Donbás, Moldavia, Georgia, Nagorno-Karabaj o Siria: los "conflictos congelados" de Putin con los que presiona a Occidente

Un edificio destruido por bombardeos en la ciudad de Shusha, en Nagorno Karabaj.
Un edificio destruido por bombardeos en la ciudad de Shusha, en Nagorno Karabaj.
HAYK BAGHDASARYAN / EFE
Un edificio destruido por bombardeos en la ciudad de Shusha, en Nagorno Karabaj.

Dicen muchas voces que la cocina es un lugar sagrado para los rusos y, por seguir con el simil, Vladimir Putin cuece a fuego lento sus movimientos para presionar a Occidente. Su hoja de ruta es de sobra conocida pero son muchas las maniobras en la sombra que le llevan, invasión de Ucrania mediante, a ser uno de los hombres más temidos del mundo. Moscú maneja los llamados "conflictos congelados", que son esos choques, más grandes o más pequeños, que varían en intensidad siempre en función de cuántas ganas tenga el Kremlin de apretar el botón rojo y presionar a sus oponentes al otro lado de la frontera. Ucrania es solo un capítulo más en el cuaderno bélico y geopolítico de Putin.

Antonio Alonso, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo CEU, explica a 20minutos que "aparte de presionar a Occidente Rusia con los conflictos congelados rompe su aislamiento internacional". Además, en algunos casos, como en Nagorno Karabaj "se posiciona como el pacificador. Se hace un actor necesario".

"En otros lugares sí hay minorías rusas y ahí no solo actúa como elemento estabilizador sino que está directamente implicada. Eso sirve como válvula de escape y eso lo puede usar Putin como quiera: para desviar la atención o bien para reafirmar su posición", añade el profesor. Mirando a largo plazo, Alonso asegura que "sí se puede empezar a pensar que Putin quiera que todos los países que eran de la URSS le acaben diciendo que sí a todo". Bajo esa premisa, prosigue, "Putin lo que quiere es rodearse de Estados que sean su patio trasero, que le protejan de una posible intervención militar de la OTAN". Y sentencia con un componente importante: "No hay que desdeñar el poder simbólico que tiene. Esa frase de que Moscú es la tercera Roma, con la vuelta del imperio zarista o el imperio soviético".

Por otro lado, Álvaro de Argüelles, analista de geopolítica de El Orden Mundial, aclara que "no hay que caer en la tentación de explicar esto desde el punto de vista de que solamente sea un plan de Putin. Son conflictos que están enquistados porque son difíciles de resolver, que son en su mayoría étnicos".

Eso sí, el analista coincide en que "Putin de alguna forma cuando quiera presionar a Occidente tiene la posibilidad de reactivarlos, pero no creo que estén latentes por una decisión de Rusia". Mirando a años vista, De Argüelles sí que ve factible hablar de gobiernos títere, como ya pasó en el caso de Chechenia. "El objetivo es que Rusia encuentre un Gobierno que al fin y al cabo hable en su nombre. De hecho todo apunta hacia un referéndum en Jersón para proclamar una tercera república autónoma (tras Donetsk y Lugansk). Es una forma que utiliza Rusia para crecer", comenta. 

"La duda es si Rusia va a poder mantener todos estos conflictos latentes o el hecho de centrarse en Ucrania va a provocar que los olvide o incluso que resuciten porque crezca la inestabilidad", se cuestiona, al tiempo que introduce la variable de que la OTAN "pueda reactivarlos para apretar por su parte a Rusia".

El Donbás, la eterna guerra enquistada

El Donbás se ha convertido en el claro ejemplo de cómo Putin mide la temperatura de los conflictos. El este de Ucrania, en guerra desde el 2014, se ha vuelto a convertir en el centro de la invasión rusa del país después de que Moscú fracasara con su plan a gran escala, el cual incluía la toma de Kiev. Las tropas rusas han tenido que recalibrar sus capacidades y han decidido concentrar toda su fuerza en una región sumida en la guerra bajo la excusa de Putin de "proteger a la población" prorrusa.

Los ataques en el Donbás se han cruzado de uno y otro lado durante los últimos tiempos, y la zona fue el germen de las revueltas del Euromaidán que hicieron caer a Viktor Yanukovich (huido en helicóptero del país según muchas fuentes), el último presidente prorruso que tuvo Ucrania y que ahora precisamente se refugia en Moscú. La lucha política pasó a ser armada y Donetsk y Lugansk son dos enclaves controlados de facto por Vladimir Putin al menos en dos tercios. El objetivo de Rusia es controlar la totalidad de la región y, llegado el caso, bien manejarla como un 'satélite' o bien anexionarla.

Georgia y el 'polvorín' de Osetia del Sur

Rusia, en definitiva, tiene un Donbás en cada país sobre el que quiere influir de una u otra forma. Georgia no es una excepción. En 2008 Moscú lanzó una ofensiva contra el país con el apoyo de las república prorrusas Osetia del Sur y Abjasia. La primera, de hecho, ha reavivado la llama de la autodeterminación con la guerra en Ucrania como pretexto. Aquel conflicto, ahora congelado, podría retomarse si Putin quisiera bajo las mismas bases que otros, incluido el ucraniano.

Esta guerra, lanzada en agosto de 2008, fue conocida como el conflicto de los Cinco Días porque las tropas rusas directamente entraron y arrasaron todo lo que encontraron a su paso. Dieciséis años después de aquello, los georgianos siguen recordando los horrores y su posicionamiento del lado de Ucrania es tal que el país ha presentado también la solicitud de entrada en la Unión Europea, en parte por miedo a que el régimen de Putin repita sobre Tbilisi la misma maniobra que preparó contra Kiev. El acercamiento a la OTAN también es total y de hecho ya en 2008 un referéndum no vinculante resultó con el 72,5% de apoyo a la adhesión, aunque esta todavía no se ha completado.

"En Georgia ya se han establecido muchos paralelismos con lo que está pasando en Ucrania, aunque en Georgia sí que hubo movimientos preventivos por para del ejército georgiano. Eso sí, al final las cuestiones de identidad son tan abstractas que hacen que Rusia lo tenga fácil si quiere repetir la maniobra", concluye De Argüelles.

Transninstria y la opción moldava de Putin

Transnistria es otra chincheta puesta en el mapa de Putin. Este territorio, situado entre Ucrania y Moldavia, se declaró independiente en contra de la posición de Chisinau y Moscú la 'cuida' porque es una especie de almacén de unas 20.000 toneladas de armamento ruso desde la Guerra Fría y alberga a unos 2.000 activos de las tropas rusas. Ligada muy fuertemente a los valores de la URSS, Transnistria podría servir como vía para que Moscú atacase Moldavia, otro país que se va acercando más y más a Occidente y que, como Ucrania, ha pedido ser candidato a la adhesión a la UE.

En 1992 crecieron las tensiones en la zona y desde entonces Transnistria es una república independiente -solo reconocida por Rusia- que vive bajo el control del Kremlin. En las últimas semanas se han intensificado los ataques en la zona, asociados a "actos terroristas" tanto por parte de las autoridades locales como por parte de Rusia. El Gobierno moldavo, ante esa situación, llegó a convocar al Consejo de Seguridad por el temor a que se repitiera lo qu está pasando en Ucrania. Y es que Transnistria también es útil para Putin en su ofensiva contra Kiev porque la capital, Tiraspol, está a solo 100 km de Odesa, enclave decisivo para cerrar a Ucrania el acceso al mar.

El papel de Rusia en la guerra de Nagorno-Karabaj

Los choques entre Armenia y Azerbaiyán en la región de Nagorno-Karabaj han servido también a Rusia para mantener su influencia. Los expertos hablan de que Putin está interesado en que la zona se mantenga bajo un "caos controlado". Se trata de otro conflicto congelado en tanto en cuanto pese a que los ataques se han ido reduciendo con el tiempo la llama se reactiva hasta la actualidad. En marzo de 2022 las versiones azerí y armenia sobre la retirada de las tropas rusas supuso un incremento de la tensión. ¿Por qué? Porque en su momento el Kremlin mandó a Nagorno-Karabaj "tropas de paz" para "asegurar las zonas fronterizas". En total habría unos 2.000 militares desplegados.

Siria y el apoyo decisivo a Al Asad

Fuera de Europa, Siria es otro ejemplo de conflicto congelado por Putin. Por lo pronto, el presidente sirio, Bashar al Asad, no podría haber seguido en el poder de no ser por el apoyo ruso. El papel de Moscú sigue siendo decisivo en una guerra que, cada vez más lejos del foco, se mantiene activa. Pero el curso de los acontecimientos depende en gran medida de las decisiones que tome el Kremlin.

Además de todo esto, también son constantes las maniobras de Rusia para 'asustar' a los Bálticos. Estonia, Letonia, Lituania e incluso Polonia han sufrido de vez en cuando incursiones aéreas de cazas rusos, algo que se ha extendido además a otros países como Dinamarca o Suecia. Estos dos lo han denunciado en los últimos días. El caso sueco además es especial porque junto a Finlandia está preparando su entrada en la OTAN después de décadas de neutralidad. Moscú ha respondido a estas intenciones que habrá "consecuencias". Cuáles serán solo está en el cerebro de Vladimir Putin.

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