Rocío Flores Carrasco: la rentable vida de la nueva estrella

Rocío Flores se hace un selfi a las puertas de la estación del AVE de Málaga.
Rocío Flores se hace un selfi a las puertas de la estación del AVE de Málaga.
GTRES
Rocío Flores se hace un selfi a las puertas de la estación del AVE de Málaga.

Rocío Flores se ha convertido en uno de los personajes más rentables de la 'famosfera' después de las emisiones de Rocío, contar la verdad para seguir viva, la docuserie que su madre, Rocío Carrasco, ha protagonizado en Telecinco durante las últimas semanas. Un trabajo de La Fábrica de la Tele que ha desdibujado cualquier realidad conocida hasta la fecha para dar paso a una nueva en la que todo es diferente. Tal vez lo más significativo de las emisiones tuvo lugar cuando Carrasco explicó, con la sentencia en su mano, que su hija le había dado una paliza por la que fue condenada.

Durante su infancia, Ro dio muestras suficientes de un odio atronador contra su madre. Vertía en las redes sociales mensajes coléricos en los que no solo deseaba la muerte a su progenitora, sino que incidía en el hartazgo que le producía ver a Fidel Albiac en la casa familiar. Los hechos juzgados provocaron que, a los 16, Ro decidiera irse a vivir con Antonio David. Optó por cambiar su núcleo afectivo y desarrollarse en Málaga. Se afilió a una empresa de dietas milagro y anunció a través de las redes sociales que ayudaría a adelgazar a todos aquellos que lo desearan. Le duró poco.

Fue durante 2019 cuando Antonio David volvió a la pequeña pantalla tras años de destierro mediático. Lo hizo como concursante de pleno derecho de Gran Hermano VIP. Para sorpresa de todos, su hija Rocío daba un paso al frente para ser su defensora en plató. Ella, que había jurado no querer torear en el coso rosa, cedía ante un jugoso caché semanal que rozaba los 5.000 euros. Desde allí, respondía vehemente a quienes atacaban a su padre y se emocionaba ante las preguntas de Jorge Javier. Todo eran loas y agradecimientos para una joven que se postulaba como una auténtica revolución.

Ahora, tras el final de la docuserie, dicen que Rocío está afligida, que llora como la Zarzamora, que se siente acorralada por un pasado al que no se quiere enfrentar y del que no quiere hablar. Sin embargo, la joven posa alegre en unas redes sociales que se han transformado en su medio de vida. Sus seguidores se han cuadruplicado y las marcas empiezan a pujar por ella. Viaja, descubre restaurantes y se deja agasajar por marcas que envían regalos a su casa. Flores hace unboxing de vestidos, cremas milagrosas y maquillajes a granel por 3.000 euros el encargo.

Ha sabido rentabilizar una repentina fama que también le ha servido para que Ana Rosa Quintana, siempre al quite, la fichara como comentarista de la última edición de Supervivientesen la que concursa Olga Moreno, la mujer de su padre. Aunque su participación en el Club Social del matinal de Telecinco se circunscribe a lo que ocurre en Honduras, Rocío también ha regalado titulares que han servido para aumentar su interés como personaje. Desde las tripas del programa sostienen que Rocío tiene un comportamiento exquisito, se relaciona con normalidad y dispensa un trato cercano con todos los trabajadores. Destacan su desenvoltura frente a las cámaras y la aparente transparencia al explicar cómo se siente.

Todo cambia cuando abandona los estudios de Mediaset. Rocío se muestra altiva, distante y molesta con los reporteros asfálticos que buscan conocer sus reacciones a todo lo que se cuenta. Hace muecas, mueve su cuidada melena, sopla y resopla para indicar que todo le parece desbordante, sin entender que ese ruido al que cantaba el maestro Sabina le ha proporcionado unos lujos al alcance de muy pocos. Enamorada de Manuel Bedmar, su novio desde hace cinco años, fue tras su paso por el concurso de supervivencia cuando decidió emanciparse definitivamente. Paga un piso de alquiler con opción a compra y parecen superadas las últimas crisis que estuvieron a punto de echar por la borda sus planes de futuro.

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