Jóvenes que cambian la vida a las "personas invisibles": “Acabé en la calle muy fácil, lo difícil es salir de ella”

  • El proyecto 'Un Mismo Equipo' tiene como objetivo dar visibilidad a todas esas personas en riesgo de exclusión social y que desconocen el poder de las redes sociales.
  • "Acabé en la calle muy fácil, lo difícil es salir de ella", asegura Abelardo, uno de las personas que ha conseguido trabajo gracias a Un Mismo Equipo.
Abelardo pide en la Calle de Sagasta antes de conseguir trabajo.
Abelardo pide en la Calle de Sagasta antes de conseguir trabajo.
Sergio Aguilera
Abelardo pide en la Calle de Sagasta antes de conseguir trabajo.

Un hombre acude a diario a una biblioteca cercana a la Calle de Sagasta, en pleno corazón de Madrid. No va allí en busca de libros, sino a “pillar” algo de Wi-Fi. Es una de esas personas sin techo, “invisibles” para muchos de los ciudadanos que a diario transitan por la capital. La pandemia le dejó sin trabajo y sin hogar, su pasatiempo favorito es ver documentales de animales, un entretenimiento que le hace evadirse de la cruda realidad cuando tiene la suerte de conseguir un poco de conexión a Internet.

El protagonista se llama Abelardo, de 54 años, es un hombre campechano de origen gallego. Durante más de 30 años ha trabajado de cocinero, un mundo que le apasiona y considera “infinito”. Ha dado de comer a marineros del Ejército, navegando por diferentes rincones del mundo, incluso en plantas petrolíferas, pero también ha estado en restaurantes pequeños, en residencias o en hoteles. Desde hace más de un año se ha visto en la obligación de pedir en la calle, donde todavía sigue, pero al menos ha conseguido que el Grupo Lalala le contrate en una de sus cocinas, exactamente, en el Restaurante La Mamona.

“Acabé en la calle muy fácil, lo difícil es salir de ella”, asegura Abelardo sin reparos antes de contar su historia, quien añade que la situación por la que ha pasado le puede ocurrir a cualquiera. El último año ha sido un ostracismo para él hasta que se topó con Gonzalo. “Se me acercó este chico y al principio no creía la iniciativa, así que le dije que si íbamos a tomar un café al 100 Montaditos porque estaba en ayunas. Me contó la idea y vi que era verdad. Desde ese momento, Gonzalo para mí es como mi padre, un dios”, señala.

Abelardo es un hombre de 54 años que perdió su trabajo como cocinero por las consecuencias de la pandemia.

Abelardo es consciente de su situación y de donde viene, diferente a la de sus compañeros de trabajo, por eso mismo prefiere pasar desapercibido. “Lo más difícil fue empezar a trabajar porque luego tenía que volver a dormir en la calle. Se me hizo terrible. Ahora lo llevo mejor, pero la primera semana fue difícil, el hecho de llegar al trabajo y asearte allí”, cuenta.

Yo estoy súper agradecido con Un Mismo Equipo, ellos me han cambiado la vida. Ahora tengo un trabajo en el que estoy muy contento, aunque todavía sigo pasando muchas dificultades porque no es fácil vivir en la calle e ir a trabajar”, asevera Abelardo, quien trabaja 30 horas semanales y espera poder ahorrar lo suficiente en los próximos meses para poder pagar el alquiler de una habitación o conseguir un apartamento.

Los ángeles de la guarda

Miguel, Pablo y Gonzalo son tres chicos desconocidos para muchos, pero “ángeles de la guarda” para otros; su proyecto y vocación social dan sentido a esta denominación. Estos jóvenes conforman el proyecto conocido como ‘Un Mismo Equipo’, que realmente se trata de un perfil de Instagram, no como uno cualquiera, sino una cuenta que ayuda a gente sin techo a encontrar trabajo para que, de forma progresiva, se puedan reincorporar a un mundo que a veces se olvida de que existen personas que no tienen un hogar donde vivir, que mira a otro lado y conviertan a los indigentes en personas invisibles. En ocasiones, solo se necesita levantar la mirada de la pantalla y ver lo que hay afuera, pero en otras, lo importante es saber mirar lo que sucede dentro de nuestros propios teléfonos y utilizarlos como una herramienta útil, y no como un aparato que consume y roba el tiempo con cadenas infinitas de reels o tiktoks ridículos, de discusiones vacías en Twitter o de memes absurdos en Facebook. Solo se tarda unos pocos segundos en compartir una publicación para cambiar la vida de una persona.

Conviene destacar la labor de los jóvenes siempre que hacen algo extraordinario, más si cabe en estos tiempos donde su figura se encuentra en el centro del debate público -y político-, y no precisamente por ensalzar su papel diferencial dentro de la sociedad o empatizar con el 38% de paro que su sector representa en España. Mismamente uno de ellos se encuentra en esta situación. Miguel, de 29 años, se ha visto obligado a dejar su antiguo trabajo -relacionado con la organización de eventos- a consecuencia de la crisis provocada por la Covid-19. “Me quedé sin trabajo y me he tenido que buscar la vida”, asegura, consciente de que no es el único al que la situación del último año y medio le ha perjudicado en sus planes laborales.

Miguel está encantado con el proyecto y por haber respondido a la llamada, esa que te invita a hacer más fácil la vida a los demás. “Los tres somos personas a las que nos pica el pecho sobre lo que pasa al margen de nuestras vidas. Poco a poco empezamos a quedar con un grupo de mendigos con el objetivo de ayudar a la gente, que es lo que realmente nos hace felices”, afirma. Su cargo dentro de Un Mismo Equipo es el de vicepresidente y secretario.

Los integrantes de Un Mismo Equipo posan en un banco de la Plaza de Colón, en Madrid.
Los integrantes de Un Mismo Equipo posan en un banco de la Plaza de Colón, en Madrid.

Pablo, de 31 años, trabaja en la Fundación Humana Spes, que se encarga de dar una mejor calidad de vida a personas en riesgo de exclusión social. Parece evidente que la labor social es una vocación casi innata para él, que como bien cuenta, Un Mismo Equipo surgió de forma “providencial”, que quieras que no, eso ya suena de forma especial. Su cargo corporativo dentro de la organización es el de tesorero.

“Yo esto lo hago porque me apetece echar una mano, porque puedo hacerlo y porque me veo en la obligación de hacerlo. He aprendido mucho durante estos pocos meses, ha sido un choque de realidad, me he dado cuenta de que existe gente en la calle, cuando antes eran invisibles para mí, como le ocurre a muchas personas que pasan por su lado y no son conscientes de que están ahí”, cuenta Pablo.

Gonzalo Perales, de 31 años, es un realizador audiovisual, especializado en el ámbito infantil, pero que por circunstancias de la vida ha decidido dar un paso al frente y ayudar a los demás, parece ser que es esa llamada que solo unos privilegiados reciben. Por cuestiones de tiempo se ha visto obligado a dejar el proyecto en el que estaba para centrarse en Un Mismo Equipo. Ya no solo se conforma con ser parte del proceso de rodaje de una película o serie de éxito, él mismo quiere ser partícipe y protagonista de una historia, o de varias, las de hacer feliz a la gente que está en la calle. Su cargo dentro de la organización es el de presidente.

Gonzalo sabe lo que es luchar por la vida. Su historia de superación tiene que ver con la lucha contra el cáncer de leucemia, una enfermedad que sufrió en 2017 y de la que, por suerte, ya está recuperado. “Estaba en uno de los mejores momentos de mi vida y ahí se me rompió todo, pero tuve que ponerle buena cara y me lo tomé como un reto y una historia más que contar, así que no lo traté como un tabú ni tampoco lo explicaba de una forma científica, con tecnicismo que casi nadie entiende. La alegría con que lo narraba le gustó a la gente y conseguí cierta viralidad. Un Mismo Equipo es una manera de devolverle a la vida a la gente, desde mi experiencia y mi suerte, con el cáncer y con otras muchas cosas”, explica.

Un proyecto que nace de la amistad

Gonzalo es el impulsor de esta idea, aunque su papel en Un Mismo Equipo no se puede entender sin Miguel y Pablo, o lo que es lo mismo, sin rodearte de las personas adecuadas: los amigos. Como recoge el escritor C.S. Lewis -autor de Las Crónicas de Narnia, entre otras obras- cuando habla de uno de los cuatro amores, la amistad, esta la define de la siguiente manera: “Surge fuera del mero compañerismo cuando dos o más compañeros descubren que tienen en común algunas ideas o intereses o simplemente algunos gustos que los demás no comparten”. Es decir, ese valor único y mágico de la amistad es lo que ha hecho, en gran parte, que nazca Un Mismo Equipo.

Roberto, de 50 años, otra de las "personas invisibles" que busca trabajo y vive en la calle.
Roberto, de 50 años, otra de las "personas invisibles" que busca trabajo y vive en la calle.
@unmismoequipo

Precisamente de la amistad comenzó esta “movida”, como Gonzalo lo llama en numerosas ocasiones. “Todo esto surgió a raíz de una foto que me enseñó una amiga mía sobre un señor que estaba buscando trabajo como electricista, y ella al no tener muchos seguidores, pues bueno, decidí compartirla y, sorprendentemente, funcionó. Desde ese día fui con los ojos abiertos por la calle porque me llamó mucho la atención que esta persona no buscase una ayuda, sino trabajo”, cuenta Gonzalo.

Pero este caso podía haber sido una suerte esporádica, una casualidad, pero no fue así, Gonzalo quiso probar de nuevo con Elías, un camarero que se quedó en paro por las consecuencias de la pandemia, al que le consiguió trabajo a los dos días. “Fue en ese momento cuando me di cuenta de que esto podía ser un movimiento, pero que a su vez, superaba a mi persona física, es decir, no podía subir todo eso a mi cuenta personal de Instagram porque ahí subo otras cosas también (risas), así que pensé en la famosa frase “estamos todos en el mismo barco”, pero al no ser muy comercial, decidí llamarlo Un Mismo Equipo”, relata Gonzalo, quien seguidamente creó el Instagram del proyecto, alcanzando en poco más de un mes los 14.000 seguidores, 14k, como se dice en las redes.

“Desde el primer día estaba en búsqueda de gente que me apoyase en este proyecto y tuviese tiempo, personas comprometidas. Gracias a esta amiga con la que empezó todo, me topé con Miguel y Pablo, y desde el primer momento vi su predisposición y actitud ante la vida, y dije, joder, somos muy parecidos, así que les hice el lío para que formasen parte de esta movida”, asegura Gonzalo.

Un Mismo Equipo ya se ha convertido en una asociación, y esperan más pronto que tarde pasar a ser una fundación, para que de esta manera muchas empresas y particulares puedan hacer donaciones y ayudar a hacer crecer al proyecto, conscientes de que la labor del mismo va a más allá de ser un “escaparate”, es decir, dejar de ser solo una cuenta de Instagram y empezar a funcionar como una ONG para sufragar los gastos de las personas a las que se les ayuda. “En ese tránsito en el que una persona pasa de estar en la calle a conseguir un trabajo hay muchos gastos, como pagarles una pensión para que duerman en una habitación, pagarles la línea de teléfono, el aseo personal, la comida, el transporte, etc., aunque solo sea en su primer mes de reconexión con el mundo laboral”, explica Gonzalo.

El proyecto está siendo un “pelotazo” a nivel mediático. “La gente se ha dado cuenta de que en menos de 10 segundos puedes cambiar la vida de alguien”, asegura Gonzalo sobre la necesidad de compartir las historias y perfiles de aquellos que buscan un trabajo para vivir decentemente. “Si ya hemos hecho ruido, ahora queremos que se caiga el estadio”, declara con tesón. En menos de dos meses, Un Mismo Equipo ha ayudado a encontrar trabajo a cinco personas sin techo.

Un Mismo Equipo sigue creciendo, su proyecto da para pensar y, sobre todo, para sacar una conclusión esperanzadora de hacia dónde se quiere llegar como sociedad. Cada vez son más las personas que se suman a esta iniciativa para difundir o colaborar. Un sencillo perfil de Instagram que se encarga de describir minuciosamente a la persona, su experiencia laboral, su actitud y carácter, sus destrezas, en qué situación se encuentran y cómo han llegado a quedarse en la calle. Muchos de ellos de la noche a la mañana y con una calidad de vida, a priori, estable. “La vida cambia, en cualquier momento puedes ser tú el que se quede sin casa”, afirma Pablo.

Salvador, una de las personas "invisibles" con las que Un Mismo Equipo ha contactado para buscarle trabajo.
Salvador, una de las personas "invisibles" con las que Un Mismo Equipo ha contactado para buscarle trabajo.
@unmismoequipo

Menos postureo y más humanidad

Según el informe Digital 2021 publicado por Hootsuite sobre el consumo de Internet en España, el 80% de los internautas tienen redes sociales y que la media de uso diario es de seis horas y once minutos. Además, en cuanto a Instagram, el 69% de los usuarios tienen esta aplicación, siendo los jóvenes los que más tiempo pasan en ella.

“Nosotros somos conscientes de que estamos enganchados al teléfono, existe hasta un widget que te dice el tiempo que has estado con el móvil y muchas veces te asustas cuando lo ves”, reflexiona Gonzalo sobre el consumo de redes sociales, especialmente en jóvenes. “Como no podemos acabar con tanta pantomima de challenges, verificados, bailes y demás, pues vamos a darles un poco más de humanidad, es decir, a que una red social sea más social”, asegura.

Las redes sociales, en concreto Instagram, son la herramienta principal de Un Mismo Equipo, pero son conscientes de la connotación negativa y la adicción que estas pueden llegar a generar. “Son nuestro mayor aliado, les estamos dando una vuelta para hacer un uso más responsable”, declara Gonzalo. La sociedad empatiza mucho con este tipo de iniciativas porque, según los integrantes de Un Mismo Equipo, existe un común denominador en los perfiles de sin techo que es la edad, cercana a los 50 años. “Los jóvenes piensan que podría ser su padre. Ven la experiencia laboral, los sitios donde han trabajado y las destrezas que estos tienen y llegan a la conclusión de que alguien cercano a ellos podría llegar a acabar así”, explica el presidente.

“Muchos no tienen hijos ni familiares, por eso están en la calle, pero la gente también empatiza con ese pudor que estas personas han tenido que superar a la hora de verse en la obligación de pedir”, afirma Gonzalo.

Ante esta incómoda situación de que la sociedad les vea sin hogar, Un Mismo Equipo se encuentra ante otro problema a la hora de acercarse a ellos que es el hecho de que muchos son reacios a exponerse a las miles de personas que les pueden ver en redes sociales. “De primeras no quieren no solo por vergüenza, sino porque no creen en que las redes sociales sean útiles para estos casos. Son boomers, muchos de ellos no saben utilizar Internet. Nos dicen con desgana que les hagamos una foto, pero no creen en ello, hasta que publicamos su caso y al día siguiente nos dicen que se han quedado sin batería en el móvil, que tienen que ir a una cafetería a cargarlo, de la cantidad de personas y empresas que han contactado con ellos”, declara Gonzalo.

“Lo de las redes sociales es una pasada, a mí me parece una cosa buenísima, pero si se hace un buen uso. Me parece perfecto que subas la foto de la hamburguesa que te estás tomando y de la playita en Ibiza porque eso es vivir, pero no solo vivir de esa manera, sino también vivir para todos. No tardas ni cinco segundos en compartir una publicación”, asegura Pablo.

Las redes sociales son un escaparate de lo bueno que pasa, se enseña el lado bonito de la vida, se presume del gymtonic que uno se toma junto a sus amigos o de las últimas prendas de ropa que se ha comprado para lucir este verano. Apenas se ven publicaciones sobre las penas y miserias de alguien porque las redes sociales son eso, una manera de evadirse de la realidad. En esta dirección habla Miguel, quien destaca el impacto de la cuenta de Un Mismo Equipo, que no es otro que “mostrar lo peor de una persona que ha tocado fondo y necesita ayuda de verdad. Este choque interno es el que hace que nuestra cuenta tenga éxito”.

Luciano, uno de las personas sin hogar a las que Un Mismo Equipo ha ayudado.
Luciano, uno de las personas sin hogar a las que Un Mismo Equipo ha ayudado.
@unmismoequipo

La cotidianidad de una persona de a pie no tiene interés en las redes sociales, la demanda del usuario siempre está dirigida a algo viral y extraordinario, fácil de consumir, que no haga reflexionar a aquel que lo ve. “Muchos influencers o usuarios con bastantes seguidores piensan que no deben estar compartiendo constantemente las miserias de la gente, sobre todo si el tema no tiene un impacto mediático grande”, asegura Gonzalo. “Estas personas tienen una varita mágica para cambiar la vida a las personas, ojalá lo aprovecharan de mejor manera”, añade.

“Es verdad cuando la gente dice que está muy ocupada, pero también hacen otras cosas, como ver un partido de fútbol o se va a tomar unas cañas, o sea que tiempo sí que hay. Entiendo que no se saquen ocho horas al día para esto, que no puedo ni yo, pero pienso que ayudar no cuesta tanto”, afirma Pablo en un intento de animar a la gente a ayudar a los que más lo necesitan.

Las redes sociales son un trampolín para echar una mano en proyectos sociales, una forma también de darse a conocer al mundo, pero también se puede ayudar sin necesidad de tener un móvil. “A veces lo comentamos con la gente de la calle, que ellos no buscan que les consigas una casa, sino que les des los buenos días y algo de compañía, que no se sientan invisibles. Ellos nos piden eso, que les preguntes qué tal están, o que te eches un piti con ellos, incluso. Eso no requiere de poco tiempo”, explica Pablo.

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