Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

Las expectativas mal gestionadas

Un perro sin hogar de la protectora Gatocan.
Un perro sin hogar de la protectora Gatocan.
EFE/Cabalar
Un perro sin hogar de la protectora Gatocan.

Aprender a controlar el juego de las expectativas es uno de los puntales de la felicidad, o al menos de la estabilidad mental. Es así en todas las facetas de la vida, en todo tipo de situaciones. Lo que esperas de las vacaciones, la película de estreno, la universidad, tu pareja, tus hijos o el trabajo, puede dinamitar la experiencia, el aprendizaje, los vínculos y el día a día. Es inevitable tener expectativas, pero también es imperativo mantenerlas bajo control. Riendas firmes, pero relajadas; ni sueltas ni tirantes. Difícil, claro, aunque no imposible. 

Acudir por primera vez a una protectora para adoptar a un animal es una de esas situaciones en las que una expectativa mal gestionada puede dar al traste con la ilusión e incluso con la adopción. Las películas y series dan una visión muy equivocada. En pantalla todo es rápido y sencillo, siempre hay un perro o gato perfecto y la sensación de flechazo instantáneo. En la vida real todo es más complejo y lento.  

De entrada puede que no sea fácil llegar y que el estado de las instalaciones resquebraje la imagen que nos habíamos forjado de la experiencia. No deberíamos olvidar en ningún momento que en estas asociaciones hacen lo que pueden, con los medios y las manos justas. Es muy posible que en lugar de la alfombra roja que imaginábamos extenderían ante nosotros, potenciales salvadores de uno de sus animales, nos encontremos con muchas preguntas, un examen minucioso para comprobar si seremos propietarios responsables. Puede incluso que nos nieguen la adopción por aparentes nimiedades como pretender tener gato y ventanas sin mosquiteras o un perro que duerma en una caseta del patio del adosado. Son sus animales, son sus normas. Es posible que alguna vez se equivoquen y nieguen una adopción que podría haber salido bien, pero hay que entender que probablemente ya hayan pasado por demasiadas malas experiencias.

Es muy posible que en lugar de la alfombra roja que imaginábamos nos encontremos con un examen minucioso

¿Y los animales? Una mayoría de perros mestizos, de razas de caza o potencialmente peligrosas. Casi todos adultos. Ni rastro de ese pequeñajo de cinco kilos y menos de un año que teníamos en la cabeza. Una decepción, otra expectativa rota jugando en contra de la realidad. Por supuesto que entre esos animales hay uno que, por carácter y necesidades, encajaría perfectamente con nosotros, pero no es lo que habíamos imaginado que queríamos. 

Cuando la adopción llega a buen puerto, las riendas que controlan las expectativas deben mantenerse firmes. La llegada del animal a casa puede no ser cómo habíamos imaginado, con retos inesperados a afrontar durante las primeras semanas. La paciencia, los conocimientos previos y el trabajo son buenos compañeros para evitar acabar dentro de ese 10% de adopciones fallidas durante los tres primeros meses. También al comprar un animalque los problemas de comportamiento están detrás del 13% y la pérdida de interés en el animal en el 12% de todos los abandonos. 

Combinar la ilusión con el realismo; no querer construir a la fuerza aquello que hemos imaginado; informarnos además de soñar; reaccionar a la vida en lugar de habitar en el deseo. Ojalá llegar a ser maestros en el arte de gestionar las expectativas siempre, ya sea al adoptar, al tener hijos, al construir casas o al cambiar de empleo. 

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