Casi una semana ha pasado ya desde que la colada de lava que escupe el volcán de Cumbre Vieja cambiara para siempre el paisaje de la isla de La Palma. Fue el pasado 28 de septiembre a las 23:00 horas de la noche cuando el magma expulsado se precipitó desde un acantilado de unos 100 metros de altura sobre la playa de los Guirres.
Se formó entonces un delta volcánico o fajana, un canarismo que la RAE define como un "terreno al pie de laderas o escarpes, formado comúnmente por materiales desprendidos de las alturas que lo dominan", que mide 540 metros desde la línea de la costa y ocupa ya una superficie de 27,7 hectáreas marinas, con una profundidad de 35 metros.
En este sentido, el vulcanólogo del CSIC, Vicente Soler, explicó en un vídeo difundido en las redes sociales que las "nubes de gases" generadas después de que la lava entrase "en contacto con el agua" pueden afectar a la salud ya que son tóxicas, por lo que las autoridades han recomendado no acercarse a presenciar el fenómeno.
Estos gases tóxicos liberados se deben a una reacción química producto del contraste térmico entre los más de 1.000 grados de temperatura a la que se encuentra la lava y los 20 a los que está el mar, que alberga en su interior cloruros, carbonatos o sulfatos, entre otros elementos.
Así es como se forman los 'penachos marinos', como los expertos denominan a las columnas de vapor que salen despedidas de la lava solidificada sobre el mar y que están compuestas por ácido clorhídrico y partículas de vidrio volcánico.
La fajana de la playa de Los Guirres se une a las otras tres que hay en la isla, Franceses, Barlovento y la de la costa de Tazacorte, formada también por la lava de un volcán, el de San Juan que erupcionó en 1949, recoge el diario La Provincia.
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