Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Carmen Linares y María Pagés, la emoción de romper con el protocolo

Carmen Linares y María Pagés, la belleza irrepetible en los Premios Princesa de Asturias
Carmen Linares y María Pagés, la belleza irrepetible en los Premios Princesa de Asturias
RTVE
Carmen Linares y María Pagés, la belleza irrepetible en los Premios Princesa de Asturias

Carmen Linares y María Pagés rompieron el protocolo, dicen los guionistas de la actualidad. Pero, en realidad, había un micrófono preparado para salir a escena. Ya se sabe, la mejor improvisación es la que está muy ensayada.

Linares y Pagés acababan de recoger su Premio Princesa de Asturias de las Artes y, de repente, quitaban el corsé institucional al acto oficial para remover con las emociones de su flamenco. 

Los premios acostumbran eternos discursos de agradecimiento que, al final, nadie suele escuchar demasiado. El público sólo atiende cuando se acude a la experiencia que aporta. Esa experiencia que viene de la vivencia expresiva, del nervio de la confesión cómplice que no se va a repetir jamás.

Linares y Pagés lograron ese momento único, que intuyes no volverá a suceder. Dejaron a un trajeado señor los diplomas del reconocimiento para, libres, traer a Juan Ramón Jiménez directo a octubre de 2022. Con la voz, con la piel, con la mente, con el arrebato. 

"No estaba en el guion", recalcaban los locutores de la retransmisión de TVE. Pero la realización televisiva estaba lista para gozar e hizo inmortal el instante con esa serenidad que no se pierde en rimbombancias. Acudiendo al primer plano: para escuchar a Linares también a través de su expresividad. Coqueteando con el plano de relación: para sentirse en medio de cómo la voz de Carmen baila con el mantón de María. Y viceversa. Hasta lanzándose a un arriesgado movimiento de cámara, de abajo a arriba:  para plasmar cómo canta el cuerpo. Porque la piel también canta. Y, detrás de todo, presente, la Familia Real asistiendo a la actuación en un protagonista segundo plano.

A veces, la imagen dice más que todas las palabras. Carmen Linares y María Pagés no se quedaron en la teoría y se sumergieron en la práctica. No podía ser de otra manera. Sólo estaban siendo coherentes con su  flamenco, generoso y hábil desaprendiendo los corsés de la tradición para mantenerla viva y seguir retratando el tiempo, que no puede esperar. Porque, sí, avanzar sólo se avanza rompiendo con arte los protocolos. 

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