Sarah Morris Corresponsal británica en España
OPINIÓN

Un ministro para los mayores

Imagen de archivo de una persona mayor con un móvil.
Imagen de archivo de una persona mayor con un móvil.
Piqsels
Imagen de archivo de una persona mayor con un móvil.

Cuando Frankie Bergstein, una artista hippy cercana a los ochenta años, se compra un portátil en la serie de Netflix Grace and Frankie y no sabe ni cómo encenderlo, pide ayuda a su amiga Grace, que también es mayor. "Quiero ser partícipe de la conversación", le explica. "No ves (la televisión) solamente. Tuiteas, pones hashtags. Usas Instagram. ¿Por qué verlo sola cuando puedo compartir la experiencia entera con millones de desconocidos?".

El entusiasmo de Frankie hace que se maneje en redes sociales como pez en el agua (aunque sus inicios en "la conversación" para promover una empresa de vibradores para personas mayores casi llevan a las amigas a la bancarrota), pero no todas las personas mayores quieren o pueden entrar en el mundo de las nuevas tecnologías. Estos días en el Reino Unido ha destacado que, como resultado, hay toda una sección de la sociedad quedándose fuera de aspectos de la vida diaria.

Chris Paphides, por ejemplo, un hombre de 84 años, fue al funeral de un amigo y no pudo pagar el aparcamiento, según contó su hijo Pete en un hilo de Twitter que ha tenido mucha repercusión.

No se podía utilizar efectivo para el aparcamiento, el cual funcionaba con pago a través de una aplicación en un smartphone o una línea telefónica con tarjeta de crédito. "Hay bastante gente mayor que no tiene esto último (sí, de verdad) y ni siquiera sabe lo que es una aplicación”, tuiteó Pete, periodista de música. "Me rompe el corazón lo difícil que hemos hecho para personas mayores hacer cosas diarias y cómo les aterrorizamos por el delito de no saber cómo bajar una *** aplicación". El padre de Pete murió antes de que llegara la multa por no pagar el aparcamiento, y la empresa continua reclamándolo, contó el hijo

Innumerables personas contaron las experiencias de sus padres, amigos o vecinos que no pueden ahora pedir cita con el médico de cabecera, tener descuentos en el supermercado o manejar su cuenta bancaria solos porque hay que hacerlo online o con un smartphone. Algunos ven mal o les cuesta pulsar las pequeñas teclas con los dedos hinchados por la artritis. Pete ha iniciado un debate que ha llegado al influyente programa de radio Today, de la BBC, donde la expresentadora Esther Rantzen, de 81 años, dijo que había que tener un ministro para las personas mayores. "Muy a menudo personas que tienen alrededor de cuarenta años toman decisiones que no contemplan que las personas mayores pueden tener opiniones distintas sobre esas decisiones", dijo.

Rantzen fundó la ONG The Silver Line para escuchar a personas mayores que se sienten solas y aisladas. "La revolución digital está provocando angustia y ansiedad a millones de personas mayores", escribió en el periódico The Times. La propuesta es apoyada por la exministra de Pensiones Ros Altmann, que describió el caso de Chris Paphides como "una parábola de nuestros tiempos".

"Se puede juzgar a una sociedad por cómo trata a sus mayores y su gente vulnerable", escribió en The Daily Mail. "Por ese criterio estamos fracasando". Si tuviésemos un ministro para los mayores en el Reino Unido y en España, quizás hubiésemos atendido mejor a las personas en las residencias antes y durante la pandemia. La verdadera inclusión requiere que todo el mundo sea participe de "la conversación".

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