La UE busca la unidad para limitar los visados a turistas rusos entre la dureza de los países Bálticos y las dudas de otros socios

Albares, en Bruselas.
Albares, en Bruselas.
EFE
Albares, en Bruselas.

La invasión rusa de Ucrania va para largo y la UE se queda poco a poco sin margen para sancionar al régimen de Vladimir Putin. En ese escenario tan complicado los ministros de Exteriores de los 27 debaten estos días si dar un paso más y prohibir o al menos limitar la emisión de visados a turistas rusos como medida de presión. La división es clara: los Bálticos son los más duros mientras que el sur, Alemania y otros líderes como Josep Borrell abogan por introducir matices. Así, la salida más lógica podría ser un endurecimiento al máximo del proceso.

El veto es una medida que Polonia, Estonia, Letonia y Lituania ya están aplicando, pero que no apoyan todos los Estados miembros. Dada la falta de consenso en una propuesta que requiere unanimidad para salir adelante, sí existe la posibilidad de que los Veintisiete acepten suspender el acuerdo sobre la facilitación de expedición de visados que la UE firmó con la Federación Rusa en 2007.

Esta opción no supondría una prohibición total de los visados, como piden los países bálticos, pero encarecería los trámites que los ciudadanos rusos tienen que formalizar para obtener un permiso para estancias de 90 días. Y es que por ejemplo España aboga por no impedir la entrada a la Unión Europea a los ciudadanos rusos "que no son favorables a la guerra" de Ucrania. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, asegura que lo ideal es plantear decisiones que "sean eficaces" a la hora de plantar cara a Moscú. "Tenemos que tener también en cuenta que no debemos cerrar las puertas a aquellos sectores rusos que no son favorables a la guerra, que quieren tener contacto con nosotros", sentenció.

En las últimas horas los países de la Unión que no se habían posicionado todavía ya lo están haciendo y Países Bajos considera un buen paso la prohibición de los visados a turistas dentro de determinadas circunstancias, pero al mismo tiempo ve con mejores ojos cualquier medida que tenga todo el consenso posible entre los 27. El Gobierno de Mark Rutte aboga por "no continuar con los visados de turista", pero advirtió de que "se hace una distinción clara entre las visas de turistas y otras" categorías, como las visas otorgadas para educación, visitas familiares, humanitarias o para residencia a largo plazo. Esto apoya también la versión de Borrell, que ya pidió "ser selectivos".

Lleguen o no a un consenso, que podría contener excepciones para algunas categorías de ciudadanos, como periodistas o disidentes rusos, Finlandia ya ha anunciado que a partir del jueves reducirá a la mitad la emisión de visados, de tal forma que solamente aprobará 500 al día.

"El turismo por Europa no es un derecho"

Una medida que tendrá un impacto en el número de personas que lleguen a territorio comunitario, ya que desde que la UE cerró su espacio aéreo a las compañías rusas como parte de las sanciones contra Moscú, muchos ciudadanos rusos están optando por entrar al territorio comunitario a través de la frontera finlandesa. Esto se acerca, pero no llega, al bloqueo que ha impuesto por ejemplo Estonia. "El turismo por Europa no es un derecho", espetó la primera ministra, Kaja Kallas.

Guillermo Íñiguez, doctorando en la Universidad de Oxford y especialista en Derecho Europeo aclara a 20minutos que "todavía hay margen de maniobra si tenemos en cuenta que la UE ha adoptado un enfoque gradual. En ningún paquete se ha lanzado todo el arsenal. Han sido medidas muy calculadas para hacer daño a sectores concretos de la economía rusa". Esas medidas "se pueden intensificar" en el corto y en el medio plazo, añade. "Se puede hacer aprobando sucesivos paquetes o uno solo pero que sea más amplio", sobre todo por ejemplo "si se alcanzan las reservas energéticas en otoño". Esto, eso sí, dependerá "de las alianzas que se den entre los Estados miembros y los movimientos de la Comisión".

Precisamente sobre el veto a los visados a turistas rusos, Íñiguez explica que "es una medida perfectamente contemplable por los Tratados y puede ser una sanción deseable si se pretende que la población rusa note la presión de la guerra. Es ingenuo pensar que no hay apoyo de la ciudadanía rusa a Putin con la guerra". Así, "una sanción a turistas esquivaría el problema de que una sanción generalizada puede ser injusta" y hay que recordar "que el turismo ruso que viene a Europa es el más rico". Al final es "una variante más" de la presión sobre la oligarquía.

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