Los zares ya soñaron con unir la península de Crimea con la Rusia continental, por eso la explosión que dañó gravemente el puente inaugurado por Putin en 2018 es un duro golpe a la moral del bando ruso. La guerra se complica para el Kremlin, que sufre cada vez más bajas, y eso acentúa el peligro para el mundo. Occidente tiembla pero no solo por la llegada de un frío invierno, sino por una amenaza nuclear real, la fuerza destructora de un Putin acorralado.
OPINIÓN10.10.2022 - 06:28h
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