrida ayer por la coalición más dialogante. Con Netanyahu de nuevo al frente del Ejecutivo, como ya dejó constancia en dos legislaturas pasadas, es previsible que las relaciones con los palestinos vuelven a enconarse. Netanyahu y más aún los partidos ultra ortodoxos que le apoyan, rechazan de plano la idea de dos estados que de mantenerse la situación podrían al final podrían ser tres dada la división entre los palestinos díscolos de Gaza y los de la Cisjordania donde se halla radicado el Gobierno de la llamada Autoridad Nacional Palestina (ANP) que preside Mahmud Abbas en Ramala.

El primer ministro saliente asume la derrota con mucha serenidad. Ante la descripción del resultado de los comicios como una “revolución derechista, religiosa y autoritaria”, Lapid se limitó a pronosticar de manera ambigua, aunque comprensible: “Podrán retrasarlo todo, pero no detenerlo

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