Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

El orgullo de ser los locos de los perros

Locos por los perros, ilustración.
Locos por los perros, ilustración.
Henar de Pedro
Locos por los perros, ilustración.

Nos gustan mucho los perros. Estamos prontos para agacharnos a prodigar caricias; con la sonrisa esbozada por dentro y por fuera al verlos correr en un estallido de pura alegría; incapaces de digerir daño alguno hacia ellos; conocedores de que cada uno de ellos es un individuo único y valioso. Somos eso que llaman los locos de los perros. Bien lo sabemos, así nos lo han dicho amigos, familiares, compañeros o vecinos. Con esas mismas palabras u otras parecidas; con cariño, exasperados e incluso de forma insultante. Y cuando no se atreven a formularlas en voz alta, lo sentimos. Sabemos que lo piensan.

Hace años y con la mejor de las intenciones me dijeron que si llenaba mis redes sociales de perros y gatos nadie me iba a tomar en serio como escritora y periodista. Un reproche velado a mi pasión, que no es, ni por asomo, la única que tengo. 

Sí que somos los locos de los perros. Son importantes para nosotros, nos ayudan a construir nuestra felicidad cotidiana. Lo sabemos, lo asumimos y cada vez más defendemos con orgullo nuestra sana locura; esa enajenación nada transitoria que se traduce en una mayor sensibilidad y empatía, que a nadie daña y a algunos ayuda. 

 Todos aquellos que cuidan sus canes para siempre, que se preocupan por conocerlos, por respetar sus necesidades, somos de una misma tribu, heterogénea y cada vez más numerosa, a la que no le preocupa mostrar su amor por el animal que el hombre más y mejor ha moldeado según sus deseos, el que es más compañero. 

Bienvenidos sean los locos de los perros que asumen con responsabilidad su insania.

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