Antonio Muñoz Molina: "No queremos aceptar que la vida puede cambiar radicalmente, es suicida"

  • El escritor publica nuevo libro, 'Volver a dónde'; no es una novela, sino una especie de diario concebido en pandemia.
El escritor Antonio Muñoz Molina posa para '20minutos'.
El escritor Antonio Muñoz Molina posa para '20minutos'.
JORGE PARÍS
El escritor Antonio Muñoz Molina posa para '20minutos'.

Desde el balcón de su casa, Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) asistió en 2020 atónito, como todos, al confinamiento que lo recluyó. Decidió tomar nota de lo que veía y oía y de los recuerdos de otra época que afloraron. Eso es Volver a dónde (Seix Barral).

Retrata una etapa y una época concretas, pero en realidad ha escrito usted un libro muy íntimo. Efectivamente. Parece que se subraya menos, pero es un libro muy confesional, en el sentido de que se habla mucho de la vida privada, de los sentimientos.

Los escritores no son muy dados a eso. Es que en nuestro país hay como mucha aspereza en esas cosas; y más si el escritor es hombre. Parece que es poco recomendable contarlas o que son algo femenino. Pero si estás haciendo un libro que trata de un tiempo de encierro, es un libro de interior, de la casa y de la vida. Y nace casi espontáneamente a partir de algo tan íntimo como un diario. A mí me gusta mucho ese tipo de escritura que es dejarte llevar por lo que va ocurriendo, hacer que lo inesperado entre en lo que escribes.

Explica sus momentos de angustia, que lloró varias veces, que no quería volver a recurrir a los antidepresivos... ¿Cómo nos ha afectado la pandemia? Mucho más de lo que parece. Dejando aparte a los que han sufrido directamente la enfermedad, creo que a muchos de nosotros nos ha sometido a cosas que irán saliendo con el tiempo. Nos ha dado algo que es muy difícil de sobrellevar para el ser humano: una incertidumbre absoluta. No saber nada, ver que lo que das por supuesto se queda en suspenso. Eso es muy duro de asimilar.

"Este silencio seguirá estando entre nosotros". Al margen de la tragedia, ¿echará de menos el que había en la ciudad? Todos necesitamos el silencio. Cuando veo la insensibilidad que hay muchas veces en España me produce extrañeza: no sé cómo se puede vivir con tanto ruido. Y creo que el silencio es un derecho, igual que el aire y el agua limpios. Cuando empezó a poderse salir de 20 a 22, pero no había tráfico todavía, yo estaba asomado a mi balcón y oía a la gente hablar por la calle. Me dije: ¿cómo hemos permitido que esto desaparezca? Es una reflexión que para mí tiene un componente político. Quiero que podamos construir una forma de vida en la que el silencio sea más normal.

Portada de 'Volver a dónde', de Antonio Muñoz Molina.

'volver a dónde'

  • Narrativa
    Autor: Antonio Muñoz Molina
    Editoral: Seix Barral
    Páginas: 352 páginas. 
    Precio: 20,90 €

En ese diario o cuaderno que llevaba también pegaba recortes, fotos... Son varios cuadernos. Aparte del placer más cerebral de escribir, había uno físico en escribir a mano, en recortar, en pegar. Es una cosa un poco infantiloide, pero es algo que a mí me gusta mucho desde hace años. Y puede ser un testimonio de un tiempo que se queda muy lejos muy pronto.

Muestra en el libro un enfado monumental con los políticos. Año y medio después, la gresca sigue. Es muy triste y aburrido. Es una desgracia que tenemos que no sirve para nada, solo para envenenar la atmósfera e intoxicar a las personas, para alentar la agresividad. Es muy desagradable. Como decía Manuel Azaña, si todo el mundo hablara solo de lo que sabe, se crearía un gran silencio que sería muy útil para estudiar. Afortunadamente, no todos los políticos y todas las instituciones han actuado igual.

Lo ejemplifica con su amigo el doctor Bouza, que dimitió como portavoz del Grupo COVID-19 de Madrid. Le dijo a usted: "No les importa la salud". Eso es duro. Sí, pero lo vio él. Para mí representa lo mejor que tenemos, el rigor científico y la entrega vocacional a una profesión y un servicio público. Este hombre, acostumbrado a investigar, a luchar muchas veces en circunstancias muy hostiles por la salud, que vivió en primera línea la epidemia del VIH, de pronto se ve en el medio de ese enfrentamiento insensato entre el Gobierno central y la Comunidad. Y se da cuenta de que no tiene nada que hacer ahí. Dices: qué clase de sistema puede permitirse el lujo de prescindir de personas así.

El escritor Antonio Muñoz Molina.
El autor afirma que los medios "han hecho lo que han podido" en la pandemia.
JORGE PARÍS

"Yo mismo no vi y no quise ver", dice usted. ¿Se puede sentir culpa por no querer aceptar una situación como la que estamos viviendo? Más que culpa, hemos de darnos cuenta de la propensión que tenemos a no querer ver. La he observado en mi propia vida, me ocurrió lo mismo después del 11-S en Nueva York. Es suicida, pero no quieres aceptar que la vida puede cambiar radicalmente.

Es humano. Claro que es humano, pero es catastrófico. Es una dificultad que tenemos. En 2001, además, había una dificultad cognitiva: ¿cómo va a abarcar la mente algo tan descomunal? Es difícil. Y en este caso, con la epidemia, había gente que estaba avisando y no se prestó atención. Pero fíjate en la crisis de 2008, es un patrón de comportamiento. Y es terrorífico.

Durante el confinamiento se refugió, sobre todo, en la literatura y en la música. También escuchaba la radio, pero a la televisión casi no la menciona. ¿No la ve? A veces veo películas y series, pero televisión normal veo muy poca.

¿Y qué series ve? Me gustan mucho las europeas, las documentales, que no sean la serie canónica americana. Como El restaurante, en Filmin, o una que he visto en Netflix de judíos ultraortodoxos que se llama Shtisel. También veo todo tipo de películas, tengo en casa un proyector grande, pero es verdad que la televisión... ¿Qué programas vas a ver? ¿debates políticos? No me interesa.

¿El papel de los medios en la pandemia ha sido honesto? Ha sido variable. Los que trabajamos los medios sabemos que están en una época muy difícil. Es una cosa aterradora, porque sin medios potentes y fiables no hay sistema democrático. Pero han hecho lo que han podido.

¿Le persigue el "qué poca sangre tienes" que le decían de pequeño? No, pero cuando estaba escribiendo en el cuaderno, me acordé y lo leí... Si te fijas a partir de ese momento el libro cobra otro tono, más amargo. Es una cosa que me hería mucho, que me daba una conciencia como de inutilidad, de persona que no sirve, que no es lo bastante fuerte o varonil. Me producía mucha angustia. En una mente infantil o preadolescente ese tipo de cosas hacen daño

"Los que venían de la posguerra se encontraron con que sus hijos no querían nada de lo que ellos les ofrecían"

Hay un giro en el libro. Su padre acabó reconociendo, a pesar de todo, que usted y él eran iguales. ¿Eso lo reconcilió con él? Ese momento es muy fuerte. Yo estaba superreconciliado con mi padre; lo he comprendido siempre, comprendía su despiste. Tú piensa que la diferencia generacional que puede haber ahora es mucho menor que la que pudo haber en una época en la que estas personas, que venían de una posguerra, de pronto se encontraron con que sus hijos no querían nada de lo que ellos les ofrecían. Nos gustaba una música que les parecía horrible, queríamos tener el pelo largo... ¿Cómo se acepta eso? Mi padre era un hombre mucho más sentimental y menos machote de lo que a veces fingía y ese es un momento en mi vida fundamental.

¿Es justo que a las nuevas generaciones las comparen constantemente con aquellas? En el sentido de 'lo habéis tenido más fácil'. Eso es una tontería. Creo que es importante tener una perspectiva, eso sí, pero las experiencias de una generación son distintas a las de otra. Igual que antes había unas deficiencias concretas, ahora la gente joven se enfrenta a cosas tremendas. Y tiene reivindicaciones fundamentales: el derecho a una cierta estabilidad en el trabajo, a una vivienda que no sea extorsionadora, etc. Eso no es menos injusto ahora porque en el pasado no hubiera agua corriente. Y luego, la condescendencia generacional siempre me ha parecido despreciable, cuando la he recibido yo y cuando he tenido la tentación de practicarla.

El pasado verano, usted y su mujer denunciaron públicamente haber recibido amenazas anónimas por pedir el voto para la izquierda en Madrid. ¿Eso achanta? No, me entristece. Aunque cuando tú recibes un anónimo que te muestra que sabe dónde vives, que sigue tus pasos y que sabe lo que haces, te inquieta. Me acuerdo de cuando yo era muy activo en protestar contra el terrorismo de ETA: yo tenía algún peligro, pero mucho menos que amigos míos, como uno que sale en este libro, que es José Mari Calleja, gente que se jugaba la vida. No me siento achantado, porque llevo muchos haciendo este trabajo, no me quita el sueño. Ni me hace pensar que tengo que callarme.

"Me gustaría un acuerdo nacional para discutir y arreglar a qué se destina y cómo se gasta el dinero de la ayuda europea"

¿El Gobierno de coalición durará? Me gustaría que pudiera durar y, aparte, que hubiera un gran acuerdo nacional para discutir y arreglar a qué se destina y cómo se gasta el dinero de la ayuda europea. Ese dinero es como un Plan Marshall: si se utiliza bien, en cosas fundamentales y necesarias, puede ser un cambio radical a mejor en la vida de todos. Y creo que ese gasto no se va a poder hacer con justicia y eficacia si no hay un acuerdo entre la izquierda y la derecha.

¿Qué remedio hay contra la que usted llama "ignorancia entronizada"? Hay que fortalecer la enseñanza, la difusión cultural, las bibliotecas, la televisión pública tendría que hacer el esfuerzo que hacen otras del mundo civilizado... Hay mucha gente capacitada. ¿Sabes quiénes son los grandes gestores o animadores de la literatura española para mí? Las profesoras de instituto. Digo profesoras porque son mayoría. Ellas y ellos son los grandes activistas de la lectura. Hay que apoyar a la gente que trabaja en ese sentido, creo que no hay otra cosa que hacer.

Para que nadie diga más diga eso de "preveer"... Lo pensé una tarde en la que estaba ya tan desencantado... no sé quién había dicho "preveyendo", si el presidente del Gobierno o algún otro. Y fue como... "no, preveyendo no...".

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