No son sus 125 metros de altura lo que más llama la atención del nuevo mirador de la Torre Glòries de Barcelona, ni sus vistas de 360 grados, sino el hecho de que rompe por completo con la idea tradicional de mirador. Nada de la trillada fórmula consistente en subir, ver, admirar y bajar. Este espacio ofrece panorama, pero también juego, arte, ciencia y tecnología para que el visitante sea consciente de una ciudad en continuo cambio y la observe de una forma "responsable" con el medio ambiente y "no pasiva", ha señalado el director de la instalación, Aleix Pratdepàdua. Se pondrá en marcha el viernes 20 de mayo y así, por primera vez la torre se abrirá de forma permanente a la ciudadanía desde que se inauguró en 2005.
En la cúpula de este edificio del arquitecto Jean Nouvel, la capital catalana se puede contemplar a través de sus extensos ventanales, pero ahora también desde el interior de 113 dodecaedros acristalados con capacidad para una persona, suspendidos en los hilos de una tela de araña hecha con 6 kilómetros de cable tensado. Hay incluso cojines dentro para que la experiencia sea más confortable y libros que invitan a una pausa. Se trata de la instalación interactiva Cloud Cities Barcelona de Tomás Saraceno, la única permanente de este artista argentino en el sur de Europa.
Y eso no es todo, a la cúpula, en la planta 30, se llega tras un viaje por el sótano de la Torre Glòries, espacio al que han denominado Hipermirador Barcelona. No tiene ventanales, pero descubre al visitante caras de la ciudad a las que habitualmente se presta poca atención.
El Hipermirador se compone de cinco instalaciones que combinan arte, música, tecnología y audiovisuales y que en su mayoría muestran la capital catalana en tiempo real a partir de datos sobre la climatología, el tráfico, las comunicaciones o las constelaciones. Incluso es posible saber qué barrio de Barcelona es el que está tuiteando más en cada momento. "El mirador cuenta todos los días la danza de la ciudad", ha señalado el comisario del espacio, José Luis de Vicente.
Entre las instalaciones, también está una del artista Joan Sallas titulada Barceloneses, que homenajea a los otros seres vivos que habitan en la urbe, los no humanos. Se compone de 132 figuras de papel plegado que representan animales y plantas, como por ejemplo, palomas, gaviotas, ratas, hormigas, mosquitos, palmeras o nenúfares.
El diseño y gestión de todo este proyecto multidisciplinar para abrir la Torre Glòries a la ciudadanía es de Mediapro Exhibitions -Grupo Mediapro- y fue un encargo de la propiedad del edificio, Merlin Properties SOCIMI, SA. Disfrutar del resultado requerirá pagar una entrada con un coste de 15 euros y 25 si se quiere subir a la escultura de Saraceno -los niños, por el momento, no podrán, aunque el artista ha asegurado que se trabajará para que sea posible-. Todas las visitas incluirán un servicio de audioguía en seis idiomas (catalán, castellano, inglés, francés, italiano y alemán).
Contribuir a dar centralidad a Glòries
El mirador, desde el que se vislumbra Barcelona desde el Besòs hasta el Llobregat, con sus edificios icónicos como la Sagrada Familia, el hotel vela o las torres de la Vila Olímpica, pretende ser una pieza más para dotar a la plaza de las Glòries de centralidad, ha apuntado el comisario del espacio. También las obras que está realizando el Ayuntamiento de Barcelona persiguen este objetivo. Y es que Ildefons Cerdà concibió la plaza como centro en su plan urbanístico de 1859.
Tras su inauguración en 2005, la Torre Glòries, de 144 metros de altura, fue la sede corporativa del grupo de distribución de agua Agbar. En 2017 la adquirió Merlin Properties y la convirtió en un edificio de oficinas, después de que fracasara el proyecto para transformarla en un hotel de lujo.
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