Historias detrás de las 'tarjetas familia': "Por fin puedo comprar pollo a mis hijos"

Rosa sujeta su nueva tarjeta, en el parque próximo a su casa.
Rosa sujeta su nueva tarjeta, en el parque próximo a su casa.
Jorge Paris
Rosa sujeta su nueva tarjeta, en el parque próximo a su casa.

Rosa tiene 28 años y lleva más de uno sin empleo. Tiempo antes- en la 'antigua normalidad'- trabajaba como dependienta en un pequeño negocio de su barrio Los Ángeles (Villaverde). Y si tenía ocasión, limpiaba portales para reunir más monedas para su cartera. "Nunca he tenido un contrato, siempre he cobrado en negro". Era "poco"- confiesa-, pero le servía para sacar adelante a sus hijos. Tres para ser exactos. María Eugenia, que le dobla la edad (46 años), tampoco tiene trabajo. No solo tiene que alimentar a sus dos hijas sino a sus tres nietos. Historias que arrancan distintas pero desenlazan en un mismo final: ambas tienen en sus manos la tarjeta familia.

En el caso de Rosa cuando llegó la pandemia, esta madre soltera de familia numerosa se quedó sin su única fuente de ingresos. "La tienda cerró y nadie quería que acudiera a los portales por miedo al virus". Quince días pasó estirando de su última paga. "Mis hijos se iban a la cama sin cenar...", lamenta. Consciente de ello, llamó "de emergencia" a los servicios sociales porque "no tenía para darles de comer". Fruto de esa llamada comenzó a recibir menús diarios a domicilio. 

Con las ayudas de comida y el comedor gratuito- del que se beneficia desde hace más de cinco años- apaciguó, a prori, el problema. "Los niños me decían: 'queremos tu comida, mamá', y yo les decía: 'mejor esto que nada'...". Rosa no es quisquillosa, abraza cualquier ayuda que recibe. Pero sí admite que echaba en falta productos básicos "como la leche". También cuenta cómo se las apañaba para subsanar otras necesidades como la higiene. "Yo trataba de ahorrar en lejía y en amoniaco. Después, en lugar de usar limpiacristales usaba agua y jabón". 

Rosa, en un banco del parque.
Rosa, en un banco del parque.
Jorge Paris

Todo cambió el pasado 31 marzo. Ese día, cuando el mayor de sus hijos cumplía 11 años, recibió una llamada de los servicios sociales: su 'tarjeta familias' había llegado. "Sentí alegría". Una alegría que contenía 450 euros para alimentación y productos de higiene. A las 13.00 horas Rosa tenía la tarjeta en su mano. Pidió un carrito de la compra a su vecina y se fue directa al supermercado. "Fue una locura, porque era final de mes y me pidieron que lo gastara todo ese mismo día". Rosa "nunca" había desembolsado tanto dinero de un solo pago. Y "nunca lo había aprovechado tanto". Ese día adquirió comida. "Por fin compré pollo a mi hijo". Pero, sobre todo, productos de limpieza. "Tengo la casa impecable", ríe ahora. También confiesa que se hizo con un capricho. "Le compré una tarta de cumpleaños a mi hijo, se la merecía", dice sonriente. Eso sí, "antes pregunté si podía comprarlo porque no quería liarla y que me retirasen la ayuda". 

La vida de Rosa y de sus tres hijos ha cambiado en apenas quince días. "Como madre siento seguridad. Ya puedo decir 'esta noche doy de comer a mis hijos'. Es un alivio que se acuesten con algo en el estómago y vayan al cole desayunados". Para esta vecina de Villaverde los menús "estaban bien", pero "no tiene nada que ver con la tarjeta". Y es que "el niño deseaba pollo y por fin le he podido comprar pollo". Esta joven reconoce que el pollo no es "gran cosa" pero para su familia es todo un lujo.

Rosa es también solicitante de la Renta Mínima Vital pero lleva años esperándola. Pese a que la tarjeta es compatible con el Ingreso mínimo vital (IMV) y la Renta mínima de inserción (RMI), su caso no aplica. Y es que Rosa superaría el baremo para recibir sendas cuantías. No obstante, en el caso de que le retiren la tarjeta para recibir la IMV podría también beneficiarse de otras prestaciones económicas, tal y como recalcan desde el área de Familias e Igualdad que dirige Pepe Aniorte.

"Ahora tengo la oportunidad de comer pescado tres veces por semana"

En casa de María Eugenia también ha cambiado la alimentación. Mientras la vecina de Villaverde ya puede dar pollo a sus hijos,  la de Usera tiene la "oportunidad de comer pescado tres veces por semana". Mientras Rosa es responsable de tres menores, María Eugenia tiene que alimentar otras seis bocas más. Al menos, esta última tiene el apoyo de dos mayores de edad. Ellas son sus hijas mellizas de 27 años. Una tiene un hijo y la otra, dos...y ninguna de la familia trabaja porque "lo perdimos durante la pandemia".

Por ello, desde mayo del año pasado y hasta el pasado 4 de abril, la familia que encabeza María Eugenia ha comido gracias a la cesta semanal que le entregaban los servicios sociales. "El problema era que la comida me llegaba muchas veces en mal estado, o caducaba pronto por lo que no me daba tiempo a cocinarlo todo". El solución final llegó hace poco más de un mes con la nueva tarjeta familias. "La alimentación mejoró un montón para los niños; prefiero mil veces más la tarjeta que la cesta, porque sé que tengo un presupuesto fijo (540 euros) y no tengo que preocuparme de si los niños tienen algo para comer.

Aun así la vecina de Usera dice sentirse "trastornada". Deberían haberle recargado la tarjeta el pasado 4 de abril y "ahora no me queda nada, porque me había organizado al mes". El Ayuntamiento asegura que le llegará muy pronto la ayuda. Mientras, María Eugenia tira de conservas. "Me han dicho que tendré la tarjeta hasta verano, espero que para entonces haya encontrado un trabajo".

3.117 familias han recibido la 'tarjeta familias'

El Ayuntamiento de Madrid ha entregado ya un total de 3.117 tarjetas. De estas solo en la última quincena de marzo se entregaron 935, que son el 30% del total. Es más, el área ha pasado de una media de 247 tarjetas al mes en 2020 a una media de 709, es decir, un 187% más. "Hemos multiplicado casi por tres" las entregas, recuerdan desde Cibeles.

Por otro lado, hasta el 5 de abril han entrado en tramitación 7.866 tarjetas familias, lo que "las tramitaciones y entregas se están acelerando cada vez más". Para el delegado del área, esta ayuda supone "una respuesta de ciudad y realmente equitativa, que llega a las personas que lo necesitan por igual vivan en el distrito que vivan". 

"La tarjeta está llegando a quienes más están sufriendo la crisis actual: las familias con hijos, en especial a las monoparentales, y da un nivel de protección más alto a la infancia vulnerable", señala Pepe Aniorte. Además, es "dignificadora", ya que funciona como una tarjeta bancaria y permite a las familias comprar en cualquier establecimiento aquellos productos que necesitan.

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