Tampoco es que nadie vaya a llevarse las manos a la cabeza por algo, en principio, lógico, dado que tiene ya 95 años. Pero precisamente por su vitalidad, y porque no le había hecho falta hasta ahora, más ha sorprendido que Isabel II haya utilizado un bastón para caminar más segura, algo que no hacía desde casi dos décadas atrás.

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Ha sido este martes 12 de octubre cuando la monarca ha asistido al oficio religioso en la abadía de Westminster, en Londres, donde se conmemoraba el centenario de la organización benéfica de la Legión Real Británica (la Royal British Legion), que conforman no solo los miembros de las Fuerzas Armadas, sino también veteranos y sus familiares.

Acompañada por su hija, la princesa Ana, de 71 años, la soberana británica llegaba con un vestido azul marino, combinado, como acostumbra, con un sombrero a juego, alo que hay que añadir un broche ruso, heredado de su abuela, la reina María, en 1953, y que está compuesto por un zafiro cuadrado y un diamante, rodeado de diamantes más pequeños.

Pero nadie se podía fijar en ello pues Isabel II hizo saltar algunas alarmas cuando apareció con el bastón, lo que el Palacio de Buckingham, en un comunicado oficial, explicó que hizo "para su comodidad", como también el hecho de no entrar por la puerta principal, sino por otra más cercana a su asiento.

Aunque según el Mail Online, el uso de la cachava tenía más que ver con los adoquines -para evitar accidentes-, en otras ocasiones recientes en las que ha asistido al lugar no lo ha utilizado. De hecho, no hacía uso de un bastón desde hacía 17 años.

Fue entre 2003 y 2004, cuando tenía 78 años y apenas tres veces en público (con el príncipe Felipe en Belfast, en un servicio de Navidad y visitando el barco Queen Mary II), pero todo ellos tenía su justificación: la utilización del cayado ocurrió justo después de que se sometiese a una operación en la rodilla derecha en la que le extirparon un cartílago desgarrado.