Si hay un lugar al que los españoles vamos por inercia, es allí dónde se está sirviendo jamón ibérico. Y como ayer se celebraba una recepción en la embajada para reunir a todos los profesionales (cineastas, agentes, productores, actores, prensa), la cita era inevitable.

Si el dinero atrae al dinero, los festivales atraen a los directores de otros certámenes. Varios mandamases de festivales nacionales se encuentran en Berlín, a la caza de esa pequeña joya que programar en sus respectivos eventos.

Ángel Sala, responsable de la cita de Sitges, ya ha solicitado un par de producciones. "Hemos pedido Ricky, de François Ozon, y estoy a la espera de ver más cosas. Mañana quiero ver la de Takashi Miike", comentó minutos antes de ser trasladado a la fuerza a algún otro rincón de la sala en la que desarrollaba la recepción.

El de Sitges no fue el único festival presente. También pasaron por la embajada los programadores del festival de cine europeo de Sevilla y otras caras conocidas del circuito festivalero.

El que desapareció fugazmente fue Antonio Gasset. El antiguo responsable de Días de cine no ha perdido el interés por los grandes festivales, como demuestra su presencia en la capital alemana. Aunque se llevó un pequeño tirón de orejas por no haberse pasado todavía por ninguna sala, admitió que "en breve empezaré a ver alguna de las películas a concurso".

La velada transcurrió tan rápida, que en menos de tres horas el jamón ya había desaparecido, y las bandejas no seguían las rutas habituales. En tiempo de festivales el hambre apremia, y la de ayer era una excusa perfecta para llevarse a la boca algún manjar que no se hubiera cocinado en tan sólo cinco minutos.