Los afectados por el volcán de La Palma miran al futuro: "Ya que se ha llevado tanto, por lo menos que deje algo bueno"

Imagen de la casa de Davinia bajo la lava, en La Palma.
Imagen de la casa de Davinia bajo la lava, en La Palma.
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Imagen de la casa de Davinia bajo la lava, en La Palma.

El intenso olor a gas ha sustituido al ruido ensordecedor de la erupción, y la ladera de un nuevo volcán que ha brotado imponente en la isla de La Palma es ahora el recuerdo de una vida que se esconde bajo sus piedras. Davinia, de 41 años, vivía hace tan solo cuatro meses en una casa junto a la de sus padres, su hermano y sus abuelos; hoy su barrio, Todoque, y las casas de sus seres queridos, han desaparecido por completo bajo la lava.

Como Davinia hay cientos de vecinos de La Palma, a los que el 19 de septiembre, el día que comenzó la erupción del volcán, se les quedará marcado para siempre. Pese a que sus casas ya no están, los afectados comienzan poco a poco a recibir las llaves de sus nuevos hogares, en donde buscan comenzar una nueva etapa, a sabiendas de que, para muchos, el trabajo de toda una vida sigue sepultado y nada podrá compensarlo del todo.

"Yo era de Todoque y sigo diciendo que soy de Todoque", empieza diciendo Davinia a 20minutos antes de comenzar a contar su historia. "Mis padres, mis hermanos, mis abuelos, mis tíos... todos éramos de esa zona, de Todoque, en donde la lava se lo llevó todo".

"Miré arriba y la erupción estaba en frente... era una muerte anunciada"

Para Davinia todo comenzó dos días antes, "cuando se veía el revuelo y la tensión de si al final erupcionaría o no, era como si viviéramos en una película" reconoce. "En el momento de la erupción estaba justo taladrando la pared, porque quería poner el microondas en alto. En ese momento sentí como un movimiento y acto seguido miré la televisión, que estaba encendida, y vi que había reventado la tierra. No sabía la zona, con lo que salí de casa y cuando miré hacia arriba, vi que la erupción estaba justo enfrente... era una muerte anunciada".

"Ese primer día fue todo una locura", recuerda Davinia, "cuando salí a la calle nos volvimos locos, no teníamos información, era todo un corre corre, los coches subían, bajaban… y yo no tenía la maleta preparada". Justo un mes antes de la erupción, un incendio afectó a la isla, y en ese momento Davinia recuerda que ya había pensado que es lo que cogería en caso de ser evacuada alguna vez. "Las fotos es lo único irreemplazable. Así que ya sabia que cogería si pasaba algo así: mi ordenador con el disco extraíble, los papeles de la casa y un álbum de fotos". 

"Al día siguiente mi hermano fue a casa y me sacó algunas cosas de trabajo y yo fui al martes y miércoles siguiente, pero te daban 15 minutos y no sabes qué sacar. Te bloqueas de tal manera que miras a tu alrededor e intentabas sacar todo, hasta los muebles", explica a la vez que reconoce que "si le dejaran volver para atrás, hubiera dejado lo muebles y hubiera cogido lo que estaba dentro, que en realidad es lo que tiene valor… y todo eso se quedó allí. Dejaría todo lo grande y cogería todo lo pequeño. Cambiaría eso sin pensármelo".

"Estuve un buen rato mirando a la falda de la montaña y me costaba tanto creer que debajo estaba mi casa..."

Durante los meses que seguirían al desalojo, Davinia, al igual que sus vecinos, se dividieron entre alojarse en los lugares habilitados por las autoridades o refugiarse en casa de familiares o amigos, como fue el caso de ella, a la espera de ese inevitable momento en el que su casa sería engullida por el magma.

Una colada de lava se desplaza por el bario de Todoque, en el municipio de Los Llanos de Ariadne, donde sus vecinos están siendo desalojados.
Un hombre del núcleo urbano de Todoque saca su bicicleta por la ventana 
EFE/Ramón de la Rocha

Nuevo hogar tras la erupción: un comienzo complicado

Tanto la abuela de Davinia como ella viven desde hace semanas en sus nuevas casas, compradas por el Gobierno canario durante la emergencia y adjudicadas escaso tiempo después del final de la erupción. Según los últimos datos del Gobierno autonómico, ya se han adquirido más de 200 viviendas y se han entregado más de 100 millones en ayudas para vivienda y alojamiento.

Para Davinia, este nuevo comienzo no ha sido sencillo, ya que, como recuerda, recibió muchas críticas por ser una persona soltera y sin hijos y haber sido de las primeras: "Lo pasé muy mal en las primeras semanas, porque la gente hablaba mucho y escuché muchos comentarios".

"Cuando me dieron la llave yo también me quedé sorprendida, porque dije: '¿Yo de las primeras?, si en mi situación hay mucha gente'. La asistenta social me explico que este piso era una habitación y es un piso muy pequeño. Yo decía: 'Dénselo a alguien con niños', pero me explicaban que era imposible por como era el piso", afirma.

Davinia explica como a los días se quiso negar al piso y entregar las llaves para que se lo dieran a otra persona: "Me dijeron que si las entregaba, o pasaba al final de la lista o me sacaban directamente de ella y ya no tendría derecho, y claro, en esa vicisitud no te queda otra que coger la llave, porque no sé que va a ser de mi vida".

"Cuando me preguntaron hace tiempo que si había algún sitio al que no quisiese ir dije dos, y justo uno de ellos es en el que me han adjudicado la casa. Tengo gente aquí a la que adoro y amo, pero justo era un sitio en el que no me hubiera gustado vivir. No está haciendo fácil. De vivir en una casa terrera a vivir en un edificio, con vistas a la pared de una platanera… Pero bueno, estoy adaptándome ¡Menos mal que tengo una cortina bonita, que así no tengo que abrir!", explica entre risas.

"Con esto que ha pasado no podemos vivir en el futuro"

Pese a todo, la situación ha cambiado mucho desde septiembre. "Haberme asignado un alquiler para los próximos tres años ha sido un alivio, porque saber que ya tienes un techo ayuda. También el encontrar trabajo me ha ayudado muchísimo, ya no piensas tanto en lo malo".

No obstante, Davinia reconocer no pensar a largo plazo: "Con esto que ha pasado no podemos vivir en el futuro, sino en el presente, porque quien nos iba a decir que el 19 de septiembre íbamos a salir de nuestra casa y nunca más volveríamos a ella".

"Todos vivíamos en el mismo barrio, ese es el problema", reflexiona. "No quiero quedarme con miedo, pero no invertiría todo en un mismo lugar. Quizás se puede vivir juntos como hacíamos, pero no tener todos los bienes en el mismo sitio. No lo quiero llamar miedo, pero quiero saber que si pasa otra vez tengo un lugar donde poder ir".

Volver a Todoque "para curarse"

Ha tenido que pasar varios meses para que Davinia haya podido volver a ver su barrio, y comprobar 'in situ' como el lugar donde se crió hoy no existe. "Llevaba muchos días queriendo armarme de valor, porque quería ir a ver donde estaba la casa". 

"Lloré mucho cuando fui a ver la zona y le tiré piedras intentando desahogarme, pero me hizo muy bien ir. Hay gente que prefiere no verlo, yo en mi caso sí lo necesito para ir subiendo escalones de superación. Es doloroso y muy triste, yo miraba ahí y estuve un buen rato mirando a la falda de la montaña y me costaba tanto creer que debajo estaba mi casa".

"Era una sensación de no aceptarlo, no me creía lo que veía. Trataba de entender. Miraba al volcán y decía: '¿Por qué?'. Luego lo miraba y hasta yo sola me reía, porque pensaba que pese al daño que ha hecho, ves ese monumento y dices: 'Pues bueno, tampoco está tan feo'", añade entre risas.

Imagen de la casa de Davinia bajo la lava, en La Palma.
Davinia observando su casa bajo la lava.
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El volcán: ¿una atracción turística en medio del desastre?

Si algo se ha debatido durante los 85 días que duró la erupción fue cómo tratarlo. Históricamente, los volcanes y su actividad han atraído a visitantes extranjeros a Canarias, fascinados por una actividad muy difícil de ver en  el resto del mundo. Sin embargo, en esta ocasión, el llamativo espectáculo natural se juntó con el drama humano que se vivía a diario, donde las imágenes de casas, plataneras y barrios enteros engullidos por la lava dejaban una desoladora sensación de desamparo.

Habitantes de otras islas canarias y de fuera del archipiélago debatían si el acudir a La Palma sería morboso y perjudicaría a sus habitantes o no. En este sentido, tanto el Gobierno canario como las instituciones insulares han tenido claro desde el principio que La Palma es un lugar seguro para viajar y animaban a visitar la isla. Las autoridades han recordado que, respetando las zonas de exclusión, el turismo ayudará a que la economía insular no sufra todavía más las consecuencias del volcán.

Sobre esta cuestión, Davinia dice esperar "que sepan gestionar el volcán y le saquen partido. Ya que se ha llevado tanto, por lo menos que deje algo bueno. Que saquen el beneficio de tanto desastre".

"Las primeras veces no lo quería mirar, pero reconozco que ya por último, hay veces que bajo por esa zona a propósito por ver todo cubierto de lava, aunque me parte un poco el corazón… No se lo dijo a mucha gente, pero a veces veo la montaña y pienso: 'Está bonita'".

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