¿Hemos aprendido después de un año de pandemia? Esto es todo lo que seguimos haciendo mal para evitar los contagios

Peatones cruzan paso de cebra junto a la Plaza de Castilla, en Madrid, esta semana.
Peatones cruzan paso de cebra junto a la Plaza de Castilla, en Madrid, esta semana.
EFE
Peatones cruzan paso de cebra junto a la Plaza de Castilla, en Madrid, esta semana.

Este domingo, último día de un enero duramente castigado por la pandemia, se cumplía un año desde el primer caso detectado de coronavirus en España. Nadie podría prever hasta qué punto la Covid-19 se convertiría en protagonista y principal causante del cambio drástico que ha experimentado la sociedad en la forma de pensar, de viajar, de trabajar, de comer, de comprar, de relacionarse y, en definitiva, de vivir.

El 31 de enero de 2020 llegó a nuestro territorio un virus que, por su fácil transmisibilidad y graves consecuencias para la salud, ha obligado a seguir una serie de medidas y protocolos para protegernos de lo que, a día de hoy, sigue siendo una amenaza.

A lo largo de este último año y a medida que se iban conociendo más cosas acerca del coronavirus, las autoridades sanitarias han ido añadiendo recomendaciones al listado de prevención. Lavado frecuente de manos, distancia de seguridad, uso de mascarilla, espacios ventilados, reducción de contactos… Las advertencias son muchas. Las medidas de prevención ofrecidas también. Pero, ¿se cumplen todas de forma estricta? ¿qué se ha hecho mal para que las cifras de contagios vayan a peor y no a mejor? ¿hemos perdido respeto al virus?

"Nos hemos acostumbrado a cifras terribles"

"Yo creo que no se es muy consciente de la magnitud de la tragedia", asegura a 20minutos el miembro de la Sociedad Española de Epidemiología, Joan Caylà, remitiéndose a los datos de letalidad notificados por el Ministerio de Sanidad (más de 58.000 decesos por Covid-19 desde el inicio de la pandemia). "Que a estas alturas, en un país desarrollado con buena sanidad en general, se den tales cifras de muertos por una enfermedad infecciosa, es increíble", asevera, considerando que "nos hemos acostumbrado a cifras terribles".

Caylà cree que "deberíamos ser autocríticos y asumir que ha habido cosas que no se han hecho bien". Quizás, dice, el problema es que la evaluación "de cerca" del cumplimiento de medidas ha sido muy escaso. Pero la culpa, según señala, es tanto de los ciudadanos como de los políticos que toman las medidas. "En general, la población ha seguido bien las indicaciones; pero claro, el problema es que hay un porcentaje de gente que, en momentos determinados, no las sigue. Y lo mismo podríamos decir a nivel político. Hay unos pocos políticos que no siguen medidas estrictas ni recomendaciones internacionales, respaldándose en la economía", afirma el epidemiólogo.

Lo más peligroso, a día de hoy, sigue siendo no usar la mascarilla en todo momento, según apunta Caylà. El riesgo de contagiarse se multiplica en cuanto una persona se quita la mascarilla, por lo que, si alguien "se encuentra con un amigo para hablar y se quita la mascarilla", o si "se reúne en un bar o restaurante y está hablando, debatiendo y comiendo con alguien durante horas", la probabilidad de infectarse de coronavirus se dispara.

El ciudadano ejemplar

El ciudadano ejemplar, describe el miembro de la Sociedad Española de Epidemiología, sería una persona que, en general, está en casa. Alguien que no tiene muchas reuniones con gente externa y que -al menos en estos días de alta incidencia- "no mantiene reuniones con gente que no sea de su burbuja de convivientes".

Ya en el ambiente laboral, el epidemiólogo recuerda que el lavado de manos es casi tan importante como la mascarilla. "El lavado de manos no se tiene muy en cuenta, pero se ha visto, desde hace años, que la gripe se puede transmitir a través del contacto de manos, y con el SARS-CoV-2 sería lo mismo".

¿Fatiga pandémica o falta de miedo?

"El virus, en general, afecta por igual a toda la población", destaca el epidemiólogo. Lo que sí que es cierto, es que, si un anciano se contagia, "la probabilidad de morir es mucho más alta". Una razón por la que quizás muchas personas, con menos miedo a contraer la enfermedad, no cumplan las medidas de forma tan estricta. "Lo que iremos viendo es que, a medida que vayamos vacunando a gente muy mayor, los que van a ingresar en hospitales serán ya gente más joven. Y algunos de estos irán igualmente a la UCIs por neumonías o complicaciones. De hecho, los médicos que trabajan en las UCIs están comentando que últimamente sí que ven neumonías muy graves en gente más joven", asevera Caylà.

"Debemos concienciarnos de que esto no se acaba la semana que viene. Es una carrera de gran fondo"

La fatiga pandémica de la que se habla mucho últimamente también ha influido considerablemente en la pérdida de respeto al virus. Pero, según advierte el epidemiólogo, no hay que olvidarse de que todavía nos queda camino por recorrer en la lucha contra la Covid-19. "Debemos concienciarnos de que esto no se acaba la semana que viene. Es una carrera de gran fondo. Cada ola es una maratón. Y para no tener olas y olas de contagios, todo el mundo debe esmerarse mucho. Tanto la población como los políticos”, asegura.

Eso sí, Caylà considera que la situación actual es consecuencia, en gran parte, de la relajación de restricciones durante el período navideño. A diferencia de otros países europeos que adelantaron el toque de queda o cerraron la hostelería, España suavizó las medidas en el mes de diciembre, lo que ha hecho que, desde entonces, la curva de contagios sea prácticamente vertical y se sitúe como uno de los países más afectados. "Aquí -asegura el epidemiólogo- hemos sido mucho más ligeros con estos temas y ahora se nota la diferencia". 

Casos diarios de coronavirus confirmados en España, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, desde enero de 2020.
Casos diarios de coronavirus confirmados por millón de habitantes en España, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, desde enero de 2020.
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