Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Tu cerebro te engaña: los cantamañanas del cerebro

El cerebro tiene explicaciones para todo.
El cerebro tiene explicaciones para todo.
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El cerebro tiene explicaciones para todo.

Encontrarás recortes de sus charlas y conferencias en cualquier red social. Tienen una explicación para todo. Hacen referencia a estudios, a libros que han leído, a pensadores, científicos y a cualquier profesional que refuerce el argumento de autoridad. Resuelven preguntas a personas que los miran con arrobo y admiración en charlas pagadas por bancos con preguntas pactadas. Son previsibles como el recorte de una viñeta de Forges en el puesto de trabajo de un funcionario. Y siempre tienen un argumento final ante el que no cabe la crítica: el cerebro.

Cuando les interesa, el cerebro es muy listo. Es el culpable de todo. Te hace creer cosas que no son. Te sabotea, te pide que te rindas, que lo dejes. El cerebro es tu peor enemigo. Un hemisferio se ocupa de unas cosas y el otro de otras. Ahí está el conflicto. Te venden una especie de voluntad interior ajena a ti mismo, como si el cerebro no fueras tú, como si fuera una máquina ajena, como si justificaran un tropiezo en mitad de la calle con un sabotaje de la voluntad de tus propias piernas.

"Existe una nueva especie de conferenciante de éxito que trabaja el cerebro y lo acompaña de una guarnición hormonal"

Otro argumento que se utiliza mucho es que el cerebro no es tan listo y no distingue la verdad y la mentira. Parece contradictorio con el anterior. Los gurús que defienden esto nos aconsejan engañar al órgano haciéndole creer, por ejemplo, que estamos felices cuando no lo estamos. Sonríe mucho, dile a tu cerebro que todo va bien y el cerebro se lo creerá. El día puede cambiar si tú te lo propones. “El cerebro está programado para” es una frase que puede completarse con lo que a ellos les dé la gana.

Hay también una nueva especie de conferenciante de éxito que trabaja el cerebro y lo acompaña de una guarnición hormonal. Antes salíamos de las charlas motivadoras como una botella de champán agitada. Tenía su gracia. Al día siguiente te levantabas vacío, pero tampoco importaba. El efecto se había logrado. Pero ahora, ¿Qué podemos hacer con el cerebro si lo llevamos dentro? ¿Debemos sacarlo y guardarlo en una caja? ¿Debemos meter nuestras hormonas en botellitas de cristal y tomarlas cuando sea necesario? La divulgación y la ciencia no siempre se llevan bien.

Será mi cerebro. Me engaña.

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