Gabriel Fuertes, tiene 60 años, es una persona de principios y también solidaria. Hace unos meses inició una huelga de hambre (ya hizo otra hace 30 años por un despido improcedente, que ganó) para que el Ayuntamiento le facilitase una vivienda digna que pudieses pagar, ya que él está jubilado y su mujer en el paro.
Tras 41 días sin comer, se la concedieron. «Quiero donar un riñón para quien lo necesite para dar así las gracias. Lo prometí en su momento y lo quiero cumplir», explica Gabriel a 20 minutos. Sin embargo, la ley aragonesa no le permite hacerlo y ahora está esperando a que le contesten del Gobierno de Cataluña.
Sin embargo, asegura que continuará luchando y si no puede, optará por alguna otra opción. «Mi próximo proyecto es poder publicar dos libros sobre mi vida. Los beneficios irán a ONGs, pero falta financiación», añade.
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