Isabel II, la reina "normal" que conquistó al mundo: Robert Hardman desvela el lado más personal de la monarca en su última biografía

La reina Isabel II.
La reina Isabel II.
GTRES
La reina Isabel II.

No nació para ser reina, pero cumplió con su deber hasta el final sin renunciar, con la cabeza alta y convirtiéndose en un icono del último siglo no solo en el Reino Unido, sino también en todo el mundo. Isabel II llegó al trono en 1952, cuando apenas tenía 25 años, tras la muerte de su padre, Jorge VI, quien se vio abocado a representar al pueblo británico por la abdicación voluntaria del rey Eduardo VIII. El reinado de la monarca duró más de siete décadas y terminó el día de su muerte, el pasado 8 de septiembre, a los 96 años de edad.

Conoce muy bien su historia Robert Hardman, periodista de referencia de la familia real inglesa. Acaba de publicar su último libro, Isabel II, vida de una reina (Planeta), una extensa biografía sobre la que habla con 20minutos, entre sorbos de té, en el hotel Westin Palace de Madrid.

"Isabel II comprendió cuál iba a ser su futuro cuando solo tenía 10 años. Me dejó leer sus diarios y, cuando comprendes sus procesos de pensamiento, sabes la presión que vivió de adolescente y las experiencias que marcaron su vida. Entendió su deber como su destino, no como un trabajo", avanza.

Robert Hardman, biógrafo de la Casa Real británica.
Robert Hardman, biógrafo de la Casa Real británica.
GEMA CHECA

De Isabel II suele destacarse su capacidad para dirigir a su país frente a los retos que traían consigo los cambios sociales. De hecho, Hardman asegura que la historia de la reina "narra la nuestra": vivió una guerra mundial, se enfrentó a crisis constitucionales, salvó a la Commonwealth, fue testigo de las idas y venidas de una retahíla de primeros ministros –en total, 16–, fue halagada y criticada por la prensa y condujo a su familia a través que los escándalos que amenazaron la pervivencia de la monarquía.

Estos son hechos de sobra conocidos, pues el reinado de Isabel II, el más longevo de la historia del Reino Unido, se ha abordado en decenas de libros y se ha llevado a la ficción a través de la serie The Crown. Pero, ¿qué no es cierto sobre su figura? Hardman lo tiene claro: empieza por profundizar en su faceta más cercana, esa que se ocultaba tras su carácter pragmático y casi imperturbable.

"Digan lo que digan, era cálida y graciosa, muy humilde. De hecho, no le gustaba dar órdenes. Una vez, cuando Carlos era pequeño, sacó a pasear a los perros y volvió sin las correas. Ella le dijo que las buscara, porque no las regalan. En realidad, le gustaban las cosas normales". ¿Cómo qué?, preguntamos. "Por ejemplo, le gustaba hacer barbacoas para la familia en Balmoral, y era ella misma la que servía la comida y la que, después, pedía fregar los platos. A los visitantes les costaba mucho aceptar esto. Se escapaba de esa parte oficial y era una persona común. Al final, eso es parte de ser una reina", dice el autor, que, por desmentir algo, también quita hierro a la supuesta relación tirante que la reina mantenía con la primera ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990, Margaret Thatcher.

"Ella la admiraba muchísimo. Solo hay que ver que hizo únicamente dos funerales de Estado para dos primeros ministros: Winston Churchill y Margaret Thatcher. En The Crown se llega a decir que hubo una conspiración por parte de la Casa Real, pero en realidad fue el director de prensa de la reina el que desató el escándalo en unas declaraciones al Sunday Times. Ambas partes entendieron el malentendido, pero en la serie esto no se cuenta. Se han dicho muchas estupideces", apunta.

El escritor resalta, además, la capacidad de la reina para "perdonar", sobre todo a partir de 1992, su annus horribilis, etapa tras la que "se agarró más que nunca a la fe". "Esto se suele infravalorar en lo que leemos de ella, pero dice mucho de su forma de ser". Por aquel entonces, las tensiones entre la familia aumentaron: la duquesa de York fue fotografiada con un magnate del petróleo mientras los príncipes de Gales se mostraban cada vez más distanciados, la princesa Ana se divorció, y a la separación entre Carlos III de Inglaterra y Diana de Gales se sumó la trágica muerte de la princesa en un accidente en París, en 1997.

Dos décadas después, los duques de Sussex abandonaron la Casa Real, denunciando más tarde los desprecios que habrían sufrido por parte de su familia, que reaccionó "estrechando sus lazos". La reina nunca se mojó. "Pese a ello, apreciaba a Meghan Markle, y también a su nieto", dice Hardman, que, por lo que alcanza a saber, ve "posible" la reconciliación entre los hermanos Harry y William. ¿Es optimista, también, con el reinado que inicia Carlos III? ¿Estará a la altura? "Cada monarca es distinto. Pero sí, será un buen rey, seguro. Ha heredado la calma de su madre".

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