El frenazo en la actividad de septiembre sitúa a la economía europea ya en terreno recesivo

Un albañil pasea por una obra en una calle de Madrid.
Un albañil pasea por una obra en una calle de Madrid.
JESÚS HELLÍN / EP
Un albañil pasea por una obra en una calle de Madrid.

Tras un verano en el que muchos europeos han recordado lo que eran unas vacaciones normales, plagadas de viajes y gasto, el impulso económico estival toca a su fin. Los ciudadanos han vuelto a sus trabajos en septiembre con menos dinero en el bolsillo y un panorama incierto en el horizonte. La elevada inflación lleva meses complicando la vida a los europeos y los índices de confianza en la economía están por los suelos. 

El consumo se frena y las empresas, asediadas por precios de la energía históricamente altos, ven como sus costes sigue subiendo mientras los problemas de escasez en algunas cadenas de suministro siguen sin resolverse. Todo ello ha derivado en un parón en la actividad que ya se refleja en algunas estadísticas.

Es el caso del Índice de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés), un indicador que suele anticipar bastante bien los movimientos del PIB, y que acumula ya tres meses por debajo de los 50 puntos. Tradicionalmente, este umbral determina si una economía está en avance o en retroceso, de tal forma que cualquier dato superior a esta cifra se vincula a crecimiento y viceversa. 

El PMI de septiembre, que se publicó el pasado viernes, ha marcado un mínimo en 20 meses y descontando la pandemia, se encuentra en su nivel más bajo desde 2013. Este indicador, que difunde cada mes la consultora S&P Global, se construye a través de encuestas a miles de empresas del sector servicios y de la industria que reflejan cómo está la actividad en el sector privado. 

"La desaceleración económica de la eurozona se profundizó en septiembre tras la tercera caída mensual consecutiva en la actividad de las empresas", reza el informe que acompaña a la publicación del PMI. Sus autores creen que las cifras que se observan en los países del euro son compatibles con una contracción del PIB del 0,1% en el tercer trimestre, la misma cifra que espera el Banco Central Europeo (BCE). Si se analiza la situación por sectores, la industria encadena ya cuatro meses de caídas en la actividad, frente a dos seguidos en los servicios.

Además, los datos que llegan desde Alemania, la primera economía europea, son especialmente preocupantes. "Alemania está haciendo frente a las condiciones más duras y su economía se está deteriorando a un ritmo que no se había observado (si se deja de lado la pandemia) desde la crisis financiera mundial", señala Chris Williamson, economista jefe de S&P.

Una recesión "más larga y profunda" de lo esperado

Las proyecciones más recientes del BCE apuntan a que la economía de la eurozona se ralentizará ya en la segunda mitad de 2022, pero logrará evitar la recesión. Los banqueros de Frankfurt creen que el escenario más probable para la eurozona es que el PIB avance un 0,9% en 2023 y vuelva a tomar impulso con un 1,9% en 2024. Solo en su escenario más pesimista, con más escasez de gas y petróleo, se plantean que la economía pueda contraerse un 0,9% el año próximo.

Sin embargo, y a falta de conocer las previsiones actualizadas de los grandes analistas institucionales (Banco de España, FMI, OCDE) que se empezarán a divulgar ya esta semana, los analistas privados dibujan un panorama en el que una recesión es ya el escenario de base para 2023. 

Para los analistas de ING, "la visión de una economía en la eurozona que se mueve hacia una recesión parece confirmarse por el oscuro PMI de septiembre". Los expertos de esta entidad de crédito anticipaban a comienzos de mes que la economía de los países del euro se contraerá un 0,6% el año que viene. 

Para el servicio de estudios de Goldman Sachs, una recesión "es ya el supuesto base para Europa" en la segunda mitad del año. "No es un proceso fácil superar el invierno sin el principal combustible que mantiene las luces encendidas", reflexionan desde el banco, refiriéndose a la escasez de gas que amenaza al Viejo Continente. 

En cambio, en Deutsche Bank, van todavía más lejos y ya vaticinan una recesión "más larga y profunda" que la que anticipaban en julio. Hasta el punto de que, para la entidad de crédito con sede en Frankfurt, 2023 podría convertirse en el tercer peor año para la economía europea desde la Segunda Guerra Mundial, solo por detrás de 2009 y 2020. Sus analistas esperan una caída del PIB de la eurozona del 2,2% el año próximo.

La situación para España sería algo más benigna por su menor exposición al gas ruso y el menor peso de su industria en el PIB. El impacto de la crisis se notaría fundamentalmente por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y un contagio a través del comercio con países más afectados por la crisis energética, como es el caso de Alemania. Deutsche Bank cree que España logrará esquivar la recesión en 2022, pero se encontrará con ella el año próximo. Su previsión es que el PIB nacional se hunda un 1% y que luego rebote un 1,9% en 2024.

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