Durante la homilía, Cañizares comenzó su anuncio diciendo: "seamos testigos de la resurrección de Jesucristo, como testigo singular de ella ha sido el Siervo de Dios, cardenal Ciriaco María Sancha y Hervás, arzobispo que fue de Toledo y que ahora hace cien años pasó a la casa del Padre".
Don Ciríaco María Sancha y Hervás nació en Quintana del Pidió (Burgos) en 1833 y murió en Toledo el 25 de febrero 1909. De extracción muy humilde, nació en el seno de una familia de jornaleros y él mismo, hasta su ingreso en el Seminario, trabajó en las diversas faenas del campo, y llegaría a ocupar los puestos más relevantes de la jerarquía eclesiástica de su tiempo.
Restauración
En la Carta Pastoral que ha dirigido el cardenal de Toledo a toda la Diócesis con este motivo, explica que hablar del que todos conocían como el 'padre de los pobres' "es hablar de un tiempo y del prelado más significativo de ese tiempo, el de la Restauración. Muy pronto se dio cuenta de que no eran las estructuras políticas ni las eclesiásticas las únicas que precisaban de reforma.
Aquello que realmente había que restaurar era ni más ni menos que el alma española. Esto era lo verdaderamente importante, lo que España había dado al resto del mundo y que nació precisamente en el tercer Concilio de Toledo". "No dudo en calificar a don Ciríaco María Sancha y Hervás como el Gran Cardenal de la España contemporánea. El hombre que supo conducir a la Iglesia española en la difícil encrucijada del siglo XIX al XX e introducirla en la modernidad".
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