Entrevista

Eusebio Poncela: "Ser desobediente, rebelde, contestón e imprevisible debe pasar factura"

Fuera de contexto: Eusebio Poncela.
Fuera de contexto: Eusebio Poncela.
Bieito Álvarez
Fuera de contexto: Eusebio Poncela.
Entrevista a Eusebio Poncela.
BIEITO ÁLVAREZ

Eusebio Poncela, 15 de septiembre de 1945, Madrid.

Estar con Eusebio Poncela es revivir la historia de este país, su cuerpo es un mapa del cine, del teatro, de la vida, en definitiva, de los últimos 60 años, porque si algo ha hecho es vivir, con todas sus fuerzas y con las que apenas le quedaban en determinados momentos.

Hoy, más tranquilo, vive alejado en la montaña, ama la naturaleza, aunque ni siquiera allí encuentre la calma: "La paz es como la felicidad, una cosa muy fugaz que se va rápidamente". Hablamos rodeados de libros, en la librería Antonio Machado, una segunda casa para él, porque las librerías y los bares siempre le han dado muchas alegrías.

Casi 80 años de vivencias acumuladas que no le han dejado cicatrices, por lo menos por fuera. Está delgado, en forma y aunque se esconde tras sus gafas de sol —"hay que tener un par para llevar un par"—, se pueden apreciar unos ojos inquietos que rezuman inteligencia: "Para soportar el paso del tiempo hay que ser inteligente, es una cuestión de inteligencia".

Para soportar el paso del tiempo hay que ser inteligente, es una cuestión de inteligencia

Un tiempo al que ha conseguido hacer su cómplice, su amigo: "Tengo buena genética, papá era deportista y a pesar de que yo me haya pasado cuatro pueblos y cinco villas siempre he tenido esa disciplina… A mí me gusta mucho la disciplina, sin disciplina no llegas a nada en la vida".

Parece mentira escucharle esto cuando una vez estuvo enganchado a la heroína. "De la heroína se sale con un par y un poquito de metadona". Tiempos duros que parecen no haberle pasado factura, lo que sí lo ha hecho es la rebeldía, algo que conserva como un preciado tesoro: "Pasa factura y, además, debe, el hecho de que seas desobediente, rebelde, contestón e imprevisible debe pasarla… es muy estimulante".

Eso sí, una rebeldía distinta: "No es la misma rebeldía la que tienes a los 16… luego hay otra matizada… y esa es fantástica porque es la que te permite hablar contigo mismo de tú a tú".

De la heroína se sale con un par y un poquito de metadona

Icono del cine más independiente y el actor por excelencia de la Transición, cuando hoy echa la vista atrás, me asegura que las cosas no han cambiado tanto en algunos aspectos. Fue en 1987 cuando se estrenó la película de Almodóvar La ley del deseo. donde tenía una escena de sexo con Antonio Banderas.

Hoy, 35 años más tarde, vuelve a interpretar una escena similar en El beso de la mujer araña, la obra de teatro que acaba de estrenar en el Teatro Bellas Artes y que dirige Carlota Ferrer: "Puedes ver a gente, a muchachos con manos enlazadas en Madrid, pero todavía en sitios como Buenos Aires te pueden tirar una piedra o darte una hostia, si estamos hablando de que cambien las cosas, pues van muy lentas, cojones".

Para mí el arte es pasional, es tan pasional que te puedes encabronar

Un hombre directo y que ama el directo, por eso lo suyo es el teatro: "Yo soy una loba de Sumatra en el escenario, entonces encaro y me lo paso de puta madre y… en el cine lo puedes hacer, pero es como entrecortado, es como un polvete rápido".

Un superviviente al que le siguen poniendo los retos, por eso pinta: "Para mí el arte es pasional, es tan pasional que te puedes encabronar". Si al final, va de eso, de vivir intensamente y dejar huella, Eusebio Poncela, ha hecho los deberes.

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