Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Chile: un fracaso cantado

Adherentes de la opción "rechazo" celebran el resultado del plebiscito constitucional, el 4 de septiembre de 2022 en Santiago (Chile).
Adherentes de la opción "rechazo" celebran el resultado del plebiscito constitucional, el 4 de septiembre de 2022 en Santiago (Chile).
EFE
Adherentes de la opción "rechazo" celebran el resultado del plebiscito constitucional, el 4 de septiembre de 2022 en Santiago (Chile).

El plebiscito celebrado este domingo en Chile en torno al proyecto de una nueva Constitución con mucha influencia de las ideas izquierdistas impulsadas por el nuevo presidente, Gabriel Boric, fracasó de forma clara y contundente: apenas el 38 por ciento de los votantes le brindaron su apoyo frente a más de un sesenta por ciento que rechazaron la propuesta. Un resultado pronosticado por las encuestas, pero no de semejantes diferencias.

No ha sido por lo tanto una sorpresa para casi nadie. Hay consenso mayoritario sobre la necesidad de cambiar la Constitución existente, todavía fruto de la herencia de Pinochet, pero la propuesta elaborada durante un año por la Comisión encargada, integrada por una mayoría clara de la izquierda populista, enseguida dejó de responder a la demanda popular descrita en la frase “queremos una Constitución en la que quepamos todos”. El nuevo Gobierno, de claro origen revolucionario, incorporó nuevos postulados que asustaron aún más a los votantes conservadores y temerosos de los conflictos que el nuevo texto acabaría propiciando.

El texto constitucional rechazado incluía principios sobre política y economía que anticipaban claramente cambios sociales que apenas convencían a los grupos progresistas partidarios de implantar en el país un régimen del estilo venezolano que se está extendiendo por todo el continente. El resultado de la consulta fue contundente y deja detrás una división del pueblo empezando por el descrédito del presidente elegido hace seis meses. Los derrotados se justificaron alegando que esta derrota no es el final y que el proceso constituyente seguirá adelante intentando modificar la redacción.

El presidente Boric habló desde el palacio de La Moneda intentando restarle drama a la derrota y evitar la desestabilización de política que se teme. Insistió en que el proceso no se detendrá y anunció que cambiará la composición del gabinete para acallar las protestas que el actual está propiciando. No podrá evitar su fracaso personal ante la acusación de haber sido él quien introdujo en el proyecto algunos de los principios más polémicos. La derecha, por el contrario, no oculta su satisfacción y se carga de argumentos para intentar frenar la deriva revolucionaria del Gobierno.

(Boric) no podrá evitar su fracaso personal ante la acusación de haber sido él quien introdujo en el proyecto algunos de los principios más polémicos

El proceso constitucional surgió hace casi tres años en un ambiente de convulsión propiciado por las diferencias sociales y las protestas callejeras, que desembocaron graves incidentes, contra la política conservadora del presidente Sebastian Piñera. De ese ambiente, que reflejaba un descontento generalizado, surgió la idea de calmar los ánimos y elaborar una nueva constitución en la que la comisión designada demoró un año para tener el proyecto concluido.

Ya la Comisión era acusada por su mayoría izquierdista y las reivindicaciones que estaba propugnando lo cual se acentuó con la llegada de Boric a la Presidencia y su influencia en el contenido sometido al plebiscito recién fracasado. Las interpretaciones apenas discrepan: los chilenos quieren una nueva Constitución centrada, sin reminiscencias de la dictadura sufrida, pero también sin el contenido revolucionario que los grupos de izquierda extrema quieren imponerle.

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