A principios del mes pasado, el 9 de junio, Britney Spears vivía uno de sus momentos más felices de los últimos años. Tras estar bajo la custodia paterna casi tres lustros, con toda la pérdida de libertad que eso suponía, poder darse el "sí, quiero" con Sam Asghari era para ella un sueño cumplido. De ahí que nada ni nadie pudiese quitarle la sonrisa. Ni siquiera su exmarido, que se coló en la boda para tratar de arruinarla y motivo por el que se enfrenta ahora a casi cinco años de cárcel.

No es que esa sea la pena en el estado de California por interrumpir una boda, sino que son varios los delitos que ha cometido Jason Alexander, de 41 años y amigo de la infancia de la cantante, con el que estuvo saliendo poco tiempo a principios de milenio para acabar casándose con él en un viaje a Las Vegas en 2004 y divorciándose 55 horas después.

Este martes ha tenido lugar la lectura de los cargos en una vista previa en el Tribunal Superior y Jason Alexander, en una intervención vía Zoom desde la cárcel donde está recluido, se ha declarado inocente de todos aquellos de los que se le acusa y que le leyó la fiscal adjunta de distrito del condado de Ventura, Erin Meister.

El padre de Britney Spears niega haber espiado a la artista en su habitación

Aunque el juicio comenzará el próximo 2 de agosto, Alexander ya ha dejado claro que no se considera culpable ni del principal, un delito de acecho agravado por una condena previa por violencia doméstica, ni de otros tres cargos de delito menor por allanamiento y negativa a salir de propiedad privada, vandalismo y agresión.

Asimismo, Jason Alexander también enfrenta un cargo especial, ya que estaba en libertad condicional por un caso que no guarda relación con Britney Spears. Ha quebrantado dicha libertad condicional por el simple hecho de que estaba en California cuando no podía salir del estado de Tennessee, al otro extremo de Estados Unidos.

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Alexander también comparecerá a través de una videollamada el día que comience el juicio y tiene una fianza de 100.000 dólares, la cual no va a pagar. Britney Spears consiguió una orden de restricción contra él y despidió a su equipo de seguridad por dejarle entrar hasta la puerta de su habitación, que comenzó a golpear sin poder abrirla. En el momento de su detención llevaba un cúter y otros artilugios.