Philippe Jaroussky: "Los artistas tenemos que hacer un homenaje al público que viene a los conciertos"

Philippe Jaroussky y Thibaut Garcia
Philippe Jaroussky (izquierda) y Thibaut Garcia
Photographer: James Bort
Philippe Jaroussky y Thibaut Garcia

El contratenor Philippe Jaroussky lleva más de veinte años demostrando que es un cantante imprescindible en los grandes escenarios y uno de los músicos más versátiles del panorama internacional. Con ocasión de la gira española y su próximo concierto en Madrid para presentar su CD À sa guitare junto a la gran revelación del mundo de la guitarra, Thibaut García, hemos charlado con él sobre este último trabajo, sobre su carrera, sus influencias e intereses dentro y fuera de la música.

¿Cómo surge la idea de colaborar con Thibaut García en este disco? ¿Existía una intención previa de llegar a una colaboración o fue algo que surgió casualmente?

He tenido la suerte de grabar muchos discos durante 20 años, y una buena parte de mis discografía comprende grabaciones de repertorio barroco, como muchas arias escritas para las voces de 'castrati', por ejemplo. Así que ahora me gusta llevar a cabo proyectos diferentes de lo que ya he hecho anteriormente. Naturalmente me encanta ese repertorio, pero también quiero ofrecer algo un poquito más original y especial al público. Precisamente en este momento de mi trayectoria conocí a Thibaut García en la entrega de las Victoires de la Musique -los premios de música clásica en Francia. Él recibió el premio como nuevo talento y yo como viejo talento (risas). Nos pusimos de acuerdo para que interviniera en mi compilación Passion Jaroussky y grabamos una canción de Dowland y la famosa canción de Cosma Les feuilles mortes -Las Hojas Muertas- y prácticamente sin darnos cuenta, ahí nació la idea del proyecto. A pesar de la dificultad que comporta recorrer más de cuatro siglos de música en varios idiomas, todo resultó muy fácil desde el primer ensayo, porque Thibaut es un guitarrista de un virtuosismo impresionante, un músico de un gran refinamiento y también con un instinto natural para seguir la voz. Todas esas razones nos empujaron a realizar este proyecto.

¿Se corresponde el recital que podrá escuchar el público en Madrid con el disco? ¿Cómo decidieron hacer la selección y ordenarla para la grabación?

Sí, el concierto se corresponde casi totalmente con el CD. En cuanto a la decisión de en qué orden presentar las pistas, fue una decisión que tomamos al terminar la grabación. Teníamos dos opciones: naturalmente, lo que parece un poquito más lógico es un orden cronológico, empezar con barroco, seguir con clásico y terminar con canciones más populares, pero lo probamos y nos parecía un poco aburrido, que arrancaba con cierta timidez. Entonces mezclamos todo como un cóctel, pero intentando establecer ciertas relaciones entre canciones que no tienen conexiones evidentes entre sí. Y la verdad es que nos gusta mucho más así, el resultado muestra hasta qué punto la música es algo totalmente universal con componentes que trascienden el tiempo. Monteverdi, por ejemplo, es uno de los compositores más modernos que existe por mucho que viviera en el siglo XVI-XVII. En cuanto al concierto, también hay que hacer alguna pequeña variación en el orden porque Thibaut necesita afinar de forma un poco diferente en función de las canciones y esa es una cuestión muy a tener en cuenta. Pero desde luego, terminamos con Alfonsina y el mar y una canción popular arreglada por Britten. Lo pusimos al final del disco porque mis últimas palabras son “la canción se terminó” y me parece que finalmente durante el concierto, esta pieza al final adquiere aún más sentido: es un camino, un recorrido casi espiritual que se cierra. Cada vez me gusta más que los conciertos terminen con atmósferas poéticas y nostálgicas que invitan a una reflexión,  más que con fuegos artificiales. Pretendemos compartir cierta intimidad con el público y en ese sentido, este programa que presentamos supone prácticamente contar una historia, algo así como cuando vamos al cine a ver una película que nos hace sentir algo nuevo o nos hace pensar sobre diferentes aspectos de la vida.

¿Nota que el público está más receptivo y abierto desde que llegó la pandemia?

Los artistas tenemos que adaptarnos a la situación y hacer un homenaje al público que viene a los conciertos con la mascarilla y quiere mantener el contacto con la realidad, no quedarse en casa escuchando discos. Es buen momento para relajar las formas clásicas del concierto. No quiero criticar la forma clásica, porque me parece interesante mantener el silencio, sobre todo porque nosotros no usamos micrófono, como los cantantes de pop. Me refiero, por ejemplo, a añadir un poquito de humor durante el concierto, permitir reír un poquito y pasar un buen momento al público a través de varios sentimientos: reír, emocionarse… Por ejemplo, hablar algo, no mucho. En los conciertos en Francia tengo que introducir, por ejemplo, la canción de Alfonsina y el mar porque el público francés no la conoce, pero en el concierto de Barcelona -el pasado día 14 de diciembre- no es necesario. ¡Naturalmente tenía mucha más presión al cantar Alfonsina y el mar en Barcelona que en Francia! El hecho de cantar canciones en los idiomas de los países en los que actuamos es otra forma de acercarse a cada público y a cada tradición musical, lo que permite un contacto más íntimo. Hace una semana actuamos en Londres, y he trabajado antes del concierto las piezas en inglés para conseguir una dicción más pura. Por ejemplo, el alemán lo trabajé mucho antes de la pandemia porque hice un gran proyecto con música de Schubert y he ofrecido recitales con sus lieder en Barcelona, Berlín y Colonia. Ha sido probablemente el programa que más he trabajado en mi vida. Una escuela de humildad. Ahora me siento mucho más seguro con el alemán, aunque he de decir que el idioma que necesita más trabajo para mí es el inglés, porque cada palabra necesita su pronunciación.

Hay músicos que han aprovechado la pandemia, y sobre todo el confinamiento, para profundizar en sus estudios, nutrirse en otros campos, reflexionar. Ha sido como un tiempo extra. En su caso, ¿le ha permitido profundizar o conocer algún repertorio, otros autores o nuevas obras?

Podemos decir que este álbum es un “hijo” de la pandemia. Era un proyecto previsto para un año después y cuando vimos que llegaba la pandemia, teniendo que permanecer 2 o 3 meses en casa, como Thibaut vive también en París, pensamos adelantarlo. No teníamos conciertos y tuvimos mucho más tiempo para pensar el proyecto y escoger cada pieza. Es verdad que es una situación terrible, no precisamente unas vacaciones, pero aproveché para tocar mucho el piano en casa: Chopin, Beethoven, Schubert… Tener la música en tu vida es una suerte enorme, porque nunca te sientes solo. Siempre puedes entrar en diálogo con la mente de un compositor que murió tres siglos atrás, tocando su música. Ha sido una reafirmación como músico. Normalmente llevamos un ritmo muy intenso de vida: viajes, hoteles, conciertos, firmas, entrevistas… a veces pareces un poco como una máquina, un robot. Es importante emplear tiempo para hacer otras cosas porque la mente y el cuerpo se cansan, y ya no somos capaces de dar lo mejor al público. Es una responsabilidad que siento mucho ahora. Hace 20 años que canto y la gente tiene muchas expectativas al escucharme en vivo. Hay muchas personas que me escuchan por primera vez en directo y llevan escuchando mis discos desde hace 10 años. Es mi responsabilidad preservar mi voz, por ejemplo, no hablando por teléfono el día del concierto, sino hacerlo el día antes. Si mi voz está cansada, no voy a sentir ningún placer en el escenario. Voy a tener miedo y con el miedo no se puede transmitir nada.

Portada del disco de Philippe Jaroussky y Thibaut García
Portada del disco de Philippe Jaroussky y Thibaut García
ERATO

El título del álbum, ‘À sa guitare’ ¿es un homenaje a la guitarra? ¿cuál es su significado?

Desde el principio pensamos que realmente somos tres en el disco, porque la guitarra es la base. Incluso en la portada, la guitarra está entre Thibaut y yo. Naturalmente, la primera pieza del disco se titula À sa guitare, de Poulenc, pero funciona también como un acertijo porque ¿qué quiere decir realmente? ¿es la guitarra de Thibaut o finalmente Thibaut se ha convertido en mi guitarra oficial para el resto de mi vida? (risas). También hemos tratado de mostrar la variedad de color de una guitarra clásica, y Thibaut ha trabajado mucho los colores para acercarse al sonido del laúd en la música de Dowland, o un sonido más jazzístico en la música brasileña. Thibaut reconoce que ha crecido mucho en este proyecto como guitarrista. Estoy muy contento de que la palabra guitarra esté en el título de este disco.

En mayo de este año hizo su debut como director de orquesta, con un oratorio de Scarlatti. ¿tiene pensado seguir compaginando su carrera de cantante con la dirección?

He pensado sobre este proyecto durante tres años para la ópera de Montpellier y ha sido una primera experiencia muy intensa, porque tuvimos que grabar todo el oratorio -Il Primo Omicidio (1707) de Alessandro Scarlatti- en un día. Tuve la suerte de contar con solistas increíbles, como Sandrine Piau. Fue como un regalo de la vida y descubrí una energía nueva en mi cuerpo, porque como cantante tengo una energía bastante baja. Dirigir requiere algo muy diferente porque tienes que transmitir con tus gestos lo que quieres hacer. ¡He descubierto nuevos músculos en mi cuerpo! Es una manera totalmente diferente de estar en el escenario y sientes el placer de que la orquesta reacciona con tus gestos. Es un placer increíble y ahora voy a dirigir mi primera ópera en París y Montpellier, Giulio Cesare in Egitto, de Händel. Tengo un casting fenomenal con Sabine Devieilhe como Cleopatra y Franco Fagioli como Sesto. Puedes imaginar que cuando dirija mi primera función va a ser una de las emociones más grandes de mi vida. La primera fue cuando terminé mi primera ópera sobre el escenario, L’Incoronazione di Poppea, de Monteverdi, con tan solo 21 años, haciendo un papel muy difícil. Recuerdo que cuando acabé esas cuatro horas de ópera en el escenario, con un dueto fenomenal, supe que a eso iba a dedicar mi vida. Fue una emoción increíble. Ahora será diferente, porque no tendré miedo por mi voz, ya que no voy a cantar, pero sentiré una responsabilidad enorme como director. ¡Seguro que seré mucho más indulgente a partir de ahora con los directores con los que trabajo!

En alguna ocasión ha manifestado que desea mostrar el genio de los compositores, una capacidad superior, sublime… ¿cómo trata de aproximarse a ese deseo, a contribuir a que ese genio quede al descubierto? ¿cree que su faceta como director puede facilitarle esa tarea?

Sí. En el barroco también me parece que, como director, es muy importante defender obras poco conocidas y completas, por ejemplo, porque he hecho muchos recitales en disco con un aria de una obra o dos y ahora, con mi nueva faceta, puedo llevar a cabo este deseo de presentar obras completas a los diferentes teatros de ópera. Es muy importante también escoger el cantante adecuado para cada papel. Y también es fascinante hablar del proyecto teatral con los directores de escena, compartir ideas sobre la obra. Por otra parte, yo tengo mi academia y mis cursos de música, donde trabajo con muchos nuevos talentos y me parece que la situación, volviendo al tema de la pandemia, no es fácil, porque me parece que una parte del público tiene todavía miedo de acudir a las salas de concierto y me parece que puede ser difícil para estos jóvenes empezar su carrera en esta situación, porque quizás una parte de las óperas y de los teatros no se van a atrever a arriesgar y sólo van a querer contratar a artistas confirmados como yo, para llenar la sala. En fin, me parece un momento difícil para que la generación más joven consiga hacer sus primeros recitales, y creo que, también como futuro director, mi misión es proponer jóvenes cantantes para los papeles operísticos, de modo que puedan adquirir experiencia y vivir de su oficio de músicos.

Imagen del disco 'À sa guitare' de Jaroussky y García
Imagen del disco 'À sa guitare' de Jaroussky y García
Photographer: James Bort

¿Cuáles han sido sus referentes musicales en el canto, tanto en la voz de contratenor como en cualquier otro registro?

Mi primera pasión musical, cuando tenía 17 o 18 años fue Shostakovich. Yo lo escuchaba todo el tiempo, fascinado por una vida tan difícil, un personaje tan torturado. Después descubrí naturalmente el Barroco. Monteverdi fue un shock. También descubrí a María Callas. Después, a la edad de 20 o 21 años descubrí el disco The Vivaldi álbum de Cecilia Bartoli que fue, naturalmente, un gran modelo. Haber tenido la oportunidad de hacer tantos proyectos con ella es un regalo de la vida. Nunca hubiera podido imaginar a la edad de 20 años compartir escenario con ella. Por otro lado, yo tengo también una formación de violinista y pianista, así que desde siempre escucho mucho el repertorio de esos instrumentos, la música de cámara y en cierto modo siento algo de complejo y mucha admiración ante ese trabajo ímprobo de ser un solista pianista, violinista o chelista, porque el trabajo como cantante solista es bastante diferente. En cuanto a mis últimas pasiones, ahora no puedo pasar una semana sin escuchar a Ella Fitzgerald, me parece que esta mujer lo tiene todo: un ritmo fantástico, una afinación perfecta, colores, me parece que esta mujer estaba fuera de este mundo, con una personalidad solar. Aconsejo un reportaje de una hora y media sobre toda su vida que ha hecho la cadena Arte porque su vida es un ejemplo para todo músico. En fin, las influencias son una mezcla de muchas cosas, como puede ver.

¿Encuentra inspiración también en la pintura, el teatro, el cine…?

Sí, claro. Cuando tenía entre 8 y 15 años pintaba mucho. Fue mi primera pasión. Mi pintor preferido es Caravaggio. Tiene una fuerza magnética, es un misterio que no se explica, es un genio total y la prueba es que en una sala de un museo, si hay un Caravaggio, la gente se siente irremediablemente atraída por él.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento