Ocurrirá en un momento dado, aunque haya parecido todo este tiempo que Isabel II es prácticamente inmortal. El príncipe de Gales asumirá el trono británico y deberá decidir con qué nombre reinará. Y aunque pudiera parecer lógico que lo hiciera con el suyo, existe la posibilidad de que Carlos de Inglaterra no escoja ser el rey Carlos III... Sobre todo si se estudia a sus predecesores.

Porque tanto Carlos I como Carlos II no son recordados precisamente por ser buenos monarcas y sus hazañas fueron más bien escasas, de ahí que le ronde la idea al primogénito de la reina de coronarse con otros nombres de su familia con mucho más prestigio histórico y no con el que presumiblemente habría de reinar.

Y es que el pasado es el que es Carlos I, tras convertirse en rey en el año 1625, tuvo como una de sus primeras medidas disolver el parlamento -lo hizo hasta en tres ocasiones- y empuñar el cetro en solitario por algo más de una década, lo que, recuerda el periódico Daily Mirror, fue conocido como "La tiranía de los once años", entre 1929 y 1940.

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Esto acabaría derivando en la revolución inglesa, que duró desde 1642 hasta 1688. Carlos I, que se negó a pedir una súplica ya que consideraba que él sí estaba por encima de la ley, fue condenado por ser un "tirano, traidor, asesino y enemigo público de la nación" y fue decapitado el 30 de enero de 1649.

Carlos II, su hijo, vivió en el exilio hasta 1660 y su coronación fue un año más tarde, el 23 de abril de 1661. Aunque como monarca fue algo mejor que su progenitor, llegando a ser incluso popular, su reputación de "monarca alegre" le acompañó toda su vida: su vida disoluta y controvertida le llevó a tener 14 hijos ilegítimos con otras tantas amantes que eran en su mayoría actrices o mujeres de la aristocracia.

Sea como fuere, el príncipe Carlos de Inglaterra tiene otras opciones si lo prefiere en lugar de ser Carlos III, ya que al ser su nombre completo Charles Philip Arthur George también podría reinar con los nombres de Felipe, Arturo o Jorge. Y este último sería el de mayor agrado del príncipe de Gales, dado que sería un homenaje a su abuelo, Jorge VI, siendo él entronizado como Jorge VII.