Claro que con ellas hay menos tubos de escape. Pero nos dan más: cómo ventilan Bilbao con su molinillo pedalero, de qué manera se adhieren los niquis al torso y los chicos se vuelven a esas faldas al vuelo. Las bicis no entraban en la ciudad. Por eso se han hecho pequeñas, plegables, y ya tenemos en la calle la tan europea cultura de la bicicleta.

«Hace cuatro años no vendía ni una. Ahora cada semana me vienen dos, tres, cuatro personas a comprar una bici plegable», explica Fernando Lobato, responsable de Ciclos Maestre.

Efectivamente, han cuajado estas bicicletas reducidas que se guardan fácilmente bajo la cama o en una esquina del balcón.

«Antes, ir en bici por Bilbao era un acto militante. Pero ahora se está estandarizando», nota Lobato. Ya no son ecologistas con bicis de pegatinas, «sino gente de entre 31 y 40 años que las usa para ir a trabajar».

Sean los 13,2 kilómetros de bidegorri que tiene Bilbao o la constatación ciudadana de que se llega mucho antes a los sitios a pedales que andando. Luego, claro, está la moda.

Porque aquí también hay moda. Una bici plegable puede salir por menos de 200 euros, aunque las hay de diseño, de marcas pomposas, que salen a más de 600.

Nerea Maeso. 25 años. Miembro de Biziz Bizi.  

«Voy en bici siempre porque es súper cómodo y porque gano tiempo. Está comprobado. Vivo en el Casco Viejo y trabajo en Fontecha y Salazar. Andando tardo 20 minutos, y en bici, cinco. También la uso para ir a hacer las compras. La cando en la puerta y ya está. Al ser tan pequeña no pesa nada. La subo por las escaleras todos los días en mi casa, y muy bien».

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