Groenlandia, la nueva isla del tesoro: la UE, EE UU, Rusia y China trasladan al Ártico la batalla estratégica

Imagen del Ártico, hielo en la isla norteña de Baffin.
Imagen del Ártico, hielo en la isla norteña de Baffin.
WIKICOMMONS / PAUL GIERSZEWSKI
Imagen del Ártico, hielo en la isla norteña de Baffin.

La batalla geopolítica se va moviendo en función de los intereses de los bloques, y ahora el foco se ha puesto sobre el Ártico. La Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y China trasladan a esa zona su nuevo reto, convirtiendo Groenlandia en una nueva isla del tesoro. Y hay motivos para creer que su importancia irá a más en los próximos años. Pero, ¿por qué?

Las cartas ya están boca arriba. La Unión Europea ha decidido poner un pie en el Ártico por intereses geopolíticos y de sostenibilidad y para ello abrirá una oficina en Groenlandia, según un informe de la Comisión Europea, que aborda cómo responder a los retos y oportunidades en esa región. De hecho, el colegio de comisarios debatirá el asunto este mismo miércoles. Entre otros objetivos, la UE pretende estar más presente en una zona donde hay una creciente competencia, e impulsar la protección del medioambiente y la biodiversidad.

Es, eso sí, la última en llegar ese 'reparto de la tarta' ártica. Hace solo dos años el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habló directamente de comprar Groenlandia. La isla más grande del mundo es un territorio independiente de Dinamarca, pero que está sujeta al país por ejemplo en materia de Defensa. La idea de Trump le generó un conflicto con Copenhague, pero no era ni mucho menos una locura. ¿Por qué? Porque hay un sector que explorar. Groenlandia cuenta con uno de los mayores depósitos de tierras raras del mundo. Estas son imprescindibles en la producción de las baterías de coches eléctricos, ordenadores, pantallas, televisiones o teléfonos móviles. Es decir, un sector capital al fin y al cabo.

"La UE llega con muchos años de retraso"

Astrid Portero, investigadora asociada del European Council on Foreign Relations (ECFR), explica a 20minutos que habría que tener en cuenta varias cosas: "Uno de los principales problemas que tiene la UE es la diferencia de amenazas y riesgos geopolíticos que hay en función del país del que hablemos". A España le importa poco lo que pase en Dinamarca de igual manera que a Bélgica le importa tirando a poco lo que pase con Marruecos. "De fondo tenemos esta cortina de intereses muy dispares en los que la UE ha fracasado de cara a encontrar una postura común", sostiene Portero.

Al Ártico la Unión "llega con muchos años de retraso" especialmente si vemos los movimientos estratégicos de China, pero la UE ve que Groenlandia "va a ser una región donde se prevé que haya un conflicto geopolítico futuro entre Rusia y EE UU". Rusia lleva años "militarizando" su costa ártica, y eso a la Unión Europea "no le gusta". Portero añade que la intención de Bruselas es "salvaguardar el territorio y los derechos de la gente que lo habita", pero sabe "lo que hay debajo", porque Groenlandia "acoge el mayor nivel de tierras raras del mundo fuera de China". La experta dice, eso sí, que "no tendría mucho sentido" que la UE apostara por extraer "cuando tiene el Pacto Verde Europeo". 

Los metales raros "se usan para absolutamente todo hoy en día" y por eso aquí la UE se juega su autonomía estratégica. "La Unión da este paso porque ve que en Groenlandia hay cada vez más presión de intereses extranjeros", prosigue, y reconoce que la UE "necesita urgentemente además aumentar su capacidad en lo que se refiere a las tierras raras". Portero alerta, no obstante, de que aunque la UE fuera capaz de extraer metales raros de Groenlandia "la producción sigue estando en China", por lo que el proceso es largo: no solo extraer, sino también de producir.

La UE ha llegado a ese debate, como insiste la experta, "tarde". Pero ha llegado al fin y al cabo. "La región ártica reviste una importancia estratégica clave para la Unión Europea por el cambio climático, las materias primas y la influencia geoestratégica", explican desde la Comisión, en un relato más genérico. La UE cree que como "potencia de primer orden" tiene que jugar esa partida, y lo hará en base a tres objetivos. 

El primero es contribuir al diálogo pacífico y constructivo y a la cooperación internacional, con el fin de que el Ártico siga siendo seguro y estable, planteando cuestiones relacionadas con el Ártico en sus contactos exteriores, intensificando la cooperación regional y manteniéndose alerta frente a los nuevos retos en materia de seguridad. Además, llama a adoptar medidas enérgicas para hacer frente al impacto ecológico, social, económico y político del cambio climático y al deterioro ambiental. "Hacer que el Ártico sea más resiliente, gracias a la legislación ambiental, la acción concertada contra el carbono negro y el deshielo del permafrost, y presionando para que el petróleo, el carbón y el gas permanezcan bajo el suelo también en las regiones árticas", dicen.

"La UE está viendo venir que lo que hay debajo del Ártico va a provocar un conflicto estratégico a nivel mundial"

Y por último Bruselas se compromete a apoyar un desarrollo global, inclusivo y sostenible de las regiones árticas para beneficio de sus actuales habitantes y de las generaciones futuras, atendiendo especialmente a las necesidades de los pueblos autóctonos, las mujeres y los jóvenes, e invirtiendo en empleos orientados al futuro, en particular en la economía azul, tal como se recoge en la Comunicación de la Comisión Europea.

"La UE está viendo venir que lo que hay debajo del Ártico va a provocar un conflicto estratégico a nivel mundial", concluye Astrid Portero, que además pone el foco en que ese choque que se puede dar va a afectar "directamente a Dinamarca", que es un Estado miembro. En definitiva, en el Ártico, como en otras zonas y en otras áreas, lo que busca la Unión Europea es posicionarse. Falta por ver si no paga un peaje alto por llegar tarde y sobre todo si consigue hacerlo.

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