Las declaraciones de los prisioneros, efectuadas el pasado 11 de agosto, fueron desclasificadas el miércoles por el Gobierno de Estados Unidos, según publica hoy el diario británico The Guardian.

Los internos (que desde enero de 2002 permanecen retenidos sin que se les aplique la jurisdicción militar ni la civil), están dispuestos a morir de hambre si no se termina el maltrato que dicen padecer.

Ésta es la segunda huelga de hambre desatada en la prisión. La primera, registrada el pasado mes de junio, terminó cuando las autoridades de la base hicieron algunas promesas para mejorar las condiciones de vida de los internos.

Sin embargo, los prisioneros afirman que se les obligó a ingerir alimentos y que se les inyectó comida por vía intravenosa tras 20 días de huelga de hambre.

“El alcaide nos prometió en junio que si le dábamos diez días, aplicarían en la prisión la Convención de Ginebra [sobre los derechos de los prisioneros de guerra]. Dijo que dicha medida había sido aprobada por el propio Donald Rumsfeld [secretario de Estado de Defensa de EEUU] en Washington. Como resultado de estas promesas, decidimos desconvocar la huelga el 28 de julio”, afirma Binyam Mohammed, uno de los internos.

Fuentes militares afirman que en la actualidad 79 internos están "haciendo ayuno" y que otros nueve están en el hospital por desnutrición.

En los últimos meses, se han sucedido las denuncias contra la situación de los prisioneros de Guantánamo desde las filas demócratas, organizaciones no gubernamentales, como Amnistía Internacional e incluso de la comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La noticia de supuestas profanaciones al Corán por parte de soldados de EEUU en Guantánamo destaron una ola de violencia en Asia Central, que dejó varios muertos y obligó a la Casa Blanca ha hacer un despliegue diplomático por la zona para acallar las protestas.