Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Borrás o el trumpismo indepe

La presidenta del Parlament, Laura Borràs (c), durante el homenaje a las víctimas del atentado del 17 de agosto, en La Rambla, a 17 de agosto, en Barcelona, Cataluña (España). Se cumplen hoy, 17 de agosto de 2022, cinco años de los atentados del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils (Tarragona). Sucesos que causaron 16 muertes y la sentencia del caso reconoce a 350 víctimas de los hechos por heridas físicas o daños psicológicos. Los culpables, miembros de una célula yihadista, se encuentran condenados. 17 AGOSTO 2022;ATENTADO;RAMBLAS;BARCELONA;YIHADISTAS Kike Rincón / Europa Press 17/8/2022
La presidenta del Parlament, Laura Borràs (c), durante el homenaje a las víctimas del atentado del 17 de agosto, en La Rambla
Kike Rincon
La presidenta del Parlament, Laura Borràs (c), durante el homenaje a las víctimas del atentado del 17 de agosto, en La Rambla, a 17 de agosto, en Barcelona, Cataluña (España). Se cumplen hoy, 17 de agosto de 2022, cinco años de los atentados del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils (Tarragona). Sucesos que causaron 16 muertes y la sentencia del caso reconoce a 350 víctimas de los hechos por heridas físicas o daños psicológicos. Los culpables, miembros de una célula yihadista, se encuentran condenados. 17 AGOSTO 2022;ATENTADO;RAMBLAS;BARCELONA;YIHADISTAS Kike Rincón / Europa Press 17/8/2022

El acto convocado por el Ayuntamiento de Barcelona el miércoles pasado en el quinto aniversario de los atentados de las Ramblas y Cambrils pretendía ser un homenaje a sus víctimas. Personas inocentes que murieron sin sentido por la acción de unos fanáticos asesinos que decían obrar en nombre de Dios. Estaba claro que el objeto de la ceremonia no era otro que recordar a quienes cayeron de esa forma injusta y absurda y transmitir el afecto y la solidaridad a sus familiares y amigos. Por eso no estaba previsto que se pronunciara discurso alguno ni tuviera protagonismo en el acto ningún político. Y todos respetaron esa regla de honor y sensibilidad en una atmósfera cargada de emotividad, todos menos Laura Borrás.

La recientemente suspendida como presidenta del Parlament, por su imputación en un caso de corrupción y a la que hubo que sacar con fórceps de la cámara catalana, entendió que aquel homenaje a las víctimas del 17-A era el lugar y la circunstancia idónea para reivindicarse a si misma en el lugar donde cinco años antes murieron 15 personas arrolladas por la furgoneta que conducía un comando terrorista.

La dirigente de Junts vio su oportunidad de destacar ante la presencia de no mas de medio centenar de manifestantes que provistos de pancartas y claramente organizados rompieron el minuto de silencio con gritos, abucheos y proclamas conspirativas sobre aquellos atentados. Este sector del indepedentismo montaraz, por fortuna muy minoritario, viene a sostener que aquella matanza no fue orquestada por un grupo de fanáticos yihadistas sino que fue obra del CNI para castigar a la Cataluña rebelde. Entre los carteles que exhibían estos terraplanistas del soberanismo figuraba uno que con letra de imprenta afirmaba "falsa bandera", es decir que quien estuvo detrás de la acción terrorista no era el estado islámico sino los servicios secretos españoles. Eso es lo que proclamaba allí esa gente, y allí fue Laura Borras a saludarles , felicitarles y hacerse fotos con una sonrisa de oreja a oreja ante quienes la jaleaban como "presidenta" mientras el resto de los asistentes indignados mantenía el gesto de respeto que la circunstancia requería.

Me resulta difícil encontrar los términos capaces de expresar el grado de repugnancia que llega a provocar el proceder de la señora Borras y su infame intento de usar cualquier medio para no quedar orillada por sus correligionarios. Hasta en Junts, las siglas que ella preside, mostró su enérgico rechazo a la interrupción del minuto de silencio, lo que constituye una paradoja mas que notable, y el resto de los partidos salieron en tromba a criticar el espectáculo de la expresidenta del Parlament que Gabriel Rufian tachó de miserable y despreciable.

Laura Borrás, sobre la que pesan cargos por el presunto fraccionamiento de contratos públicos para beneficiar a un amigo y de los que por cierto hay bastantes evidencias, ha tomado la vía trumpista en el intento de sobrevivir en política cueste lo que cueste. Y le vale todo , da igual lo que tenga que decir o hacer con tal de no pasar a la historia como una política mediocre descabalgada de la vida institucional por un asunto de corrupción. En su propia formación ya han saltado las alarmas sobre los riesgos que supone esta deriva para el futuro de Junts, el partido heredero de la antigua convergencia pero del que ahora guarda el mismo parecido que el huevo y la castaña.

La vía populista escogida por Borrás para defender, no ya sus ideas sino su futuro personal, resulta tan burda y patética que difícilmente puede arrastrar a muchos mas de los que se juntaron el miércoles pasado en las Ramblas para gritar consignas delirantes. Cuanto antes neutralicen al personaje en su partido mejor les irá.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento