Qué es y para qué sirve la COP26: el reto imposible de 'arreglar' la crisis climática en la era poscovid sin Rusia ni China

  • Xi Jinping y Vladimir Putin no asisten a la cumbre, que empezó este lunes en Glasgow.
  • ​Dos de los países más contaminantes rechazan el debate sobre cómo abordar los retos climáticos en la era poscovid.
  • ​La UE quiere ser un bloque firme en las conversaciones, pues la transición energética es una de sus prioridades.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, en Moscú, Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, en Moscú, Rusia.
SERGEI ILNITSKY / EFE
El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, en Moscú, Rusia.

Rusia y China son en cuestiones climáticas los alumnos rebeldes que no se presentan a los exámenes finales. Ese puede ser el resumen de lo que se avecina en la Cumbre del Clima 2021 (COP26), que arrancó este lunes en la ciudad escocesa de Glasgow. Tras un año de parón -en 2020 no hubo por la pandemia y la de 2019 se celebró en Madrid- vuelve el 'gran' debate sobre cuestiones climáticas, pero lo hace con el plantón de los dos líderes más relevantes: Xi Jinping y Vladimir Putin. Representan a dos de los países que más contaminan en términos absolutos (junto a EE UU e India), pero no quieren sentarse en las mesas destinadas a buscar soluciones. En ese contexto, ¿qué es realmente y para qué servirá la COP26?

¿Qué es la COP26 y cuáles son sus objetivos?

El nombre oficial es Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y está previsto que asistan 25.000 personas de todos los rincones del planeta, siendo uno de los eventos más masivos que se celebren cuando todavía el mundo está saliendo de la pandemia del coronavirus. Habrá delegaciones de 200 países y los objetivos son muchos (y no todos sencillos): limitar el ascenso de la temperatura global a menos de 2 grados y si puede ser a menos de 1,5 y reducir los gases de efecto invernadero a cero para el año 2030 son las premisas bajo las que se avanza. En Glasgow por primera vez se analizarán los pasos que han dado los países en estos dos caminos.

Además, se espera que se adopten medidas concretas para proteger las comunidades y los hábitats naturales más afectados por el cambio climático. Eso sí, para ello es necesario que se recauden como mínimo 100.000 millones de dólares en financiación para el clima todos los años. Los líderes insisten en que esas metas solo se podrán cumplir con una estrecha colaboración entre ciudadanos, empresas y gobiernos.

¿Por qué no estarán Xi y Putin?

Más allá del contenido, la cita es también un tira y afloja geopolítico. Por eso, en un escenario tan tensionado, Rusia y China quieren mantener el pulso frente al otro bloque, formado por la Unión Europea y Estados Unidos. La ausencia de los dos presidentes es un mensaje claro de que a Moscú y Pekín no les interesa avanzar en la lucha climática -o no al mismo ritmo que el resto-. China, de hecho, enviará a la cumbre al vicepresidente encargado del medioambiente, Zhao Yingmin, y Rusia también prevé contar con emisarios gubernamentales, pero no de primer nivel.

Los organizadores y las ONG tienen claro que la COP26 perderá parte de su razón de ser si en ella no están implicadas de forma seria tanto Rusia como China. Lo que pretenden ambos países es alejarse de la presión del resto para asumir metas más ambiciosas en la lucha contra el cambio climático. En el caso de Putin, además, el debate quedó zanjado con una escueta frase: "La lucha climática es una de nuestras grandes prioridades". Pero no quiere asumir más compromisos. El Kremlin, por lo demás, guarda silencio. Y dar la callada por respuesta, no ir a Glasgow y no participar en el debate parece que deja al resto de países en una situación de debilidad.

¿Qué buscará la UE?

"La conferencia del clima de Naciones Unidas será el momento de la verdad porque los compromisos actuales no son suficientes para tener al mundo encarrilado hacia el objetivo que nos marcamos todos en París", comentó hace solo unos días la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que quiere que el papel de la UE en la cumbre sea muy activa. "Puedo garantizar que la UE hará todo lo posible para que la COP26 sea un éxito", sentenció, siendo consciente de que la transición ecológica es una de las prioridades del Ejecutivo comunitario (como se ha mostrado por ejemplo con el paquete European Green Deal).

Precisamente en ese escenario la Unión quiere posicionarse en la cumbre como una "potencia climática" y así liderar, por delante de Estados Unidos, el mensaje de que hay que cumplir con los compromisos alcanzados: pasar de las palabras (y de las firmas) a los hechos. "La UE está en disposición de asumir ese papel en la primera línea porque estos años ha demostrado su compromiso", comentaron fuentes de la Comisión consultadas por 20minutos. Ya antes de la COP25 de 2019 el Parlamento Europeo adoptó una resolución en la que declara una “emergencia climática y medioambiental” en Europa y a nivel global.

¿Y España en particular?

A priori, España parece bien posicionada en materia climática. El presidente de la COP26, Alok Sharma, señaló hace meses en una entrevista con Efe que la Ley de Cambio Climático y Transición Energética aprobada por el Gobierno muestra su "liderazgo" y lo calificó como un "momento histórico". El objetivo de España es precisamente el de reforzar ese lugar en la cabeza del cartel. El país es visto como "un socio clave" para los retos presentes y futuros. Además España, que acude en el marco de la UE, declaró ya hace más de un año la emergencia climática y aprobado la Ley del Clima, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima o la Estrategia de Transición Justa.

¿Dónde están los mayores escollos?

Hay dos: el peligro de que se caiga en generalidades y los pulsos puramente políticos, que es lo que sucede con Rusia y China. El escollo pasa porque cualquier acuerdo que se alcance en el seno de la cumbre nacerá 'cojo' porque no cuenta con el visto bueno de Pekín y Moscú. Que dos potencias queden fuera de la rueda puede hacer que las medidas que se aprueben sean casi irrelevantes. ¿Quién asegura que esos dos países las van a cumplir si ni siquiera las han negociado?

¿Sirve de algo esta cumbre?

Es de esperar que sí, precisamente porque el mensaje es ese: que se empiecen a ver hechos concretos. Es más, la gran meta de la cumbre es ver hasta dónde han avanzado los países en los compromisos alcanzados antes de poner sobre la mesa otros nuevos. Al tener una agenda tan llena será complicado ir a lo concreto, pero los líderes y los organizadores creen que tras un año de 'pausa' por la pandemia es necesario que el discurso ya no sea algo vacuo y sin concreciones.

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