Los trabajadores de la aerolínea Clickair consiguieron evitar 200 despidos tras acogerse a excedencias voluntarias y a reducciones temporales de horario y sueldo de hasta un 50%.

En Fagor Electrodomésticos aceptaron una adecuación de la jornada laboral con su correspondiente reducción de salarios (además de renunciar a la paga extra de Navidad) para poder hacer frente al pago de más de 100 prejubilaciones.

Gracias a ello, las plantillas de estas empresas de momento mantienen a salvo su trabajo. Sin embargo, este tipo de medidas no están ni mucho menos generalizadas.

Para empezar, el Estatuto de los Trabajadores constata la ilegalidad de esta decisión de forma unidireccional; es decir, la empresa no puede adoptar estas medidas si no es con el consentimiento del trabajador afectado.

Ni siquiera con el beneplácito de sus representantes; éstos sí pueden acordar con la empresa acuerdos de extinción de contratos, pero nunca reducciones de jornadas o salarios, puesto que son condiciones pactadas en el contrato de trabajo.

De hecho, el trabajador afectado por esta decisión podría exigir la extinción del contrato con la misma indemnización que si se tratase de un despido improcedente.

Y, tal y como están las cosas, muy pocos quieren o están en la disposición de permitir un empeoramiento de sus condiciones laborales, y mucho menos relacionadas con el salario. Sólo el pánico al despido podría hacer cambiar de opinión en algunos casos.

La polémica

Sin embargo, el Premio Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, considerado además gurú por prever esta situación, ha reabierto el debate.

Según su opinión, los españoles hemos disfrutado de unos sueldos que no se corresponden con nuestra economía y en unos meses será necesaria una caída de los salarios para lograr hacerla competitiva.

Pero muchos expertos no están de acuerdo. Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), no cree que ésa sea la solución, puesto que hay países emergentes donde los sueldos son mucho más bajos.

Eso sí, reconoce que es necesario que se moderen los incrementos y propone que el máximo en 2009 sea de un 1%, de acuerdo a la tradición de ligar las revisiones salariales con la subida de precios a cierre de año (en 2008, por debajo del 1%).

Por su parte, los sindicatos piden que se aumente más del 2%, que es la previsión de la inflación del Banco Central Europeo, como forma de reactivar el consumo y la capacidad de compra.

Ante la imposibilidad de bajar los sueldos, algunas empresas están recurriendo a otros métodos para recortar gastos sin tener que pasar por el consentimiento de nadie.

Y para ello muchas se acogen al descuelgue salarial, una cláusula recogida en los convenios colectivos de ámbito superior a la empresa que permite la inaplicación del régimen salarial pactado.

Si se demuestran ciertas circunstancias, como por ejemplo la inestabilidad de la empresa, están en el derecho de llevar a cabo expedientes de regulación de empleo o congelaciones salariales.

Regin Gaarsmand, programador

"Yo no aceptaría cobrar menos bajo ninguna condición. Para empezar, no creo que reducir los sueldos sea el camino para mejorar la situación económica en la que nos encontramos. Por otra parte, creo que mi trabajo tiene un precio, y, además, no siento la necesidad de tener que tragar con ello. Si decidiesen prescindir de mis servicios por este motivo me buscaría otra cosa".