Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

La política y los meritorios digitales

El error apareció por primera vez la semana pasada.
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Hubo un tiempo no muy lejano, en esta misma galaxia, en el que el mérito y el esfuerzo eran capacidades basadas en la inteligencia y en el espíritu de superación. De aquellos meritorios de ese pasado reciente que se afanaban dignamente en trabajar y evolucionar, hemos pasado al necio meritorio cuya principal virtud en política es hacer lisonjas virtuales, a expensas de que por acumulación de likes y fotografías, caiga un Ministerio o una Subsecretaría. Es una deriva a la estupidez de la que no está exenta ningún partido político, y en la que no hay sesgo por razón de edad, sexo o religión. Lo hacen todos y tan felices. Pero lo peor es que algunos solamente hacen eso durante todo el día. Nada más.

Al alba y de buena mañana hay que ser el primero en poner ‘me gusta’ a los líderes políticos que, objetiva o subjetivamente, puedan tener capacidad para colocar al meritorio en un cargo público o en unas listas electorales. Al futuro trabajo por el ‘me gusta’. Si hubo un tiempo en el que el meritorio estudiaba y se formaba en alguna disciplina o especialidad, esa época ha sido sustituida por la era del esfuerzo digital del dedo compulsivo en el like de cualquier dispositivo electrónico. Si, además del like, el meritorio es capaz de hilvanar algún comentario proclive a la causa, mejor que mejor. Los hay que, en pleno proceso de evolución conductista, ‘homo erectus’ digital, utilizan expresiones complacientes al uso de las que emplea el líder. Del ‘gagaísmo’ al ‘gogoísmo’. Los mismos que se adaptan, sin solución de continuidad, al argot que mejor calienta.

De aquellos meritorios que se afanaban en trabajar y evolucionar hemos pasado al necio cuya principal virtud en política es hacer lisonjas virtuales

Al meritorio no le ha de faltar una fotografía con el líder, y cuantas más, mejor. Acabarán intercambiándolas como cromos en el Rastro en Madrid, o acabarán cotizando en el mercado secundario de valores. De la tesis política del pasado a la fotosíntesis del presente imperfecto. Y vaya por delante que no tengo nada en contra de esas fotografías, lo que no entiendo es que algunos se dediquen solo a eso.

En el delirium patológico del tonto digital, en este caso muy asociado a ciertos extremos de la política española, si un líder disiente de una opinión o acción de terceros, no faltará el necio que salga en ayuda de su prócer a base de insultos y descalificaciones groseras contra el interpelado. Cuanto mayor sea el insulto, el sietemachos pensará que ha hecho más méritos. A una Secretaria de Estado por el insulto y la descalificación, a lo que contribuye obscenamente el anonimato de alguna red social.

Pues bien, cuando a todos se les indica que esta conducta es inaceptable, sean del partido que sean, acaban contestando que «esto es la política». Y tan panchos. 

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