Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Una tragedia inconcebible

La tragedia en la escuela de primaria de Uvalde, en Texas (EE UU), sigue conmocionando al país y ha vuelto a levantar el debate sobre el control de las armas. Días después de la masacre han salido a la luz nuevas imágenes de los momentos inmediatos al tiroteo en el que murieron 19 estudiantes y dos profesores.
La tragedia en la escuela de primaria de Uvalde, en Texas (EEUU).
La tragedia en la escuela de primaria de Uvalde, en Texas (EE UU), sigue conmocionando al país y ha vuelto a levantar el debate sobre el control de las armas. Días después de la masacre han salido a la luz nuevas imágenes de los momentos inmediatos al tiroteo en el que murieron 19 estudiantes y dos profesores.

Lee uno y escucha los detalles y cuesta creer que la matanza de 19 niños y dos profesores en una pequeña localidad de Texas pueda ocurrir en el país más poderoso del mundo, con los mejores servicios de seguridad y sin embargo unas leyes más que permisivas en la adquisición y posesión de armas.

Parece imposible que un muchacho pueda entrar en una tienda de armamento y salir con una pistola automática capaz de matar a todos sus compañeros de clase. Sin embargo, tragedias como esta son tristemente frecuentes en los Estados Unidos: en lo que llevamos de año ya se han producido diecisiete en centros escolares infantiles. Bien es verdad que esta matanza las supera a todas.

En mi etapa como corresponsal en Nueva York, ante la rebeldía de algunos padres, se instaló un sistema policial que obligaba a todos los niños, fuera cual fuese su edad, a que cualquier arma que portasen les fuera retenida antes de entrar al aula. Se instalaron arcos detectores de metales como los que existen en los aeropuertos. Pero era insuficiente y policías hacían registros a cada pequeño. Tenían al lado unos contenedores donde iban depositando todo aquello que resultase peligroso.

La gran sorpresa, y la imagen que repitieron aquella noche las televisiones, fue la enorme y variada cantidad de armas cortas y de fuego que se acumulaban: pistolas, cuchillos caseros, navajas y lanzadores de piedras y otros objetos. Fue la conclusión de que muchos niños, igual que hacen los mayores, iban armados para defenderse, que es el argumento constitucional que ningún presidente ha conseguido enmendar, por mucho que algunos lo han intentado.

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