Los descubrimientos científicos que hicieron creer a los expertos que habían sido provocados por los extraterrestres

El púlsar Vela en una imagen de archivo.
El púlsar Vela en una imagen de archivo.
NASA
El púlsar Vela en una imagen de archivo.

Si somos los únicos seres que habitan el universo continua siendo una de las mayores incógnitas por descubrir para el hombre, sobre todo porque a lo largo de la historia se han detectado extraños fenómenos que han llevado a pensar a científicos y expertos que hay vida más allá de la Tierra.

En 1906 el astrónomo estadounidense Percival Lowell ya escribió que "Marte está habitado por seres de un tipo u otro, podemos considerarlo tan cierto como incierto qué seres pueden ser" tras hallar unos patrones muy singulares en la superficie de este planeta, que interpretó como una compleja red de canales empleada por los extraterrestres para alimentar sus cultivos.

El también astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli pensó lo mismo 30 años antes. Sin embargo, fueron víctimas de una ilusión óptica, ya que estas marcas ubicadas en Marte se formaron gracias a procesos geológicos naturales.

Primera señal de púlsar

En 1967 la astrofísica Jocelyn Bell Burnell descubrió la primera radioseñal de púlsar en 1967, y una de sus conclusiones, aunque prácticamente inconcebible, fue que podría tratarse de señales de extraterrestres. Así lo describió en su ensayo ¿Hombrecitos verdes, enanas blancas o púlsares?, publicado 10 años después.

"Realmente no creíamos que hubiéramos captado señales de otra civilización, pero obviamente la idea se nos pasó por la cabeza y no teníamos pruebas de que fuera una emisión de radio completamente natural", aseguró. Y desveló que había sido un "un problema interesante", pues si alguien cree que ha "detectado vida en otras partes del universo, ¿cómo anuncia responsablemente los resultados? ¿A quién le dice uno primero?". 

La científica afirmó que no fueron capaces de despejar la incógnita ese día y "me fui a casa esa noche muy enojada porque [en ese momento] estaba tratando de obtener un doctorado a partir de una nueva técnica, y unos estúpidos hombrecitos verdes tuvieron que elegir mi antena y mi frecuencia para comunicarse con nosotros".

Burnell y su equipo denominaron al púlsar LGM-1, que significa 'hombrecitos verdes'. Los púlsares son "estrella de neutrones que emite rayos de radiación que atraviesan la línea de visión de la Tierra", según la definición de la NASA.

La extraña secuencia hallada por el Big Ear

El astrónomo Jerry Ehman detectó otra anomalía en agosto de 1997. Mientras trabajaba con el radiotelescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio en el proyecto SETI, dio con una secuencia de 72 segundos con una intensidad rara. El científico redondeó con un bolígrafo rojo el código 6EQUJ5 en una copia, y escribió "¡WOW!" en los laterales del documento. 

Se trata de un código que describe la variación de intensidad de la señal de radio. Esta parecía llegar desde un cúmulo globular en la constelación de Sagitario. No pudieron determinar su origen, lo que dio lugar a que se especulase con que había sido enviada por los extraterrestres. 

Sin embargo, una investigación de 2016 acabó con dicha teoría, pues concluyó que no se había producido por otro tipo de vida inteligente de la galaxia, sino por una nube de hidrógeno causada por cometas.

La señal hallada por el Instituto SETI

Veinte años después, en el verano de 1997, científicos del Instituto SETI también captaron una señal de radio que provenía del espacio. Esta era inusualmente estrecha y presentaba las características de una transmisión extraterrestre. Detectada por la antena del Observatorio Nacional de Radioastronomía, era "millones de veces más compacta espectralmente que una transmisión de televisión", afirma Seth Shostak, miembro del equipo en ese momento y actual astrónomo del organismo.

El hallazgo provocó la emoción de los astrónomos, que confirmaron que la fuente de la señal estaba en el espacio y no en la Tierra. "En años de intentos, no habíamos encontrado ninguna otra señal que fuera tan prometedora", escribió Shostak en 2016 en el artículo ¿Podría ser esta real? para Air & Space. Pero no era de los extraterrestres, sino de un satélite de la NASA y la ESA.

Los Fast Radio Bursts 

Por otro lado, desde 2007 se han detectado muchísimos Fast Radio Bursts (FRB), que son potentes pulsos de milisegundos. Estos se formaban habitualmente fuera de nuestra galaxia, lo que complicaba la tarea de encontrar su origen.

Sin embargo, recientemente los astrónomos captaron una FRB en la Vía Láctea, y la investigación en torno a ella sugiere que son los magnetares, estrellas de neutrones muy magnéticos, quienes las forman.

Series de pulsos rápidos

El hallazgo de numerosas series de pulsos de radio rápidos que parecían provenir al mismo tiempo del espacio profundo y de un lugar más cercano desconcertó a los científicos del Observatorio Parkes, en Australia. Estos pulsos, denominados 'perytons', se producían a "1,4 GHz cuando la puerta de un horno de microondas se abre prematuramente y el telescopio está en un ángulo relativo apropiado", tal y como determinó la investigación dirigida por la astrónoma Emily Petroff del Instituto Holandés de Radioastronomía.

El astrónomo de la Universidad Laval en Quebec Ermanno Borra y el estudiante Eric Trottier comenzaron un estudio sobre la posibilidad de que los extraterrestres quisieran ponerse en contacto con nosotros a través de láseres dirigidos, por lo que buscaron entre las 2,5 millones de estrellas registradas por Sloan Digital Sky Survey con la intención de hallar señales periódicas consistentes.

De esas dos millones de estrellas, se quedaron con 234 que emitían señales similares al Sol. Finalmente, ambos investigadores concluyeron dos posibles resultados: se trataba de señales del instrumento Sloan o estaban siendo enviadas por los marcianos

Investigadores de la iniciativa Breakthrough Listen afirmaron en una carta sobre esta investigación que si bien "las afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria" y aún "es demasiado pronto para atribuir inequívocamente estas supuestas señales a las actividades de civilizaciones extraterrestres", al menos "uno de cada 10.000 objetos con espectros inusuales vistos por Borra y Trottier es ciertamente digno de un estudio adicional".

La Estrella de Boyajian

Es importante destacar también entre estas evidencias la Estrella de Boyajian, denominada KIC 8462852, que desde 2015 comenzó a atenuarse intermitentemente, llegando en ocasiones hasta el 22%. Dichos cambios de luminosidad podían durar varios días o incluso semanas, aunque no seguían ningún patrón específico.

Se desataron todo tipo de teorías sobre la causa de este extraño comportamiento, y fue Jason Wright, astrónomo de Penn State, quien terminó por sacudir el enjambre al proponer que se trataba debido a la presencia de los alienígenas. Sin embargo, una investigación de 2019 considera que este fenómeno se debe probablemente a la desintegración de una Luna.

Desaparición de estrellas

Otro de los temas que también ha alterado la paz de la comunidad científica es la desaparición de estrellas. Conocidas como transitorios rojos, se muestran al principio como puntos rojos tenues que con el paso del tiempo se van haciendo más brillantes y que terminan desapareciendo en menos de una hora en un proceso que aún no ha podido explicarse.

"A menos que una estrella colapse directamente en un agujero negro, no existe un proceso físico conocido por el cual pueda desaparecer físicamente", explicaron científicos de un estudio dirigido por Beatriz Villarroel, de la Universidad de Estocolmo, en un artículo en el que también aseguraban que "si existen tales ejemplos, lo hace interesante para la búsqueda de nuevos fenómenos exóticos o incluso signos de civilizaciones tecnológicamente avanzadas".

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