Entrevista

Soleá Morente: "No hay que echar culpa a la tradición para defender una ideología que no permita la evolución"

Fuera de contexto: Soleá Morente.
Fuera de contexto: Soleá Morente.
Fuera de contexto: Soleá Morente.
Fuera de contexto: Soleá Morente.

Soleá Morente, 1985, Madrid.

Soleá Morente se acaba de mudar a un pequeño estudio del centro, donde convive con un órgano donde compone, un burro con la ropa que usa en la gira, una mesa donde escribe y decenas de mujeres que le acompañan desde las estanterías; Carmen Laforet, Gloria Steinem, Alejandra Pizarnik o la última Premio Nobel, Annie Ernaux… "Mi biblioteca está a tope de mujeres", me dice. 

Lo de ser una gran lectora no es casualidad, estudió filología hispánica, una decisión en la que su padre, Enrique Morente, tuvo mucho que ver: "Mi padre era un gran lector, y de las cosas más bonitas que he heredado de él, ha sido una gran biblioteca, muchos libros que hay aquí eran de mi padre".

Libros y un apellido, que es una suerte y una losa en más de una ocasión, admite sincera: "Me considero muy afortunada de haber nacido en una familia tan maravillosa, pero a veces la crítica te mira con lupa y en una sociedad donde se recurre mucho a la comparación y la competencia… no te voy a negar que ha sido complicado a veces".

La sombra de una hermana como Estrella Morente, la primera que siguió los pasos de su padre y, hoy día, una de las mujeres más relevantes en el mundo del flamenco, y un hermano pequeño con la personalidad de Kiki Morete, me asegura que ha hecho que ser la del medio no siempre sea fácil. "Mis hermanos tienen un gran carácter y yo siempre en el medio poniendo paz y equilibrio", me dice entre risas.

Una familia que, elegida e inevitablemente, está muy presente en su trabajo. Su último disco, Aurora y Enrique, cuya gira está concluyendo, versa sobre la historia de amor de sus padres con una portada en la que ambos son los protagonistas: "Me dije: estoy loca, qué responsabilidad, qué he hecho, cuando veía la foto de mis padres cantando y bailando en el teatro Olimpia".

Aunque en su música ella es ecléctica, diluye fronteras y etiquetas, para esto del amor, me dice, es más purista y romántica: "Quiero creer que un amor para siempre no es imposible". 

Siento que me puedo comunicar mejor en otros circuitos que en el flamenco y, viniendo de donde vengo, eso es un poco triste

Positiva también, aunque con más dudas, hablamos del papel de la mujer en una sociedad y en un sector, el de la música, en el que queda mucho por hacer. "Sí que ha habido situaciones complicadas de dominio masculino que me han dificultado ser mujer", admite. Pero lejos de frenarla le han dado impulso: "Soy mujer, tengo un cuerpo de mujer y así siento, vivo y lo expreso en mis canciones, es un compromiso y casi una obligación, diría yo".

Ser una Morente no le impide ser crítica, habla claro, sin tapujos, de un mundo, el del flamenco, al que está indisolublemente unida. "Para mí no está siendo fácil, siento que me puedo comunicar mejor en otros circuitos que en el flamenco y, viniendo de donde vengo, eso es un poco triste", y añade firme: "No hay que echar la culpa a la tradición para defender una manera de vivir, una ideología, que no permita la evolución y el desarrollo de uno mismo".

Nombra a sus referentes, La niña de los peines, Carmen Amaya, Camarón, Paco de Lucía, Manolo Caracol, Lola Flores y, por supuesto, su padre, y me asegura que eran más modernos que los de ahora: "Nos dan mil vueltas… las etiquetas yo me las arranco, me las quito porque me dan alergia". 

Una voz valiente, segura y sin complejos que no solo nos regala sobre el escenario, sino también en las ondas con su programa en Radio 3, Cariño soy de otro planeta, un espacio donde repasa la música que marca su vida, habla de libros y, una vez más, un proyecto en el que se vuelca, se derrama, porque no entiende la vida de otra manera, y eso es muy Morente, pero sobre todo, es muy Soleá.

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