Un viaje de 3.000 km y 18 refugiados ucranianos a Galicia: "Lo más duro fue tener que rechazar a una familia"

  • En total, 18 personas que huyen de la guerra en Ucrania, varios de ellos menores, han sido refugiados en Galicia. 
  • "Durante 1.000 kilómetros no nos dejaron entrar en ningún sitio porque los refugiados no tenían pasaporte Covid".
  • "El momento más duro de todo el viaje fue cuando tuvimos que rechazar a una familia que quería venirse a España".
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Los voluntarios españoles junto a varias familias ucranianas en el viaje de vuelta a España.
Los voluntarios españoles junto a varias familias ucranianas en el viaje de vuelta a España.
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Los voluntarios españoles junto a varias familias ucranianas en el viaje de vuelta a España.
El grupo de voluntarios españoles junto a refugiados ucranianos. 
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Tres furgonetas partían este martes 8 de marzo desde España con destino a Polonia, frontera con Ucrania, para llevar ayuda humanitaria y, a su vez, recoger a varias familias que huyen del conflicto que ha estallado entre el país del este y Rusia. ¿Su objetivo? Llevarlos hasta Galicia, donde serán acogidos en diferentes hogares.

Antes de partir y gracias a un contacto en Galicia, Mónica, que estaba tratando de organizar a través de Facebook algún tipo de colaboración para Ucrania, los voluntarios se pusieron en marcha para conseguir toda la ayuda posible: "El problema del viaje era sufragar los gastos, ya que solo en gasolina son más de 1.000 euros y, además, no había furgoneta", cuenta una de los familiares de los voluntarios, ya que ellos también han tenido especial relevancia para llevar a cabo las tareas previas al viaje. 

"Entre el sábado y el lunes se habían conseguido más de 1 tonelada de medicamentos, así como 2 toneladas de comida".

Finalmente, el equipo consiguió la colaboración de Basida Navahondilla, Ford Sotillo y Nissan Sotillo, que prestaron tres furgonetas para la realización del viaje. Además, las donaciones no tardaron en llegar: "Recaudamos muchísimo dinero. En menos de 24 horas se había conseguido dinero suficiente para poder ir a Polonia", sumando también ayuda humanitaria: "Entre el sábado y el lunes se habían conseguido más de 1 tonelada de medicamentos, así como 2 toneladas de comida y muchísimos productos de higiene, más toda la ropa y mantas de abrigo". 

El mérito del viaje se centra en toda la colaboración de los ciudadanos y en la coordinación de los voluntarios, ya que "todo esto se ha llevado a cabo a título privado, sin contar con la ayuda de ninguna asociación ni ninguna ONG". 

El viaje hasta Polonia: 3.000 km en 48 horas

Es así como en la madrugada del martes, a las 06.00 horas, con todo el material cargado en las tres furgonetas, partieron hacia Polonia los seis voluntarios que se han atrevido a realizar este viaje: Francisco Delgado, Joise García, Ismael Peinado, Carlos Suárez, Gonzalo Suárez y Emilio Bueno.

"No queríamos parar por miedo a que en alguna estación de servicio o mientras dormíamos en algún hotel, nos robaran".

El objetivo era llegar lo antes posible a Polonia: "Hicimos los 3.000 km en 48 horas", explica Francisco Delgado, uno de los voluntarios que han viajado hasta Polonia, en declaraciones a 20Minutos. "No queríamos parar por miedo a que en alguna estación de servicio o mientras dormíamos en algún hotel, nos robaran, así que hicimos el viaje del tirón, turnándonos para conducir", añade.

La llegada a Polonia, frontera con Ucrania

Cuando llegaron a Polonia, concretamente a un polideportivo de la localidad de Wieliszew, donde se coordina toda la ayuda que llega de diferentes países, les recibió el alcalde: "Es un tío formidable, lo tienen super bien organizado junto con bomberos de la localidad, funcionarios del ayuntamiento y muchísimos voluntarios. Allí reciben toda la mercancía de muchos países, lo descargan, lo clasifican y lo reparten".  

Interior del polideportivo polaco donde se clasifica la ayuda humanitaria para Ucrania.
Interior del polideportivo polaco donde se clasifica la ayuda humanitaria para Ucrania.
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El jueves a las 08.00 horas de la mañana, los seis voluntarios pudieron ver en primera persona los trabajos que se llevaban a cabo en el polideportivo: "Los bomberos se encargan de recoger parte de los suministros y lo reparten por los diferentes centros donde tienen refugiados". 

"Estuvimos ayudando a descargar un tráiler gigantesco de comida y material médico procedente de Irlanda", cuenta como anécdota uno de los protagonistas y voluntario de este viaje, una tarea nada fácil que les llevó unas dos horas, mientras otros voluntarios se encargaban de otra complicada tarea: buscar y seleccionar a las familias que iban a viajar a España como refugiados.

El momento más duro del viaje: elegir a las familias de refugiados

"Nosotros en España ya teníamos un número de familias para acoger a esos refugiados, pero fue una tarea muy difícil porque la gente no piensa en el drama que hay. Intentan acoger, pero quieren hacerlo a la carta, por lo que nos costó ubicar a las familias que teníamos, que eran familias grandes: una de cuatro, otra de cinco personas, otra más de cuatro, otra de tres, otra de dos...", narra.

"El momento más duro de todo el viaje fue cuando tuvimos que rechazar a una familia que quería venirse a España".

"El momento más duro de todo el viaje fue cuando tuvimos que rechazar a una familia que quería venirse a España. No teníamos donde cobijarla", explican en una de las publicaciones de Instagram. 

Sin embargo, Francisco Delgado y el resto de acompañantes encontraron solución: "Al final, viendo que se iban a quedar en tierra y que no iba a haber manera de llevarlos para España, decidimos nosotros buscarle una casa en La Adrada (Ávila), cerca de donde vivimos", explica, aunque haciendo más gestiones consiguieron otra casa en Galicia, cerca del resto de refugiados, por lo que pusieron rumbo a España con un total de 18 personas que huyen del drama de su país.

La vuelta a España: problemas por el pasaporte Covid

Para traer a las familias ucranianas a nuestro país, era obligatorio que desde España llevaran los papeles de las casas de acogida, datos sobre las personas que se iban a quedar con ellos o cuántos podían residir en cada casa, entre otras cosas. Sin embargo, el viaje de vuelta estuvo marcado por algún que otro momento amargo, ya que los refugiados no disponían de pasaporte Covid.

"Durante los 1.000 kilómetros que hicimos cruzando Alemania, no nos han dejado entrar en ningún sitio para comer porque estas personas ucranianas no tienen el pasaporte Covid".

"El peor sabor de boca que nos llevamos de este viaje es el hecho de que, durante los 1.000 kilómetros que más o menos hicimos cruzando Alemania, no nos han dejado entrar en ningún bar ni ningún sitio para comer porque estas personas ucranianas, evidentemente, no tienen el pasaporte Covid", explica Francisco Delgado. "En algunos sitios no nos han dejado y, en otros, cuando se han dado cuenta de quienes eran y que no tenían pasaporte Covid, nos han echado", añade.

Finalmente, consiguieron que en una de las gasolineras, la quinta en la que intentaban entrar a desayunar, les dejaran entrar: "Nos han dejado enchufar un inhalador eléctrico, que lo necesitan tres de los chicos ucranianos porque han pasado mucho frío, vienen destemplados, resfriados, con mocos, con muchísima tos...", cuenta el voluntario. "Previamente, hemos estado desayunando a 4ºC en la calle con los niños. Esta ha sido realmente la única mala experiencia de este viaje".

"Tienen desconfianza, no se quieren ir con cualquiera, tienen muchísimo miedo".

Sin embargo, a medida que avanzaban en el viaje, las familias, "que se notaba que estaban pasándolo realmente mal", se iban recomponiendo: "Ya confían más en nosotros y ven que no tenemos ninguna mala intención porque allí nos han comentado, en los centros de acogida en Polonia, que han ido personas con malas intenciones, buscando chicas guapas para llevarse a Alemania y otros países. Por eso, ellos tienen esa desconfianza, no se quieren ir con cualquiera, tienen muchísimo miedo", explica mientras cruzaban Luxemburgo. 

Final del viaje: su llegada a Galicia

La llegada a Galicia la definen los protagonistas con una palabra: emotiva. A pesar de que, como indican, estaban todos muy nerviosos, tuvieron la oportunidad de escribir una carta para los refugiados y explicarles todo lo que había pasado y cómo iba a ser su vida a partir de entonces: "Estábamos todos un poco preocupados por cómo iba a ser la llegada, por si ellos iban a pensar que los soltábamos ahí y los abandonábamos, por lo que decidimos escribirles una especie de carta que nos tradujo una chica ucraniana".

A su llegada a Galicia, había mucha gente esperando y las diferentes familias se quedaron en las furgonetas: "Se notaba más en los niños porque ya habían cogido confianza con nosotros y no querían irse con otras personas. Incluso, allí había mesas con comida y los niños no querían tocar nada", explica el voluntario. 

Finalmente, pudieron despedirse de las familias: "Nos prometimos que seguiríamos en contacto, ellos nos agradecieron mucho lo que habíamos hecho por ellos, nos dijeron que querían seguir también en contacto con nosotros y ya se fueron con sus nuevas familias". Posteriormente, pudieron cerciorarse de que todos estaban bien: "Todas las familias nos han dicho que se van acoplando, nos consta que están todos genial".

"Es una experiencia inolvidable. No nos arrepentimos ninguno de haber hecho este viaje. Ha merecido mucho la pena".

"Los niños son majísimos: juegan, te sonríen, te abrazan... Es una experiencia inolvidable. No nos arrepentimos ninguno de haber hecho este viaje. Ha merecido mucho la pena", añade uno de los protagonistas, que habla también en nombre de sus otros cinco compañeros de viaje. 

Una vez en casa, tras esta experiencia y con todo el dinero recaudado por los voluntarios para la realización de este viaje, se plantean una nueva iniciativa: "Nuestra intención, si somos capaces de conseguirlo, es llenar un camión entero de comida, un tráiler, y mandarlo a Polonia porque realmente lo necesitan", concluye.

Seis voluntarios españoles viajan hasta la frontera con Ucrania para llevar a varias familias de refugiados a Galicia. "Todo esto se ha llevado a cabo a título privado, sin contar con la ayuda de ninguna asociación ni ninguna ONG", explican a 20minutos.
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